
El uso de esponjas naturales para la higiene personal ha ganado popularidad en los últimos años, en parte debido a su origen orgánico y a las ventajas que ofrecen para el cuidado de la piel. Sin embargo, su sostenibilidad y eficacia frente a las esponjas sintéticas generan debate. Según un análisis realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), existen múltiples factores a considerar al elegir entre las opciones disponibles en el mercado, desde su impacto ambiental hasta su durabilidad.
Esponjas marinas
Las esponjas marinas, utilizadas tanto para la limpieza como para la exfoliación de la piel, son organismos animales que filtran nutrientes y oxígeno del agua para sobrevivir. Estas esponjas son valoradas por su suavidad natural, su resistencia al desgarro y su capacidad para absorber y liberar grandes cantidades de agua. Además, su recolección no requiere el uso de productos químicos, y tienen la capacidad de regenerarse tras ser cosechadas, lo que las convierte en una opción aparentemente sostenible.
No obstante, la OCU advierte que su sostenibilidad está en entredicho debido a factores como la sobreexplotación, los vertidos de aguas residuales y el calentamiento global, que amenazan la supervivencia de estas especies. Algunas organizaciones de conservación marina han señalado que la creciente demanda de esponjas marinas podría poner en riesgo su equilibrio ecológico.
Esponjas vegetales
Entre las opciones de origen vegetal, las esponjas de lufa y konjac destacan por sus propiedades únicas. Las esponjas de lufa, derivadas de una planta cucurbitácea similar a las calabazas, son conocidas por su textura rígida, lo que las hace ideales para exfoliar la piel. Por otro lado, las esponjas de konjac, elaboradas a partir de una raíz vegetal originaria de Asia, ofrecen una textura mucho más suave una vez humedecidas, lo que las convierte en una opción adecuada para pieles sensibles.
Ambas opciones son biodegradables y pueden desecharse como residuos orgánicos, lo que las hace compatibles con prácticas de compostaje. Sin embargo, su durabilidad es limitada, ya que deben reemplazarse aproximadamente cada dos meses para evitar la acumulación de bacterias y garantizar su eficacia.
Esponjas sintéticas, económicas pero con impacto ambiental
Las esponjas sintéticas, fabricadas principalmente con celulosa, poliuretano o poliéster, representan una alternativa más económica y ampliamente disponible. Según el informe de la OCU, estas esponjas son eficaces para la limpieza y ofrecen diferentes grados de suavidad dependiendo del material utilizado.
En términos de sostenibilidad, las esponjas de celulosa son una opción más favorable, ya que pueden ser biodegradables si se producen a partir de celulosa reciclada o de bosques gestionados de manera sostenible. Sin embargo, su proceso de fabricación implica la tala de árboles y el uso de tratamientos químicos, lo que reduce su impacto positivo en el medio ambiente.
Por otro lado, las esponjas de poliuretano y poliéster, derivadas de hidrocarburos, no son biodegradables y tienen un impacto ambiental considerable. A pesar de su bajo costo, su uso plantea desafíos importantes en términos de sostenibilidad.
Cuándo deben renovarse las esponjas
Independientemente del tipo de esponja, la OCU subraya la importancia de un mantenimiento adecuado para evitar problemas de higiene y prolongar su vida útil. Es fundamental escurrir el exceso de agua después de cada uso y colgar la esponja en un lugar bien ventilado para que se seque completamente. Además, en ambos casos, tanto naturales como sintéticas, se recomienda reemplazarla cada dos meses, ya que en sus recovecos pueden proliferar bacterias que comprometan su función de limpieza.