
El vitíligo es una enfermedad crónica de la piel que causa la pérdida de pigmentación en algunas áreas del cuerpo, provocando la aparición de manchas blancas. Aunque no es contagioso ni doloroso, puede tener un impacto emocional y social en quienes lo sufren.
La causa exacta del vitíligo aún no se comprende por completo, pero los expertos coinciden en que se trata de una enfermedad multifactorial. Según la Clínica Mayo, se cree que una combinación de factores autoinmunes, genéticos y ambientales desencadenan la pérdida de melanocitos, las células responsables de producir melanina, el pigmento que da color a la piel, el cabello y los ojos.
Una de las teorías más aceptadas es que el sistema inmunológico ataca por error a los melanocitos y los destruye. Esta hipótesis se apoya en el hecho de que el vitíligo suele estar asociado a otras enfermedades autoinmunes, como la tiroiditis de Hashimoto, la diabetes tipo 1 y la artritis reumatoide. Además, los factores genéticos también juegan un papel importante: alrededor del 20% de las personas con vitíligo tienen un familiar cercano con la enfermedad.
El principal síntoma del vitíligo es la aparición de manchas despigmentadas en la piel, que suelen ser más evidentes en personas de piel oscura debido al contraste, pero pueden afectar a cualquiera independientemente de su tono de piel.
Según MedlinePlus, las áreas más comunes donde aparecen estas manchas incluyen las manos y los pies, la cara (especialmente alrededor de los ojos y la boca), codos y rodillas y las zonas de pliegues, como las axilas y la ingle. En algunos casos, el vitíligo también puede afectar al pelo, causando canas prematuras en el cuero cabelludo, las cejas, las pestañas o la barba. Asimismo, puede producir pérdida de pigmentación en las membranas mucosas, como el interior de la boca y los genitales.
El diagnóstico del vitíligo se basa principalmente en la evaluación clínica. Los dermatólogos suelen utilizar una lámpara de Wood, un dispositivo que emite luz ultravioleta, para detectar las áreas despigmentadas de forma más precisa. En algunos casos, se pueden realizar biopsias de piel o análisis de sangre para descartar otras condiciones dermatológicas o identificar posibles enfermedades autoinmunes subyacentes.
Tratamientos para el vitíligo
Aunque no existe una cura definitiva para el vitíligo, sí hay diversas opciones terapéuticas que pueden ayudar a detener la progresión de la enfermedad y, en algunos casos, restaurar parte de la pigmentación.
- Tratamientos tópicos: los corticosteroides y los inhibidores de calcineurina (como el tacrolimus) se utilizan para reducir la inflamación y estimular la repigmentación en áreas pequeñas.
- Fototerapia: la terapia con luz ultravioleta B de banda estrecha (UVB) es una de las opciones más efectivas. Se realiza en sesiones regulares bajo supervisión médica y puede promover la repigmentación en un 50 % o más de los casos, según la Clínica Mayo.
- Cirugía: en casos seleccionados, se pueden realizar injertos de piel o trasplante de melanocitos para restaurar el color en áreas resistentes a otros tratamientos.
- Despigmentación: para pacientes con vitíligo extenso que no responden a otras terapias, se puede considerar la despigmentación del área de piel normal restante para uniformar el tono.
- Tratamientos emergentes: investigaciones recientes exploran terapias con inmunomoduladores biológicos, como los inhibidores de JAK, que han mostrado resultados prometedores en ensayos clínicos.
El vitíligo puede afectar gravemente la autoestima y el bienestar emocional de quienes lo padecen. Por ello, es importante el apoyo psicológico para ayudar a los pacientes a afrontar el impacto social y emocional de la enfermedad.