El búnker “secreto” de la Moncloa: capacidad para más de 100 personas, muros de hormigón armado de tres metros de grosor y hasta un cementerio

La infraestructura, construida por Felipe González bajo mandato de la OTAN, consta de tres pisos, cierre hermético y se accede a través de una puerta giratoria

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(Montaje Infobae España)
(Montaje Infobae España)

El lenguaje belicista concentra la actualidad política en las últimas semanas, dado el nuevo contexto geopolítico provocado por el acercamiento de Donald Trump a Rusia, que obliga a la Unión Europea a plantear una autonomía estratégica. Más allá del aumento de las capacidades armamentísticas de los países miembros, otros términos como “kit de supervivencia” o “búnker” cobran protagonismo en el marco del llamamiento del Gobierno comunitario y de algunos países, como Francia, a estar prevenidos.

La preocupación por un posible ataque armamentístico, las catástrofes climáticas y los ciberataques han disparado las consultas sobre refugios. En este contexto, cabe recordar que en el subsuelo del Palacio de la Moncloa se halla un búnker “secreto”, construido a finales de 1991, con el socialista Felipe González al frente del Gobierno. Desde entonces muchas han sido las reuniones mantenidas por parte de las diferentes administraciones ante las diferentes situaciones de emergencia, como fue el caso de los peores momentos de la pandemia.

“No solamente lo he visto, he estado allí”, recordó el exvicepresidente del Gobierno entre 2020 y 2021 y exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, en el programa de La Base. Entre risas, el ahora presentador añadió que el recinto está inspirado “en los años 80″: “Todo está decorado” de esa época, ”con máquinas y comida de los años 80″.

Lo cierto es que el misterio envuelve este búnker, cuya construcción fue mandatada por la OTAN, que exigió a los países miembros el levantamiento de un centro de “mando y control político de cualquier situación bélica o de conflicto”. Aunque no se ha sabido con certeza su coste, al sufragarse con fondos reservados, se estima que podría estar entre los 30 y 60 millones de euros.

En Moncloa rehúsan dar detalles. “Es una instalación de seguridad como hay tantas en tantos sitios”, resumen fuentes gubernamentales para restar “misterio” al recinto. Entonces, ¿qué se sabe del búnker? Pese a las incógnitas que sobrevuelan esta instalación de tres pisos, han trascendido importantes informaciones sobre el mismo por parte de personas que han estado allí.

El presidente del Gobierno ha defendido la necesidad de que la UE se dote de una verdadera política de seguridad y defensa (Congreso/Europa Press)

En una reciente entrevista en Espejo Público, el exdirector del Departamento de Seguridad Nacional entre 2018 y 2023, y responsable del búnker, Miguel Ángel Ballesteros, habló sobre esta infraestructura catalogada como “secreta”. “Si pasa algo, el Gobierno se mete allí, y todo está preparado para que se pueda continuar dirigiendo el país desde allí”, subrayó acerca de su finalidad, que permite la continuidad de la acción del Ejecutivo en todo tipo de situaciones límite.

Ballesteros añadió que puede acoger “por encima de las 100 personas: es muy grande” y contiene aprovisionamiento militar, que se va renovando en función de la caducidad. “Todo está preparado para que pueda estar en funcionamiento autónomamente”, señaló.

Acceso: una puerta giratoria

Pero uno de los retratos más completos que existen sobre el complejo se extrae del artículo de Alberto Rojas publicado en El Mundo en marzo de 2003. Este refugio, conocido como proyecto CITA —Centralización de Instalaciones Técnicas Auxiliares—, posee “muros de hormigón armado de tres metros de grosor reforzados con acero y titanio”. “Se cierra herméticamente, está diseñado a prueba de bombas nucleares, terremotos, chernobyles, aguanta semanas de largo asedio y, por supuesto, resiste ataques con armas químicas”, destacó el periodista.

Sobre su acceso, lo situó “en uno de los edificios administrativos de la Moncloa”. “De allí parte un pasillo de seguridad dotado de multitud de detectores. Todos los operarios, médicos, guardias y telegrafistas que trabajan en el edificio —unos 40 jornaleros del subsuelo, conocidos como bunkeros— deben identificarse con una tarjeta personalizada. Una vez superados los controles, se pasa al túnel de entrada. A ambos lados se alinean puertas falsas de color granate que no llevan a ninguna parte. Al final de esta galería, que tiene las paredes pintadas de blanco, hay una puerta giratoria por la que se entra al búnker”.

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Además de albergar una cocina, un restaurante, un taller mecánico, también cuenta con un hospital, dotado con quirófano, unidad de vigilancia intensiva y todos los avances médicos. Y dispone de un ordenador central militar, “auténtico cerebro de la maquinaria bélica española, desde el que se controlan más de 120 cazas de combate para casos de extrema necesidad”. Asimismo, cuenta con un estudio de televisión para “emitir mensajes bajo tierra”.

La planta más alejada de la superficie está situada en el nivel -10. “En ella se encuentran las salas de ordenadores, almacenes, habitaciones para el personal permanente, gimnasio, lavandería, un taller mecánico y otros servicios para los usuarios del búnker”, reza la pieza periodística de Rojas.

El periodista añadió que la infraestructura tiene “dos grandes depósitos de gasoil de 40.000 litros cada uno para alimentar de energía el complejo en caso de apagón, depósitos de agua, depuradora, calderas, aire acondicionado, fosa séptica y dos pozos que toman agua a 200 metros de profundidad. En esta planta existe también una armería que esconde todo un arsenal de rifles y pistolas y, contigua a esta, un pequeño cementerio. El edificio está conectado al exterior por cables de fibra óptica y todas las salas disponen de hilo musical”.