
El pasado 2024 fue el año más cálido jamás registrado, con una temperatura media global de la superficie de 1,55 grados por encima de los niveles de tiempos anteriores a la Revolución Industrial, según datos de la Organización Meteorológica Mundial. En España fue el tercer año más caluroso desde el comienzo de la serie en 1961, por detrás de 2022 y 2023, con una temperatura media de 15 grados, pero también estuvo marcado por otros fenómenos climáticos extremos como borrascas que dejaron lluvias torrenciales, fuertes temporales de viento y de oleaje y nevadas copiosas. Aunque, sin duda, 2024 será recordado como el año de la Dana, que a finales de octubre arrasó más de 80 municipios en la Comunidad Valenciana y causó también estragos en Castilla-La Mancha y Andalucía.
En lo que llevamos de 2025, la inestabilidad climática también se ha extendido por gran parte del país, sobre todo en este último mes de marzo en el que las borrascas Laurence y Martinho han puesto en alerta varias zonas del norte y del centro por las intensas lluvias. El temporal ha anegado viviendas y negocios en diferentes puntos y ha llegado a derrumbar parte del puente romano en Talavera de la Reina (Toledo) por la crecida del río Tajo. Es más, este mes de marzo ha sido el más lluvioso desde que hay registros en ciudades como Madrid (al menos desde 1893), donde, según datos de Aemet, entre el día 1 y el 20 se han acumulado un total de 213,6 litros por metro cuadrado.
Y es que lejos de disminuir, los fenómenos climatológicos extremos asociados al cambio climático son cada vez más frecuentes e intensos. Por eso “es clave estar preparados” y “avisar a la población con la mayor antelación posible” ante este tipo de episodios, explican desde la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
De hecho, la Aemet está trabajando en la renovación de la red de radares, “una inversión millonaria para modernizarlos y que permitan monitorizar mejor las tormentas”, si bien también se está actualizando la red de estaciones meteorológicas para tener datos en tiempo real, mientras que a nivel internacional “se trabaja de manera continua” para obtener resultados más precisos. Es el caso de los satélites Meteosat de tercera generación —explica a Infobae España Rubén del Campo, portavoz de la Aemet—, que “van a suponer una revolución a la hora de tener mejores imágenes de la atmósfera, pero también mejores datos con los que favorecer la precisión de los modelos de predicción del tiempo”. Para estar más preparados ante los fenómenos adversos, añade, también se está trabajando ya con inteligencia artificial en la predicción meteorológica.
Uno de los aspectos más palpables del cambio climático causado por el ser humano, por la quema continuada de combustibles fósiles que genera emisiones de gases de efecto invernadero, es el aumento de las temperaturas, indica Del Campo. Pero en el caso de las lluvias torrenciales, “aún falta mucho por investigar”. Que sean cada vez más intensas responde “a una mayor capacidad de evaporación del océano y a una mayor capacidad de retención de vapor de agua en la atmósfera por las temperaturas más altas”. Sin embargo, determinar si esas lluvias torrenciales se producen con más frecuencia por el calentamiento global “es más difícil, debido a la gran variabilidad que existe de un año a otro”. “Se necesitan más estudios al respecto”.

De lo que no hay duda, aclara el experto de la Aemet, es que España está más expuesta a lluvias torrenciales violentas debido al calentamiento del Mediterráneo, como ocurrió con la Dana del pasado mes de octubre en la Comunidad Valenciana. “Además, por la situación geográfica en la que nos encontramos, y aunque parezca paradójico, también puede ocurrir que por consecuencia del calentamiento global tengamos sequías más largas”, apunta Del Campo, ya que las condiciones del norte de África, de climas muy áridos, “se están extendiendo hacia el norte”.
Adaptación y mitigación
Para luchar contra el cambio climático, recuerda el experto, una vía fundamental es la adaptación, pues las temperaturas van a continuar subiendo en las próximas décadas, por lo que hay que tomar medidas para poder vivir en un país “más cálido, más árido y con menos recursos hídricos”. Entre esas medidas, destacan los cambios de infraestructura a gran escala, como puede ser la construcción de defensas de protección contra el aumento del nivel del mar, pero también cambios de comportamiento como reducir la exposición de las personas a altas temperaturas.
La otra vía, añade Del Campo, es la mitigación, es decir, hacer que los efectos del cambio climático sean menos graves, reduciendo, por ejemplo, la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, incrementando la utilización de energías renovables o estableciendo un sistema de movilidad más limpio. “Ya hemos visto que el 2024 fue el primer año, a nivel global, en el que se superó el grado y medio de temperatura media por encima de la escala preindustrial y, si esto sucede durante muchos años, habremos superado el umbral de seguridad que se fijó en el Protocolo de París en el Acuerdo de París, y los fenómenos serán más violentos. No estamos en una situación geopolítica muy favorable para reducir las emisiones a escala global, pero es la única manera de conseguir que los efectos del cambio climático no sean tan adversos en el futuro”, concluye.
Tras varios días de intenso temporal, las previsiones meteorológicas para los próximos días son más positivas, de forma que las lluvias irán descendiendo en todo el territorio. Aun así, las autoridades han advertido de que los caudales en los ríos de las provincias de Toledo, Guadalajara, Madrid y Ávila van a seguir siendo elevados.