La relación entre educación y salud ha sido tema central en los libros y publicaciones de la ginecóloga Miriam Al Adib, quien ha puesto el énfasis en cómo una mejor formación puede impactar positivamente en la toma de decisiones médicas y de autocuidado. Según explica a Infobae España, “cuanta más educación y más información tengas, más salud vas a tener, porque sabes además discernir cuándo tienes que ir al médico, cuándo no sabes lo que es patológico y lo que no lo es”.
Nacida en el seno de una familia donde la medicina y la cercanía a los pacientes eran pilares fundamentales, Al Adib tomó inspiración de su padre, un médico de pueblo en Almendralejo, Extremadura. En la entrevista, explicó cómo este legado marcó su trato con los pacientes: “No distinguía entre vida personal y trabajo, era médico y persona a la vez”. Decidió crear una clínica privada para dedicar más tiempo a cada consulta: “para tener más tiempo con mis pacientes”, y ahora tiene centros por toda España.
La doctora, que cuenta con más de 200.000 seguidores en Instagram, atiende a Infobae España tras acudir a un congreso de nutrición donde ha dado una ponencia sobre la implicación que tiene la nutrición en el síndrome del ovario poliquístico. En 2017 ya publicaba estudios sobre ello, aunque recuerda que cuando los publicó “era como... pero, ¿y esta mujer qué está diciendo?”, y ahora la llaman para hablar de ello frente a otros científicos.
Miriam es la madre de una de las niñas que fueron víctimas del Caso Almendralejo, en el que imágenes manipuladas digitalmente con inteligencia artificial de varias menores fueron difundidas sin su consentimiento por compañeros de clase. La ginecóloga destacó que este tipo de tecnología ha añadido un nuevo nivel de complejidad a la necesidad de educación sexual, al acoso escolar y al bullying, ya que las víctimas no solo enfrentan el hostigamiento en el entorno físico, sino también en el digital, donde el alcance es mucho mayor y más invasivo.
Las madres de las víctimas fueron calificadas de “histéricas” o “exageradas” en el momento en el que se conoció el caso, pero fue cuando las autoridades tipificaron lo sucedido como un delito de pornografía infantil cuando sus visiones fueron tomadas en serio: “Cuando sale el nombre del delito, ya no es ninguna tontería”.
A día de hoy, Miriam celebra como madre, pero también como divulgadora, que las niñas se encuentren bien y no tengan secuelas de lo sucedido. Sin embargo, acabó con un sabor agridulce con los medios de comunicación, pues a pesar de la importancia de las coberturas, dice que se olvidaron rápido de la salud real de las niñas: “Me hubiera gustado que los medios se enfocaran en la buena noticia final y que esta sirviera para educar a otras familias sobre cómo manejar situaciones similares”, comenta.
Educación sexual para las nuevas generaciones
En su último libro, Todo lo que debes saber sobre la sexualidad, dirigido al público joven, Miriam Al Adib aborda temas complejos que van desde la exposición temprana al porno hasta la falta de educación corporal, factores que ella considera determinantes en la salud sexual y emocional de las personas. Según destaca la ginecóloga, “la distorsión de la conciencia corporal por una falta de educación sexual puede generar vaginismos, vulvodinia o dolor en las relaciones sexuales también”.

La hipersexualización de la infancia y la carencia de una adecuada educación sexual generan serias consecuencias tanto físicas como emocionales en jóvenes de edades cada vez más tempranas. Según Al Adib, cada vez más menores acceden a contenido pornográfico a edades tan preocupantes como los 13 e, incluso, los ocho años. Esto deriva en una confusión sobre el sexo, normalizando relaciones que no son sanas ni respetuosas.
“La falta de educación sexual acompañada de prácticas para las cuales no están preparados ni física ni mentalmente, pues es un desastre muy grande”, expresa la ginecóloga. Además, subraya que esta situación genera relaciones sexuales sin consensuar adecuadamente las responsabilidades y los límites, llevando a problemas emocionales y físicos a largo plazo.
La especialista pone el énfasis en que los jóvenes reciben influencia de modelos irreales impuestos por el cine para adultos, lo que distorsiona su percepción de la sexualidad y de sus propias expectativas. “Creen que el sexo es todo genital, como en las películas pornográficas, lo que los lleva a confusiones y prácticas insatisfactorias”, dice. Esto, según Al Adib, puede desencadenar trastornos como disfunción eréctil en los hombres o dolor durante las relaciones sexuales en las mujeres, provocado por la presión social y estereotipos inalcanzables.
Falta de formación y consecuencias relacionales
La carencia de formación sexual repercute negativamente en las relaciones afectivas y la capacidad para detectar señales de maltrato o toxicidad, añade la doctora. Muchos jóvenes enfrentan dinámicas problemáticas tras experiencias negativas en su adolescencia, generando patrones dañinos. “Si no sabes identificar las líneas rojas o ’romantizas’ ciertas conductas relacionadas con el maltrato, esto puede deberse a una falta de educación sexual o una mala experiencia inicial”, añade.
El impacto de la educación deficiente se vincula a decisiones arriesgadas. Miriam coloca como ejemplo cómo la presión grupal puede presionar a los adolescentes a consumir alcohol para luego participar en relaciones sexuales no consensuadas o apresuradas, lo que provoca frustración emocional y riesgos físicos, como embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual.
Contrario a ciertos prejuicios de los padres, esta formación no incita a los menores a iniciar sus relaciones sexuales precozmente, sino a retrasar dicha decisión hasta sentirse seguros y preparados. “Cuando tú das educación sexual de calidad, retrasan la edad de inicio de las relaciones sexuales,” subraya.
La educación sexual no pretende enseñar únicamente las mecánicas de las relaciones, sino fomentar el autoconocimiento corporal, el respeto mutuo y una toma de decisiones informada. Estos valores se agrupan en lo que la autora describe en su libro como las “tres erres”: respeto, responsabilidad y reciprocidad. “Si se dan estas tres erres, perfecto,” resumió la también divulgadora.
“El momento adecuado” para empezar a tener relaciones sexuales
Una de las reflexiones más llamativas de la ginecóloga es que no existe una edad para comenzar con las relaciones sexuales, sino que esto depende de la madurez y circunstancias específicas de cada individuo. “No hay una edad, lo que hay es una madurez y una serie de criterios claros”, sostiene.
Forzar a los jóvenes a cumplir con una regla rígida puede ser contraproducente, ya que suelen actuar de manera contraria a las imposiciones.
Dentro de sus investigaciones, la ginecóloga ha tratado patologías desconocidas o mal diagnosticadas como la vaginitis inflamatoria descamativa, que puede afectar gravemente la calidad de vida. Como relata, este tipo de casos no siempre tienen origen psicológico: “Primero, descartar si es por alguna patología orgánica, una vulvovaginitis, un liquen que también está muy infradiagnosticado. [...] Eso es una patología orgánica, no es psicológico ni es otra cosa”.
La “lenta” investigación sobre el cuerpo de la mujer
Otro aspecto que ha destacado esta especialista es la falta de celeridad en los avances científicos relacionados con la salud femenina. Al Adib califica esta situación como crítica: “Es muy lento para mi gusto, muy lento. [...] En la mujer pasa una cosa y es que todo lo metemos en lo psico”, refiriéndose al hábito de etiquetar enfermedades biológicas o sociales como trastornos estrictamente psicológicos. Situaciones como los duelos gestacionales o los efectos del maltrato social son ejemplos de procesos que podrían manejarse de forma más integral, explica.
Por culpa de esto, muchos pacientes terminan medicalizados prematuramente: “Acabas psiquiatrizada, tomándote psicofármacos cuando tú no eres la enferma, sino el entorno que tú tienes”. Por ello, subraya la necesidad de aplicar tratamientos personalizados y diferenciados, que incluyan alternativas terapéuticas antes de recurrir a medicamentos.
La ginecóloga fue una de las pioneras en introducir la alimentación y la microbiota en el tratamiento y estudio de enfermedades ginecológicas. Desde el 2017, comenzó a destacar la relación entre la disbiosis intestinal y enfermedades como la endometriosis. Sobre este tema, afirma: “Yo ya en 2017 empecé a hablar de la relación entre la permeabilidad intestinal por una disbiosis intestinal y la endometriosis, en cómo empeoraba la endometriosis por una microbiota alterada”, una perspectiva que inicialmente suscitó sorpresa dentro de la comunidad médica.
Divulgación como herramienta transformadora
Desde el inicio de su carrera, Al Adib enfocó su pasión también en la divulgación científica al público general, ya sean sus pacientes o no. Comenzó en 2010 con la publicación de artículos en un blog, como una forma de continuar educando a sus pacientes fuera del consultorio.
La obstetra cuenta que, con frecuencia, aconsejaba leer sus textos para agilizar la consulta. Gracias a este esfuerzo, su mensaje trascendió fronteras, y su consulta en Almendralejo comenzó a recibir pacientes de diversos lugares, atraídos por su perspectiva diferenciada sobre la medicina.
Con su estilo directo y accesible, Miriam Al Adib está consolidándose como una figura clave para entender los avances y desafíos en la salud femenina desde una visión holística, que combina ciencia, aprendizaje y proximidad con sus pacientes.