Italia, traumatizada por la ofensa de Meloni al documento fundacional de la UE, escrito por tres antifascistas recluidos por Mussolini en una isla-cárcel en 1941

La leyenda cuenta que fue escrito en papel de cigarros y transportado a la península escondido en un pollo asado

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Montaje elaborado por Infobae.
Montaje elaborado por Infobae.

“Ventotene no es mi Europa”, exclamó Giorgia Meloni este miércoles ante unos diputados atónitos. Fue una de últimas cosas que pudo decir antes de que estallara el caos y la indignación en la Cámara: entre gritos, burlas, risas e incluso llantos, la sesión se tuvo que suspender.

Se celebraba en Italia la sesión previa al Consejo Europeo en el que como punto principal del día se debían tratar las iniciativas de rearme comunitario para depender menos de la defensa y el apoyo de Estados Unidos ante la amenaza de Putin en Ucrania y en el flanco este de Europa.

Cómo afrontar este rearme desde la UE es una cuestión en la que Meloni camina como equilibrista, entre su cercanía con la administración estadounidense —con Donald Trump y Elon Musk a la cabeza— y la necesidad de formar parte de esta idea de Europa fuerte y centrada en la seguridad que quiere impulsar la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.

Ventotene (Web de Turismo)
Ventotene (Web de Turismo)

Pero el trauma que ha supuesto para Italia el rechazo de Meloni al ‘concepto Ventotene’ solo es comprensible si se aborda bajo el prisma de la historia antifascista y los mitos de los años de lucha contra el régimen fascista de Benito Mussolini.

El Rey Felipe VI ha defendido desde Roma que la relación entre España e Italia "puede ser aún más intensa y fructífera" dada la "profunda amistad" que existe entre los dos países y que se ha mantenido "más allá de intereses coyunturales". (Fuente: Casa Real)

Ventotene, una isla de 3 kilómetros

El texto, conocido formalmente como Por una Europa libre y unida o Manifiesto de Ventotene, es uno de los documentos fundacionales de la Unión Europea, escrito en uno de los momentos más oscuros de la Segunda Guerra Mundial por tres prisioneros políticos antifascistas confinados en Ventotene, una minúscula isla de apenas 3 kilómetros de largo por escasos 900 metros de ancho en medio del mar Tirreno, frente a la costa de Nápoles.

Era 1941 cuando el político y activista Altiero Spinelli y Ernesto Rossi, junto con el filósofo socialista Eugenio Colorni, los tres recluidos en la isla por haberse opuesto al régimen de Mussolini, idearon un proyecto de unidad europea. La idea principal que los guiaba era la fuerza que surgiría de un continente unido federalista que dejara aparte los nacionalismos que en ese momento inundaban Europa de sangre.

Placa conmemorativa que recuerda las
Placa conmemorativa que recuerda las condiciones donde se redactó el Manifiesto

Hay ríos de literatura y teoría en torno a este texto “sagrado” para la política italiana, que la leyenda cuenta que fue escrito por sus autores en papel de cigarrillos y difundido clandestinamente gracias a la mujer de Colorni, Ursula Hirschmann, que lo transportó al continente escondido en un pollo asado para después darlo a conocer bajo gran secretismo en los ambientes opositores de Roma y Milán.

Hirschmann, nacida en Berlín, fue una activista feminista que colaboró con el movimiento antifascista italiano y cuando Colorni, su marido, fue detenido y encarcelado en la pequeña isla de Ventotene, se fue allí con él y ayudó al movimiento a difundir las ideas que se forjaron en la isla.

El manifiesto declara que cualquier victoria sobre los fascistas resultaría inútil si tan solo conducía al establecimiento de otra versión del antiguo sistema europeo de Estados nacionales soberanos, aunque asociados en alianzas distintas, ya que acabaría provocando otra guerra mundial. Por eso proponía la formación de una federación supranacional europea, cuyo principal objetivo consistiría en unir a los Estados europeos hasta el punto de imposibilitar una nueva guerra, explica la Unión Europea.

Altiero Spinelli
Altiero Spinelli

Ahora Meloni parece renegar de este texto, pero todo el espectro a su izquierda solo usa palabras como “sagrado”, “mártires”, “icónicos” para referirse a sus autores.

La propia Unión Europea lo califica como un texto “considerado por muchos como el punto de partida del federalismo europeo”. El manifiesto fue muy leído por aquellos que se unieron a la Resistencia italiana para luchar contra los nazis.

“Las fuerzas reaccionarias tienen hombres hábiles y educados para mandar, que combatirán obstinadamente para conservar su supremacía. En los momentos graves saben disfrazarse, se proclaman amantes de la libertad, de la paz, del bienestar general y de las clases más pobres. Ya los hemos visto asomar en el pasado detrás de los movimientos populares, paralizándolos, desviándolos y convirtiéndolos en el proceso contrario. Sin duda alguna será la fuerza más peligrosa con la que se tendrá que ajustar cuentas.

El punto en el que intentan presionar es la restauración del Estado nacional. Así pueden calar en el sentimiento popular más extendido, más ofendido por los movimientos recientes y más fácilmente utilizable para los propósitos reaccionarios: el sentimiento patriótico. De esa manera, pueden confundir con facilidad las ideas de sus adversarios, ya que para las masas populares la única experiencia política adquirida hasta ahora es la que se desarrolla en el ámbito nacional, por lo cual es bastante fácil llevarlas, tanto a ellas como a sus dirigentes más miopes, al terreno de la reconstrucción de los Estados abatidos por el vendaval".

(Este es el inicio del Manifiesto en una traducción de Marcello Bellotti en el diario CTXT)

Tomemos en consideración también la gran manifestación que congregó en Roma a decenas de miles de ciudadanos el sábado pasado, que salieron a las calles de la capital italiana para reafirmar los valores fundacionales de la Unión Europea y relanzar la unidad ante un momento considerado crítico para la institución.

Para apuntalar sus argumentos en la Cámara —la presidente dudaba que los participantes hubieran leído el texto porque si no se habrían dado cuenta de los conceptos radicales y marxistas que contiene, como la búsqueda de “emancipación de la clase obrera” o la reflexión sobre la propiedad de los medios de producción —, Meloni citó pasajes incompletos, omitió algunas partes y dejó de lado, sobre todo, el contexto histórico en el que fue escrito, un momento en el que el nazismo estaba en auge en Europa y los autores se encontraban confinados en una isla donde los fascistas les tenían aislados para impedir la circulación de sus ideas.

Entre las risas de los diputados de derechas, que jaleaban la indignación de la izquierda, el diputado Federico Fornaro, del Partido Democrático, reclamó contundentemente no reírse de este tema: “Esto es un lugar sagrado de la democracia”.

“Usar de esta manera su nombre significa ofender la memoria de Spinelli, un padre de Europa reconocido en todo el Viejo Continente, y de Colorni, asesinado por los fascistas”, dijo.

“Eran presos políticos”, continuó; “Arrodíllese frente a estos hombres, presidente”, le pidió a Meloni; “¡Vergüenza!”, exclamó finamente, agotado. Y después, este señor de 62 años se echó a llorar, con la cabeza entre las manos.