El PSV Eindhoven ha confirmado este lunes que uno de sus jugadores ha sido diagnosticado con tuberculosis activa. Aunque el club no reveló inicialmente su identidad, el medio neerlandés De Telegraaf ha desvelado que se trata de Lucas Pérez, delantero gallego de 36 años. Según el informe, Pérez deberá permanecer aislado durante tres o cuatro semanas y seguir un tratamiento con antibióticos, lo que podría impedir que volviese al terreno de juego en esta temporada.
La noticia ha causado gran preocupación no solo por el estado de salud del jugador, sino también por el posible riesgo de contagio dentro del vestuario. La tuberculosis es una enfermedad altamente contagiosa, por lo que el PSV está tomando medidas para evitar un brote en el equipo.
Qué es la tuberculosis
Tal y como explica el portal especializado en medicina Mayo Clinic, la tuberculosis es una enfermedad grave que afecta principalmente a los pulmones, provocada por bacterias específicas. Su transmisión ocurre principalmente cuando una persona infectada tose, estornuda o canta, liberando pequeñas gotas de saliva que contienen los microbios en el aire. Estas gotas pueden ser inhaladas por otras personas, lo que permite que las bacterias ingresen en sus pulmones y causen la enfermedad.
El contagio es más probable en ambientes donde las personas se agrupan, como en viviendas compartidas o espacios concurridos. Aquellas personas con un sistema inmunológico debilitado, como los afectados por el VIH/SIDA, tienen un mayor riesgo de contraer tuberculosis en comparación con quienes gozan de un sistema inmunitario más fuerte.
Dada su facilidad para propagarse en condiciones específicas, la tuberculosis supone un riesgo para la salud pública, especialmente en comunidades vulnerables y en lugares con alta densidad de población.
Cuáles son los síntomas de la tuberculosis
Los síntomas más comunes de la tuberculosis son la tos persistente, que puede durar más de tres semanas, y la presencia de esputo con sangre. Otros signos incluyen fiebre, sudores nocturnos, fatiga generalizada y pérdida de peso inexplicada. En casos avanzados, la enfermedad puede causar dolor en el pecho y dificultad para respirar. Si bien estos síntomas pueden ser indicativos de tuberculosis, también pueden coincidir con otras afecciones respiratorias. Por tanto, es esencial tener un diagnóstico médico adecuado.
Para ello, es necesario acudir al médico si se experimentan síntomas persistentes, como tos crónica o fatiga extrema. Un diagnóstico temprano facilita el tratamiento y previene la propagación de la enfermedad. El tratamiento de la tuberculosis generalmente implica un régimen de antibióticos durante varios meses, por lo que es esencial seguir las indicaciones médicas de manera rigurosa. Y es que, aunque hoy en día es tratable, la tuberculosis puede dejar secuelas a largo plazo, especialmente si no se recibe un tratamiento adecuado o se diagnostica de manera tardía.
Así, las personas que han padecido tuberculosis pulmonar pueden experimentar daño en los pulmones, como fibrosis o cavitación, que puede dificultar la respiración. Esto se traduce en una menor capacidad pulmonar, tos crónica o dificultad para realizar actividades físicas que antes no presentaban problemas.
En algunos casos, la tuberculosis puede afectar otras partes del cuerpo, como los huesos, los riñones o el sistema nervioso, lo que puede derivar en complicaciones adicionales. No obstante, a pesar de ello, la mayor parte de personas que reciben un tratamiento médico adecuado logran recuperarse completamente.
