
El pasado jueves 13 de marzo, frente a la escuela del pueblo de Lalandelle, en el norte de Francia, se vivió una escena inusual: los padres organizaron una concentración para protestar por el comportamiento de dos niños de educación primaria, y las autoridades acudieron —con sus bandas tricolores con la bandera francesa— a escuchar sus quejas. Y es que la situación va mucho más allá del típico conflicto sin consecuencias que suele dar entre los niños de esas edades.
Según cuenta el medio France Info, los padres afirman que dos compañeros de clase de sus hijos tienen una actitud particularmente violenta que está haciendo imposible la convivencia. Denuncian agresiones físicas, mordiscos, vuelco de mesas y sillas, insultos e incluso exhibiciones indecentes. Estas acciones, dirigidas tanto a sus compañeros como al personal educativo, están afectando a toda la escuela. “Tenemos niños que tienen pesadillas, niños con ansiedad por venir a la escuela”, declara a France Info Diane Cousin, la madre de uno de los alumnos de la escuela. “Tenemos niños que somatizan. Niños que tienen pesadillas, que sienten ansiedad antes de venir a la escuela. Niños que lloran y no quieren ir. Por la mañana, se aferran a sus padres porque no quieren entrar en clase. Tenemos maestras con lágrimas en los ojos que ya no pueden más”.
La maestra de educación primaria, que afirma que ha hecho todo lo posible por mejorar la convivencia, ahora está de baja por depresión. Su sustituta solo aguantó 15 días. La tercera acaba de llegar. En respuesta a las numerosas quejas, la inspección académica ha excluido temporalmente a uno de los alumnos conflictivos hasta las vacaciones de Semana Santa, pero sin ofrecer una solución definitiva. En un comunicado, las autoridades educativas afirman que “se han tomado todas las medidas para que estos dos niños puedan continuar su escolaridad, que recordamos es obligatoria, garantizando al mismo tiempo la tranquilidad en la clase y en la escuela”.
Críticas a la lentitud administrativa
Para los padres de los alumnos, todas estas medidas son insuficientes y dicen que se sienten abandonados. Aurore Vitaux, otra madre, reclama: “En nombre de todos los padres y de las maestras, pedimos la expulsión definitiva de estos alumnos, porque han sobrepasado todos los límites. No se les puede manejar en clase. Necesitan un entorno educativo especializado”.
El alcalde de Lalandelle, Jacques Ligneul, comparte la preocupación de los padres y critica la lentitud administrativa: “Estos niños tienen un problema, y no es su culpa, no queremos estigmatizarlos. Pero hoy el problema es que hay dos niños que están causando graves dificultades. Seguramente hay soluciones, pero deben aplicarse mucho más rápido”.
Otro aspecto que inquieta tanto a los padres como al alcalde es el retraso académico que están acumulando los demás alumnos y la falta de conocimientos básicos debido a estos continuos trastornos en el aula. Ante una situación que parece estancarse, algunos padres están considerando retirar a sus hijos de esta escuela pública, a la que, a pesar de toda la situación, dicen estar muy apegados.