
El programa de La Revuelta, conducido por David Broncano, ha recuperado este lunes una herramienta tecnológica que marcó a la generación de nuestros padres y abuelos y que aún hoy sobrevive, aunque muchos no sepan qué es ni para qué sirve: el Teletexto. A través de una demostración en directo, Ponce ha explicado cómo funciona este sistema que, pese a su apariencia obsoleta, continúa operativo en las televisiones actuales y ofrece información de forma sencilla y gratuita.
Durante las décadas de los 80 y 90, el Teletexto se convirtió en un canal de referencia para quienes buscaban información sobre la programación, sobre los ganadores de la lotería, el tiempo, o los resultados deportivos en tiempo real. Su función directa y sin distracciones lo ha mantenido vigente durante años, hasta que el avance de internet y los teléfonos móviles ha desplazado su uso.
Ponce ha mostrado algunas de las secciones activas en la actualidad y, para sorpresa del propio Broncano, ha anunciado que La Revuelta ya dispone de una página propia dentro del Teletexto. Los espectadores pueden acceder a ella introduciendo la combinación 565 con el mando a distancia del televisor. Desde ese canal del Teletexto, podrán consultar información sobre el programa y sus emisiones.
Pero el homenaje al Teletexto no ha terminado ahí. Y es que La Revuelta ha invitado a las trabajadoras del departamento responsable de gestionar este servicio. Todas han sido reconocidas por su labor y, como gesto simbólico, han preparado una sorpresa para Broncano: un retrato suyo en la página 446, que hasta ahora contenía una imagen del Rey Felipe VI. El presentador, por su parte, ha recibido el gesto con mucho humor. “Vaya regalo. Si hubiesen visto esto mis abuelos hace 10 años… El nieto del Teletexto”, ha comentado.

La atleta paralímpica Fiona Pinar, una historia de superación: “Me levanté sin la bota de esquí, el pie hacia un lado y la rodilla hacia el otro”
Tras esta exhibición de cómo usar el Teletexto por parte de Ponce, ha entrado la invitada de la noche. Fiona Pinar es una atleta paralímpica que ha dejado huella en el mundo del deporte al superar un accidente que cambió su vida. La catalana ha competido en los 200 metros durante los Juegos Olímpicos de París 2024, donde quedó séptima en la final. Sin embargo, su camino hasta allí no ha sido fácil.
La deportista ha relatado cómo ocurrió el accidente mientras ella esquiaba con unas amigas en la estación de La Molina, en una pista que había evitado en alguna otra ocasión. “Fui a esquiar a La Molina. Había una pista que no quería bajar nunca, pero no recordaba cuál era. Empecé a esquiar con mis amigas, íbamos por diferentes pistas y ninguna era”, ha comenzado a contar. Fue la última pista la que resultó ser la más peligrosa.
Su caída fue rápida y violenta. “Intenté frenar, me descontrolé… ya vi nieve y mucho frío en la cara. Fue muy rápido y no sé muy bien qué pasó. Recuerdo mi pensamiento que era ‘te vas a caer y te vas a levantar’, como ha pasado muchas veces”, ha explicado Pinar.
Después, al levantarse, se dio cuenta de la magnitud de su lesión. “Me levanté sin la bota de esquí, el pie hacia un lado y la rodilla hacia el otro”, ha relatado. Fue trasladada rápidamente a los centros médicos de la zona, donde los diagnósticos iniciales confirmaron la gravedad de la lesión: “Me dijeron que me había roto peroné y tibia, y en el hospital de Puigcerdà me dijeron que tenía el hueso partido con tres y, como se me movió, me cortó venas y arterias y no llegaba el riego sanguíneo”.
Tras ser trasladada en helicóptero a Girona, Fiona fue sometida a varias intervenciones quirúrgicas. “Me hicieron tres operaciones para recuperar la pierna y no pudieron”, ha dicho, mostrándole al público la cicatriz en su pierna derecha, resultado de la extracción de venas y arterias de su otra pierna.

A pesar de los esfuerzos de los médicos, no pudieron salvar su pie y, finalmente, se optó por amputarlo. “El propósito era recuperar la sangre en el pie, pero no pudieron, y después amputaron. Tenía 18 años cuando me pasó”, ha relatado con mucha entereza.
“Cuando estaba en pista, llamaron a mi madre. Le dije ‘Mamá, me van a tener que amputar el pie’. No me lo había dicho nadie, pero veía que el pie cada vez estaba más blanco”, ha recordado Fiona.
A pesar del dolor físico y emocional, Fiona no se dio por vencida. Ocho meses después de la amputación, ya estaba compitiendo como atleta en los Juegos Olímpicos de París 2024, y logró un puesto entre las mejores.