En los lugares que no tienen costa, es fácil que bañarse en el primer cuerpo de agua que se encuentre sea tentador. Pero no siempre es buena idea: una investigación liderada por la Universidad de York ha revelado una alarmante situación sobre la contaminación de los ríos del mundo por sustancias químicas farmacológicas. Este estudio, que analizó más de 1.000 muestras de agua de ríos de 104 países, ha identificado un fenómeno global preocupante: la presencia de fármacos en los cauces fluviales.
Ríos cargados de fármacos
El proyecto, que forma parte del Global Monitoring of Pharmaceuticals, reunió a 127 científicos de 86 instituciones que evaluaron la presencia de 61 medicamentos diferentes, como antibióticos, antidepresivos y analgésicos, en las aguas de ríos de todo el mundo. El estudio revela que más del 25% de los ríos analizados presentan niveles de contaminación que podrían resultar tóxicos para los organismos acuáticos y, potencialmente, para los seres humanos.
Según han informado desde el medio británico Express, el peor de todos está en España, y esta semana se ha desbordado: el río más contaminado de Europa (en cuanto a su concentración de residuos farmacéuticos) es el Manzanares, en Madrid. Entre los compuestos detectados en el río se encuentran paracetamol, cafeína, metformina, gabapentina, y fexofenadina.
No son los únicos: cinco de los fármacos encontrados en el Manzanares aparecen en unas concentraciones que suponen “un riesgo potencial para el medio ambiente”, según las declaraciones del ambientólogo Andreu Rico recogidas en El País. Dos sustancias contra la hipertensión —el propranolol y el verapamilo— y el antidepresivo citalopram son una amenaza para los organismos acuáticos, mientras que los antibióticos metronidazol y sulfametoxazol pueden favorecer la aparición de superbacterias resistentes a estos medicamentos.
Queriendo decir que la contaminación farmacológica no solo afecta al equilibrio ecológico de los ríos, sino que también favorece la proliferación de bacterias resistentes a los antibióticos, lo que representa un grave riesgo para la salud pública. La presencia de antibióticos en el agua, incluso en concentraciones bajas, puede contribuir a la creación de cepas resistentes, dificultando aún más el tratamiento de infecciones en seres humanos.

Los investigadores apuntan que la contaminación en este río podría estar relacionada con la ineficiencia de los sistemas de depuración de aguas residuales y el vertido directo de aguas no tratadas, además de la acumulación de desechos en los márgenes del río.
De acuerdo con Rico, “el Manzanares es un río de una zona semiárida donde la capacidad de dilución de la contaminación es baja”, lo que agrava la concentración de sustancias contaminantes. Según explica, “lo que hace que tengamos tanta contaminación en comparación con otros ríos europeos es que el Manzanares es un hilito de agua”. Así que lo mismo queda más limpio después de haberse acaudalado tanto.
No solo pasa en el Manzanares: es un problema en todo el mundo
Si bien el río Manzanares es el caso más destacado en Europa, la contaminación farmacológica afecta a muchos otros en el mundo, especialmente en regiones de África, Asia y América Latina. Países como Pakistán, India y Etiopía se encuentran entre los más afectados, con ríos que presentan niveles de toxicidad aún mayores.
Así, los investigadores advierten que este fenómeno no es un problema exclusivo de Europa, sino que es un desafío global que requiere respuestas rápidas y coordinadas. Según John Wilkinson, responsable del estudio, “la magnitud del problema exige respuestas rápidas y coordinadas. No podemos permitir que nuestros ríos sigan siendo vertederos de medicamentos”. Por esto mismo, el equipo de investigación subraya la necesidad de mejorar los sistemas de depuración de aguas residuales, implementar un control más riguroso sobre los residuos farmacéuticos, y llevar a cabo campañas de concienciación ciudadana sobre los riesgos de esta contaminación.