
El ruido excesivo, las disputas sobre los límites de la propiedad, la suciedad provocada por animales domésticos o el estacionamiento de vehículos en lugares no habilitados para ello son algunas de las causas por las que se puede desatar un conflicto entre dos o más vecinos.
Aunque el diálogo se postula como la principal solución en estos casos, hay veces en las que una simple conversación no es suficiente para que cesen las molestias, haciendo que las personas afectadas se vean obligadas a interponer una denuncia contra la persona que provoca el perjuicio. Una clara ordenanza municipal o unas normas establecidas por la comunidad de propietarios pueden evitar que se originen estos problemas, los cuales enturbiarán, sin duda, la cordial relación entre las personas residentes en un mismo edificio o zona residencial.
Huelga de hambre como forma de protesta
No están siendo días fáciles para Bruno Dupont, un jubilado de francés, que se ha autoimpuesto una huelga de hambre como protesta por las obras que está acometiendo su vecino, a menos de 3 metros de la parcela de la familia afectada. El hombre ha llegado a esta situación extrema en respuesta a la decisión del ayuntamiento de la localidad gala de Saint-Alban -comuna francesa a las afueras de Toulouse- de no emitir un acta de infracción, aunque Colette, la mujer de Bruno, sostiene que “la distancia entre su edificio y nuestra propiedad es ilegal”.
Bruno y Colette viven en la mencionada población desde hace más de 40 años, un tiempo en el que no han tenido ningún problema con nadie. Hasta que el vecino conflictivo se instaló en la casa colindante. “Ya no puedo más. Ha habido problemas con este vecino, pero se limitaban a ruidos y fiestas con mucha gente. Era soportable”, comenta Bruno en una entrevista con La Dépêche con aparentes signos de flaqueza por la falta de comida.
A partir de 2016, el vecino comenzó a realizar reformas en el exterior de su vivienda, como el retiro de un seto que separaba ambas propiedades, la cual desencadenó en la obra que ha provocado la disputa. Según la familia Dupont, el año de la pandemia del Covid-19 fue “terrible”, principalmente debido al incesante ruido emitido desde la otra vivienda; el incendio de su vehículo (no pudieron demostrar que el fuego había sido iniciado por el vecino); e, incluso, agresiones físicas.
8 años de procedimiento y 7.000 euros en costas procesales
El conjunto de actos sufridos en la piel de Bruno y Colette les condujo a denunciar la situación que estaban experimentando. Sin embargo, tras ocho años de litigio y 7.000 euros en costas judiciales, su caso no ha sido resuelto aún ni han recibido “el atestado que mi vecino pidió a la gendarmería. Comprenderán nuestra consternación”, se lamentan ambos.
Después de una huelga de hambre de 15 días, Bruno Dupont ha optado por no continuar con la abstinencia de alimentos para no debilitarse más “porque desde que se me quemó el coche, voy en bici y andando”, afirma el hombre. A pesar de la invitación a participar en el reportaje de La Dépêche, el consistorio local de Saint-Alban no respondió a la propuesta.