
El teletrabajo es un concepto que, antes del año 2019, muy pocas personas usaban en su día a día. Con la llegada de la COVID-19, muchos de los hábitos establecidos cambiaron, entre los que se encuentra la manera de trabajar.
Esta práctica entró en la vida de millones de personas, suponiendo un antes y un después para miles de empresas. De hecho, decir hace años que teletrabajabas era muy extraño, sin embargo, ahora es algo que se ha proclamado como una alternativa viable.
Ante este método, que cada vez es más habitual y popular, muchas cafeterías han manifestado su descontento. La razón por la que han tomado esta posición ha sido la actitud de los clientes que van a estos establecimientos a usar el ordenador.
Llegas a un cafetería, pides una bebida, que generalmente es un café, y estás más de cinco horas sentado en tu sitio. Esta es la tendencia que siguen miles de personas en Europa y que ya se ha establecido en España. Pese a que esta oficina temporal sea barata y una alternativa muy cómoda para muchos, los dueños de estos locales han decidido poner punto y final a ello.
Muchos propietarios se quejan de que sus establecimientos han dejado de ser un espacio para desconectar y hablar tranquilamente. En lugar de eso, las mesas ahora están ocupadas durante horas con personas que están calladas y que apenas consumen nada. Esto provoca que el ambiente sea más aburrido, que haya menos flujo de clientes y que las perdidas de los negocios sean notables.
La solución más viable para las cafeterías
Varios países europeos han decidido actuar para poner fin a esta situación. Entre ellos, se encuentran varias cafeterías en ciudades como París, Berlín o Brighton, que han decidido prohibir la entrada de ordenadores portátiles. Tan solo se permite su uso en una zona específica y pagando una tarifa determinada.
La decisión se sustenta en dos puntos. El primero de ellos recuperar la identidad que caracteriza a estos locales, con un ambiente distendido en el que se fomente la conversación. Por otro lado, las cafeterías tienen que mirar por el bien de su negocio, buscando el beneficio con un flujo de clientes orgánico.
En ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia ya hay numerosos establecimientos donde se han instaurado normas para restringir el uso de portátiles durante horas punta. Algunas directamente optan por eliminar el wifi para evitar la llegada de estos clientes.
Otras cafeterías ya trabajan para poder crear un espacio común para todos estos clientes. Desde zonas exclusivas para la gente que teletrabaja, hasta poner horarios especiales para poder atraer a un mayor número de clientes. Si bien es cierto que nadie tiene la fórmula perfecta, la mayoría de establecimientos están siguiendo el ejemplo europeo.
La prohibición de los ordenadores en las cafeterías ha generado el descontento de muchos, viéndolo como una medida excesiva. Sin embargo, los dueños de estos locales quieren recuperar el espíritu que les caracteriza.