
Llevan años siendo tendencia y hoy son una declaración de estilo por derecho propio. Las uñas se han convertido en una parte fundamental de la identidad estética de muchas personas, al igual que ocurre con la ropa o el pelo.
Hay quienes eligen diseños según la temporada —colores cálidos en otoño, tonos pastel en primavera—, quienes apuestan por una estética más sobria y clásica, y quienes arriesgan con formas, largos y colores llamativos. Eso sí, más allá del diseño, hay una decisión ineludible en cada manicura: cómo tratar la cutícula. Retirarla, empujarla o dejarla intacta puede cambiar el resultado final. Pero la estética no lo es todo. Hay una serie de implicaciones relacionadas con la salud que conviene tener en cuenta a la hora de hacerse la manicura.

Qué riesgos tiene quitarse la cutícula al hacerse la manicura
Eliminar las cutículas durante la manicura es una práctica extendida, pero diversos especialistas en dermatología advierten sobre los riesgos que conlleva. La Academia Americana de Dermatología subraya que las cutículas cumplen una función protectora esencial: forman una barrera natural entre la piel y las uñas que impide la entrada de bacterias, hongos y otros microorganismos capaces de provocar infecciones.
En este sentido, su retirada deja al descubierto un espacio vulnerable que puede favorecer afecciones como la paroniquia, una inflamación dolorosa que afecta tanto la piel como la raíz de la uña. Además, cortar o empujar esta capa de forma agresiva puede dañar la matriz ungueal, lo que se traduce en deformaciones o crecimiento irregular. También se ha señalado que la eliminación de la cutícula compromete la hidratación de la uña, haciéndola más frágil y propensa a fisuras.
Como alternativa, los dermatólogos recomiendan mantener la zona hidratada con aceites o cremas específicas. Si se busca un acabado más pulido, es preferible ablandar y empujar suavemente la cutícula con un palito de naranjo, sin llegar a retirarla por completo.
Qué otras cosas debes tener en cuenta a la hora de hacerte la manicura
Más allá del diseño o el color elegido, hacerse la manicura implica una serie de cuidados que inciden directamente en la salud de las uñas. Uno de los aspectos fundamentales es la higiene del material utilizado. Los instrumentos deben estar debidamente esterilizados para evitar la transmisión de hongos o bacterias, especialmente en centros estéticos donde se atiende a múltiples personas a lo largo del día.
El tipo de esmalte también influye. Los productos semipermanentes o en gel ofrecen mayor durabilidad, pero su aplicación y retirada pueden debilitar la uña si no se realiza correctamente. El uso frecuente de limas eléctricas o productos abrasivos puede provocar adelgazamiento, descamación o sensibilidad.
La hidratación de manos y uñas es otro factor clave. Aplicar cremas o aceites específicos ayuda a mantener la flexibilidad de la uña y previene la aparición de grietas. Además, se recomienda dejar espacios de tiempo sin esmaltar para que la uña respire y se recupere.
Por su parte, los expertos también aconsejan prestar atención a cualquier cambio en el color, textura o forma de la uña, ya que puede ser indicio de afecciones dermatológicas que requieren valoración médica.