Estas son los 8 rasgos y características que comparten las buenas personas

El entorno emocional y las relaciones interpersonales desempeñan un papel crucial en la creación de la bondad personal

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Ser “buena” persona implica a
Ser “buena” persona implica a tener la capacidad de alcanzar un equilibrio emocional mediante la comprensión y la autorregulación

La bondad no debe ser vista solo como una característica pasiva, sino como un proceso activo que está profundamente vinculado a la conexión de una persona con su “yo esencial”, expone el psicólogo José Martín del Pliego.

En una entrevista al medio Hola, el especialista explicó que alcanzar esta conexión es fundamental para lograr una aceptación personal auténtica, lo que a su vez facilita la expresión equilibrada de nuestras emociones, tanto las positivas como aquellas más complejas, como el enfado.

Sin embargo, este camino hacia la bondad no está exento de obstáculos: las experiencias pasadas y las defensas emocionales construidas a lo largo del tiempo juegan un papel clave en la dificultad para lograr este equilibrio.

¿Qué es ser bueno?

Martín del Pliego subrayó que ser una persona “buena” no implica ser complaciente o evitar conflictos, sino que se refiere a la capacidad de alcanzar un equilibrio emocional mediante la comprensión y la autorregulación.

En psicología, la bondad no se reduce a una simple conformidad con las expectativas sociales o una sumisión ante los demás. Se trata de una capacidad genuina para conectar con uno mismo y con los demás desde un lugar de autenticidad, dejando atrás las máscaras sociales o los comportamientos impuestos por defensas emocionales, como la autocrítica excesiva o la necesidad de agradar.

Estas defensas son el resultado de experiencias pasadas y pueden dificultar el crecimiento emocional si no se abordan adecuadamente.

Las barreras emocionales pueden frenar
Las barreras emocionales pueden frenar el crecimiento personal

¿Las personas buenas nacen o se hacen?

El origen de estas defensas emocionales se encuentra en las primeras etapas de la vida, cuando las interacciones con el entorno comienzan a moldear las “partes del yo”, según el psicólogo.

Estas subpersonalidades reaccionan a situaciones específicas, adoptando formas como la autocrítica destructiva, la obsesión por el éxito social o la evitación de emociones dolorosas.

Aunque estas defensas pueden ser útiles en ciertos momentos, su presencia constante limita el desarrollo personal si no se gestionan de forma consciente.

¿Se nace o se aprende
¿Se nace o se aprende a ser bueno?

Las influencias

El entorno emocional y las relaciones interpersonales desempeñan un papel crucial en la creación de un espacio propicio para el desarrollo de la bondad. Según Martín del Pliego, vivir en un ambiente seguro y amoroso fomenta el autoconocimiento y facilita la reducción de las defensas emocionales.

Las relaciones basadas en la aceptación mutua y la comprensión, como las que se dan en amistades y parejas, proporcionan un entorno en el que las personas pueden conectar con su “yo auténtico”, promoviendo una personalidad más empática y equilibrada.

Las personas consideradas buenas suelen mostrar una serie de cualidades como la compasión, la calma, la claridad emocional, la creatividad y el coraje. Estas personas tienen una capacidad notable para adaptarse a situaciones difíciles y construir relaciones significativas basadas en el respeto mutuo.

No obstante, el experto destacó que, al igual que cualquier ser humano, estas personas no son perfectas; también enfrentan momentos de debilidad y cometen errores. Lo que las distingue es su capacidad para reflexionar sobre sus fallos y crecer a partir de ellos.

Las amistades y las parejas
Las amistades y las parejas tienen mucho que ver con el bienestar emocional

¿Se puede aprender a ser buena persona?

Desarrollar cualidades asociadas a la bondad no es un objetivo inalcanzable. Según el psicólogo, cualquier persona puede trabajar en este aspecto si se compromete con el crecimiento personal.

Herramientas como la meditación y la terapia, junto con la observación consciente de los propios patrones de comportamiento y pensamiento, son fundamentales en este proceso.

Identificar las partes del yo que generan conflictos y trabajar para reducir su influencia permite fortalecer la conexión con el “yo esencial”, explica Martín del Pliego.

Para aquellos que buscan transformar la negatividad en bondad, el psicólogo recomienda varias estrategias prácticas, como la autoobservación, la meditación y rodearse de personas positivas que puedan servir de modelo.

Técnicas como los ejercicios de respiración y las estructuras terapéuticas personalizadas también pueden ser cruciales para quienes enfrentan dificultades emocionales más profundas.