
¿Cómo sobrevivir en mitad de la nada? ¿Adónde ir en caso de tener que abandonar la ciudad? ¿Cómo vivir sin los suministros a los que estamos tan acostumbrados? Son preguntas que irremediablemente nos planteamos ante la posibilidad de una amenaza, especialmente después del anuncio de una estrategia de preparación de la Unión Europea ante “las nuevas realidades que exigen un nuevo nivel de preparación”, en palabras de presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que ha puesto sobre la mesa la necesidad de ser previsores en un momento en el que la UE se enfrenta “a crisis y desafíos cada vez más complejos que no pueden ignorarse”.
El documento, inspirado en un informe elaborado por el expresidente finlandés, Sauli Niinisto, tiene como objetivo que los 27 Estados miembros, individualmente y en su conjunto, estén preparados para proteger a los ciudadanos ante los conflictos geopolíticos, “incluida la posibilidad de agresión armada” —aunque desde el Gobierno llaman a la calma y recuerda que “nadie se prepara para la guerra”—, las amenazas híbridas y de ciberseguridad, así como la manipulación de la información extranjera, las injerencias externas, las catástrofes naturales y las consecuencias del cambio climático.
En concreto, la Estrategia incluye 30 acciones clave y un plan de acción detallado que tiene, entre otros objetivos, el de crear una “cultura de preparación”. De hecho, una de las medidas es integrar las lecciones en los planes de estudio escolares e introducir un Día de Preparación de la UE, así como el aprovisionamiento con el llamado kit de supervivencia con elementos esenciales que les permitan subsistir durante las primeras 72 horas tras una crisis climática o provocada por el ser humano.
El Eurobarómetro del Parlamento Europeo, publicado el pasado martes, muestra que, en el conjunto de la UE, la defensa y seguridad es la principal área que se debe reforzar. En España, la realidad es otra y esta preocupación de los europeos se ubica en el quinto lugar, con apenas un 20% de las respuestas de los españoles, que consideran que la educación y la investigación es la principal área en la que se debería centrar la UE para fortalecer su posición en el ámbito global (40%). Le siguen la competitividad, la economía y la industria (30%); la seguridad alimentaria y la agricultura (26%); y los valores de la UE, incluyendo la democracia y la protección de los derechos humanos (24%). No obstante, los hay que ya se están preparando ante cualquier tipo de desastre.
Los cursos de preparación ante una catástrofe
Robert Turcescu, director de Supervivencial, una escuela de supervivencia, cuenta a Infobae España que en los últimos años, especialmente desde el estallido de la guerra de Ucrania, la demanda de cursos de preparación se ha disparado. Comenzaron a impartirlos en 2017, pero fue en 2022 cuando “empezaron a piñón”. Ahora, agotan fechas todos los fines de semana. De hecho, cuenta que tiene conocidos con tiendas especializadas en equipación de montaña y supervivencia que están agotando las existencias.
En estos talleres, durante 24 horas, los asistentes aprenden a pasar la noche en el campo: crear un refugio, orientarse en mitad de la nada, conocer lo que deben llevar encima ante una situación de crisis, cómo potabilizar el agua o hacer fuego. Para Turcescu, se trata de aprendizajes básicos con los que la mayoría de la población no cuenta, pero que son muy útiles en caso de que suceda una gran catástrofe, como cortes de suministros o un ataque que obligue a la población a abandonar los grandes núcleos. “Es mejor contar con los conocimientos y nunca tener que aplicarlos, que no saber qué hacer”, dice, ya que considera que es poco probable que una situación así se llegue a dar en España.
En este sentido, detalla que el kit de supervivencia de Unión Europea es diferente, pues sería para situaciones en las que no sea necesario abandonar el hogar por mucho tiempo, como en el caso de la Dana. “Pero si tienes que irte, se te queda corto porque básicamente no puedes llevar todo ese material contigo, por ejemplo, no te puedes echar todas las latas de comida que necesitarías”, señala. Y entonces, ¿cómo actuar cuando sucede lo impensable?
Qué pasa en la hora 73
El kit de 72 horas cuenta con lo básico para pasar una crisis momentánea, pero si se trata de una situación que se prolongue en el tiempo, o para la que no haya un final claro, la cosa cambia. En ese caso, en el que haya que abandonar la civilización, Turcescu explica que lo necesario sería “básicamente la zona de refugio, que es una lona; saco de dormir; cuerda; ropa de recambio”. “En el caso del agua, es importante llevar un par de litros contigo, pero luego siempre debes contar con un filtro de agua y pastillas potabilizadoras”, añade. También es fundamental contar con herramientas para hacer fuego, como un ferrocerio, una aleación metálica sintética que produce chispas cuando se frota contra una superficie rugosa. “En cuanto a la comida —continúa— deben llevarse las latas de conserva y chocolate, por ejemplo, pero también un sistema de infernillo o camping gas para calentar, por ejemplo, sopas, porque con un poco de agua te haces una ración”.
Sin embargo, de poco sirven los materiales si no se sabe cómo y dónde utilizarlos. Por eso, Turcescu apunta a la importancia de formar a la población y aplaude la inclusión en la estrategia de la UE de un día específico de preparación que se imparta en los centros educativos y que ayude a la población a adquirir los conocimientos necesarios ante cualquier tipo de situación extrema. No obstante, se refiere a otro elemento indispensable, el control de los instintos: “En mitad de la nada, en el campo, el 90% del trabajo es controlar el frío, el miedo y la soledad”.