
Rappel (Rafael Payá Pinilla), a sus 79 años, sigue creando devoción allá por donde va. No solo recibe alabanzas por parte de las personas que disfrutaron de su gran éxito como modista en Madrid o en los medios de comunicación nacionales en los años 90, sino que los hijos y nietos de una generación continúan parándolo por la calle para agradecerle haber formado parte de sus recuerdos familiares. “Recibir ese afecto de la gente, ese cariño, es algo que me alaga y me encanta. Hay cosas que me emocionan. A lo mejor voy por la calle y vienen dos chicas y me dicen: ‘Mire usted, Rappel, mi abuela nos cuenta que usted le hizo el traje de novia más bonito del mundo’. Pues qué bonito que la gente en sus casas me recuerden con cariño porque yo participé en su boda, en su puesta de largo, en su primera comunión...”, afirma el diseñador.
El autodenominado clarividente publicó a principios de 2025 su primera biografía, El futuro ya es ayer, y ha asegurado a Infobae España que se ha dejado tantas anécdotas y personajes en el tintero que definitivamente podría escribir una segunda parte de su vida: “Ahora me estoy acordando de montones de cosas y voy a tener que hacer una segunda entrega, pidiendo perdón a muchos personajes que se me han olvidado nombrarlos”.
Fuera de sus páginas han quedado cientos de historias con muchos de sus amigos y famosos que han rondado su vida, “anécdotas compartidas con algunos que todavía están vivos y otros que a lo mejor ya están en el más allá”. Una de las personas que con más cariño recuerda y que, de hecho, considera en su biografía como ‘una de las seis mujeres de su vida’ fue Lola Flores. “Rosario me dijo: ‘Tú tienes para contar de mi madre como para otro libro’. Sí, para otro libro y uno solo de ella, porque hemos sido muy amigos. Hemos vivido muchas situaciones y muchos momentos muy bonitos, y algunos trágicos, como fue la muerte de Antonio”.
De hecho, Rappel rememora en El futuro ya es ayer una anécdota con La Faraona, de quien afirma que también tenía algún que otro poder de predicción: “Mi hijo va a morir joven, lo sé, lo presiento aquí en las entrañas. Pero lo que quiero es que me digas si se va a ir antes que yo, porque si tengo la mala fortuna de verlo muerto de cuerpo presente, me pego dos tiros y me entierro con él, te lo juro”. No obstante, la artista jerezana no ha sido la única que ha pasado por sus memorias. Desde Carmen Polo hasta Ava Gardner, su don de gentes y simpatía consiguió ganarse a toda una sociedad y a sus perfiles más destacados.
“Yo he sido muy decidido, no me he cortado en nada ni me he avergonzado de nada. Lo que he hecho lo he hecho porque he querido y porque lo he sentido”, reconoce el madrileño. “Pero en realidad, yo desde muy pequeño crecí en el negocio de mis padres en la calle Lagasca. Me encantaba entrar y ayudar a hacer paquetes. Allí las clientas me pusieron de nombre Rappelito y las ayudaba a llevar las cosas al coche. Me hace mucha gracia porque a mí me hacía sentirme muy importante”, indica Rappel, cuyo nombre artístico resulta de la mezcla de Rafael, Payá y Peletería.
Bajo los dobladillos del mejor de París
El negocio de sus padres en la calle Lagasca fue el comienzo de toda una vida dedicada a la moda; sin embargo, su mayor maestro siempre fue Cristóbal Balenciaga, gran amigo de su abuelo y protector de toda su familia. “Yo era su nieto postizo, porque muchas veces él me presentaba así. Me decía: ‘Tú tienes que hacer aquí de aprendiz, hay que aprender a coger los alfileres, a coger un dobladillo...’. O de repente venía una señora a probarse en la casa de aquí de Madrid o en la casa de París. Y así es como conocí a Ava Gardner, que fue la primera mujer que yo vi desnuda en mi vida”, confiesa el modisto.
En una época en la que en España no había mujer que no llevara una combinación bajo su ropa, la actriz de Carolina del Norte revolucionaba a toda persona a su paso, tal y como explica a Infobae España el clarividente: “Esta señora se quita la chaqueta, se quita la falda y llevaba un mini tanga y el sujetador, nada debajo. Y claro, yo vi que dentro del probador Balenciaga me guiña el ojo como diciendo: ‘Mírala bien. Vaya señora tenemos delante’”.
A finales de los años 60, el diseñador de Guetaria cierra su boutique y Rappel decide animarse y abrir la suya propia. “A ti no te molestará que yo monte mi propia casa de modas”, le pregunta a Balenciaga. “¿A mí que me va a importar? Llévate las oficialas mías que son buenísimas”, le respondió él. De esta manera, el madrileño contrata a sus cinco oficiales y, poco a poco, asume la agenda de uno de los modistos más famosos del mundo. “‘Tú eres el sucesor’, me decía él. Y claro, yo no sabía coser como Balenciaga. Pobre de mí. Yo había estado y había sido aprendiz. Pero la gente fue encantadora y como ya me han visto con él, pues venía todo Madrid, empezando por la mujer de Franco. Y yo de repente tenía en mis salones a todas las clientas de Balenciaga. Pero claro, también hay que decirlo, Balenciaga era Cristóbal. La mano de él no era la nuestra, pero lo hacíamos con mucho cariño y las oficiales cosían muy bien. Pero faltaba la genialidad de Cristóbal”, admite.
A pesar de que sus manos no eran las del modisto vasco, su genialidad en el uso de la fantasía, los colores y las telas le hizo ganarse un nombre y una fama que envidió hasta la propia duquesa de Alba. “Yo la conocía, éramos amigos. Y un día viene y me dice que quiere que le haga un traje porque últimamente está yendo a bodas de amigas y de repente aparece una señora con un vestido espectacular y que llama la atención, y le dicen que es de Rappel. Y me dice: ‘Yo quiero que cuando yo aparezca la gente me diga ‘eso te lo ha hecho Rappel. Y te pago dos veces lo que hayas cobrado, te pago el doble’”, revela el vidente.
Finalmente, una emocionadísima duquesa de Alba llevó a la boda un vestido color amarillo. “Su reacción fue como una niña a la que le regalas un pastel. Empezó: ‘Ay, ay, que soy una chavala. Ahora sí que ligo”. Y, cuando volvió tras el evento, le reveló: ‘Lo más bonito es que cuando he llegado a la fiesta, mis amigas me han dicho: Eso te lo ha hecho Rappel’. Era como una niña”.
Unos poderes que llegaron a El Pardo
Su llegada al mundo extrasensorial no ocurre de un día para otro, a pesar de que ya durante su infancia experimentó alguna que otra percepción que, afirma, se escapaba de lo común. Sin embargo, observar cómo su niñera se escabullía con una gitana que vendía en la puerta de su colegio, a la cual llamaban Pioji, para que le echara las cartas fue un antes y un después en su entrada al mundo del esoterismo. “A lo mejor habría aprendido de otra manera, pero con ella descubrí que echando las cartas se podían adivinar cosas. Luego ya empecé a ir a videntes. Me enteré de que en Madrid había videntes muy famosos. Fui a sus consultas, me hice muy amigo. José María Martínez Pardo era el más famoso, y luego el marqués de Araciel, que fue el que me enseñó a mí a echar el tarot”, explica a Infobae España.
Su éxito subió como la espuma, y a día de hoy Rappel puede presumir de que entre sus clientes se encontraba el mismísimo Francisco Franco. “Su mujer venía a casa a hacerse la ropa y la marquesa de Ampudia, que para mí era mi madrina, y que iba todos los martes a comer a El Pardo con Franco me dice: ‘Oye, sabes que Paco ha oído hablar de ti? Y Paco quiere que le eches las cartas”, afirma el madrileño.
Uno de esos martes, acudió junto a la marquesa al hogar del dictador. “Buenos días, Rafael”, recuerda haber dicho Rappel. “Hola, ¿cómo estás? Francisco Franco, encantado”, le respondió. Una vez dentro, ambos se dirigieron hacia un despacho muy normal, para su percepción, y allí el jefe del Estado le confesó que quería “algo muy personal”. A lo que explica el diseñador: “Me dice que a él no le queda mucha vida, pero ‘¿te puedo preguntar por mis nietos? Porque a mí me interesan mis dos nietos mayores, Fran y Maricarmen’“.
Al comenzar por el marqués de Villaverde, descubrió que el pequeño tenía una enfermedad cardíaca que era el peor de los pesares del dictador: “Me dice: ‘Tú dime la verdad, tú que ves a ese niño. ¿Yo voy a ver la muerte de ese niño’? Yo le digo: ‘Usted se va a morir, pero antes que él. Usted se morirá y el niño se va a hacer muy mayor, se va a casar y va a ser padre’. Se le llenaron los ojos de lágrimas y me dice: ‘¡Ay! ¡Que me has hecho muy feliz! ¡Que va a ser un niño normal!”.
Al pasar a Carmen Martínez-Bordiú, revela el tarotista: “La expresión que tuvo... Me dice ‘Vamos a ver, porque Mari Carmen es una lagartija, una niña muy inquieta y vivaracha, muy espabilada’. Y entonces pongo las cartas y digo: ‘Esa niña inteligente va a estudiar, se va a casar y veo una boda’. Y me dice: ‘¿Una boda? ¿Solo una boda?’. Digo: ‘Espera, no, no, esta niña hará dos o tres bodas’”. A lo que el dictador le responde: “Ahí ya me cuadra. Porque yo no soy vidente, pero esta niña me extraña que esté con un hombre toda su vida”.
<b>“</b>Eso fue lo que me marcó para dedicarme a esta profesión”
A lo largo de sus casi 80 años, Rappel puede alardear de haber cumplido gran parte de sus sueños, tal y como refleja en El futuro ya es ayer. Formó parte de una Cabalgata de Reyes en Madrid durante el mandato de Tierno Galván, locutó durante años en la Cadena Ser, fue colaborador de televisión junto a Rafaella Carrá en Italia y, por si fuera poco, también se adentró en la casa de Gran Hermano en 2016. Por lo tanto, ¿ha vivido una vida plena el clarividente más famoso de nuestro país? “Sí”, responde él.
En una vida de grandes recuerdos y vivencias, también guardan cabida los peores episodios que nunca olvidará: “Yo me casé con la mujer que quise en su momento, de la que me enamoré. He tenido cuatro hijos, que tuve la desgracia que el segundo se me murió. Cuya muerte yo la adiviné, lamentablemente para mí. Eso fue lo que me marcó para dedicarme a esta profesión. Porque el que yo pensara que ese niño al día siguiente de nacer, qué pena que nos va a hacer sufrir porque se va a morir antes de cumplir un año y se nos muriese con 11 meses, eso es lo que a mí me marcó”.
No obstante, a día de hoy, admite haber sido, casi en su totalidad, feliz. “Tengo unos chicos buenos, trabajadores, felices. Conocí a un señor, que es mi pareja actual. Llevamos 40 años juntos y somos una pareja muy feliz. Hago lo que me gusta, porque mi trabajo me encanta. Adoro ayudar a la gente a adivinarle cosas”, finaliza el vidente.