
La centella asiática, cono nombre científico Gotu kola o Hydrocotyle asiatica, es una planta herbácea perenne originaria de las zonas pantanosas del sur de Asia, especialmente en la India. Hoy en día también crece de forma natural en regiones como el sur de África, China y Estados Unidos. Esta hierba se utilizaba desde hace siglos principalmente en la medicina ayurvédica por sus efectos cicatrizantes y purificadores. No obstante, en las últimas décadas ha ganado popularidad en Occidente por su aplicación en el cuidado de la piel, la salud vascular y como complemento en dietas para perder peso.
Entre sus compuestos bioactivos más estudiados se encuentran el asiaticósido y el madecassósido, que poseen propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y cicatrizantes. También destacan el ácido asiático y el ácido madecásico, conocidos por estimular la producción de colágeno y favorecer la regeneración de los tejidos cutáneos. Asimismo, se puede ingerir como infusión o incluso en preparaciones gastronómicas, pero lo más habitual es tomarla como un suplemento dietético, ya sea en cápsulas, cremas o extractos concentrados.
Propiedades y beneficios de la centella asiática
La composición de esta planta incluye aceites esenciales, taninos, mucílago, alcaloides y esteroles vegetales. Esta combinación de principios activos la hace eficaz en el tratamiento de diversas afecciones, tanto internas como dermatológicas. Según fuentes Ecología Verde, cuenta con propiedades regeneradoras que favorecen la curación de heridas, quemaduras, úlceras y escaras. Además, su aplicación tópica contribuye a reducir cicatrices visibles, mejorar la textura de la piel y prevenir la aparición de estrías.
Igualmente, gracias a su efecto calmante y dermoprotector, se emplea también para aliviar molestias cutáneas provocadas por eccemas, dermatitis atópica, picaduras o urticarias. En el ámbito vascular, se ha destacado por su acción vasodilatadora y tonificante, beneficiosa para quienes sufren insuficiencia venosa, varices o sensación de pesadez en las piernas. Su efecto diurético leve permite reducir la retención de líquidos y facilitar la eliminación de toxinas, lo que ha consolidado su uso en tratamientos contra la celulitis.
Por otro lado, el Instituto de Menopausia ha estudiado su poder en esta etapa. Esta planta contribuye a mejorar la memoria y la concentración, alivia la llamada “niebla mental” y actúa como adaptógeno, ayudando a regular los niveles de estrés y ansiedad. Asimismo, puede favorecer un mejor descanso nocturno, aliviar molestias articulares gracias a su acción antiinflamatoria y mejorar la elasticidad cutánea por su efecto estimulante del colágeno. Además, sus propiedades antioxidantes también ayudan a prevenir el deterioro celular y a proteger el sistema cardiovascular frente al envejecimiento prematuro.
Contraindicaciones y efectos secundarios según un estudio

Pese a su uso generalizado y su percepción como un producto natural seguro, un estudio realizado por el Departamento de Gastroenterología del Hospital Español de Mendoza en Argentina ha documentado tres casos clínicos de hepatotoxicidad asociados a la ingesta de suplementos de centella asiática. Las pacientes de la investigación, que eran mujeres adultas sin antecedentes médicos relevantes, presentaron síntomas como ictericia, astenia, dolor en el hipocondrio derecho y alteraciones significativas en los niveles de transaminasas hepáticas tras haber ingerido comprimidos de esta planta durante varias semanas como parte de un régimen para bajar de peso. En dos de los casos, la reexposición accidental al suplemento provocó una recaída, lo que refuerza la sospecha de una relación causal directa entre su consumo y el daño hepático observado.
Por otro lado, las biopsias hepáticas revelaron cuadros de hepatitis aguda granulomatosa, necrosis celular y procesos de apoptosis, especialmente en las zonas centrolobulillares del hígado. Los autores del estudio advierten que los saponósidos triterpénicos presentes en la centella asiática, como el asiaticósido y el madecassósido, podrían inducir lesiones hepáticas mediante mecanismos similares a los registrados en otras plantas con toxicidad documentada, como el camedrio (Teucrium chamaedrys) o la escutelaria (Scutellaria lateriflora). Igualmente, dentro de la lista de incovenientes, esta sustancia puede alterar la función mitocondrial, generar estrés oxidativo y desencadenar reacciones inmunológicas que conducen a la destrucción celular.
En los casos analizados, las pacientes evolucionaron favorablemente tras interrumpir el tratamiento y recibir ácido ursodeoxicólico (AUDC), un agente hepatoprotector con efecto antiapoptótico. En uno de los cuadros más severos, se administraron además corticosteroides por sospecha de una respuesta inmunitaria implicada. En la conclusión del estudio, los expertos aseguran que a pesar de las propiedades terapéuticas contrastadas a lo largo de los siglos, su consumo debe realizarse con precaución, especialmente en su forma concentrada y sin supervisión médica.