
La presión adecuada de los neumáticos es un tema recurrente en la seguridad vial y su importancia no puede ser subestimada. Sin embargo, a pesar de las advertencias de expertos y las campañas informativas, muchos conductores siguen circulando con neumáticos desinflados, lo que representa una grave amenaza para la seguridad, la economía personal y el medioambiente.
Investigaciones recientes indican que el 40% de los conductores españoles rara vez revisan la presión de sus neumáticos. Este fenómeno no solo afecta a coches particulares, sino también a furgonetas, camiones y SUV, vehículos que se encuentran regularmente en las carreteras.
Una presión baja en los neumáticos afecta directamente tres aspectos clave de nuestras vidas: la seguridad, la economía y el medioambiente. Los expertos sugieren comprobar la presión de los neumáticos al menos una vez cada dos semanas para evitar consecuencias graves.
Consecuencias de las ruedas con poco aire
Uno de los efectos más inmediatos de tener neumáticos con poca presión es el aumento del riesgo de accidentes. Entre los principales peligros se incluyen:
- Distancia de frenado más larga: Un neumático con baja presión no puede ofrecer el mismo nivel de adherencia que uno correctamente inflado, lo que aumenta la distancia de frenado, especialmente en superficies mojadas.
- Riesgo de aquaplaning: La capacidad de los neumáticos para evacuar el agua y evitar el deslizamiento se ve reducida, lo que aumenta la probabilidad de aquaplaning.
- Respuestas menos precisas del automóvil: Los vehículos con neumáticos desinflados responden de forma más lenta y menos precisa ante maniobras de dirección, lo que dificulta el control del coche en situaciones críticas.
- Mayor riesgo de reventones y pinchazos: Los neumáticos desinflados tienen una mayor probabilidad de sufrir daños estructurales, aumentando el riesgo de que se revienten durante la conducción.
- Desgaste acelerado de componentes del sistema de dirección: La presión incorrecta en los neumáticos provoca un desgaste desigual en las llantas, lo que, a su vez, afecta a la alineación del vehículo y al desgaste prematuro de otros componentes.
La baja presión en los neumáticos no solo pone en peligro la seguridad, sino que también tiene implicaciones económicas. Los neumáticos desinflados se desgastan más rápido, lo que significa que habrá que reemplazarlos con mayor frecuencia, generando un gasto adicional.
Además, la resistencia a la rodadura aumenta cuando los neumáticos están desinflados, lo que provoca un mayor consumo de combustible. De hecho, una reducción de la presión de los neumáticos en solo 0,5 bar puede aumentar el consumo de combustible hasta un 5%. Esto puede traducirse en un gasto adicional significativo a lo largo del año, con el consiguiente impacto en el presupuesto de los conductores.
En este sentido, la vida útil de la banda de rodadura puede reducirse entre un 20% y un 30% con solo 0,5 bar de presión por debajo del nivel recomendado. De igual manera, la resistencia a la rodadura puede aumentar hasta un 15%, lo que implica más consumo de combustible y mayores emisiones de CO2. Además, el desgaste desigual de los neumáticos, causado por la presión baja, puede llevar a la necesidad de reemplazar las llantas con mayor frecuencia.
Además de los costos económicos, los neumáticos con baja presión tienen un impacto negativo sobre el medioambiente. Cuando los neumáticos sufren un desgaste excesivo o se rompen debido a la presión inadecuada, generan fragmentos de plástico y otros materiales que contribuyen a la contaminación. También se produce un aumento en las emisiones de gases contaminantes debido a la mayor resistencia a la rodadura, lo que incrementa el consumo de gasolina y, en consecuencia, las emisiones de dióxido de carbono.
Estudios muestran que los neumáticos correctamente inflados pueden reducir a la mitad las emisiones de CO2. Además, los neumáticos desinflados generan más ruido, con un aumento de hasta 2 dB (A), lo que contribuye a la contaminación acústica en las ciudades y carreteras.
Causas comunes de la presión baja
La presión baja en los neumáticos puede deberse a varios factores. Algunas de las principales causas incluyen:
- Neumático dañado: Cortes o abrasiones pueden provocar un pinchazo, reduciendo la presión de aire de manera gradual.
- Neumático viejo: Con el tiempo, los neumáticos envejecen y el caucho se vuelve poroso, lo que permite la fuga de aire. Esto es especialmente problemático en vehículos que no se utilizan con regularidad.
- Condiciones climáticas: Las variaciones de temperatura también afectan la presión de los neumáticos. El aire se expande con el calor y se contrae con el frío, lo que puede causar fluctuaciones en la presión, especialmente si el vehículo se encuentra en un entorno de temperaturas extremas.