
La adicción al sexo puede demostrarse como un trastorno o una conducta que el afectado no puede controlar. Sin embargo, también puede tornarse en una situación de acoso. Si estas personas no tienen una pareja estable, buscan continuamente alguien con quien poder mantener relaciones sexuales.
Sin embargo, cuando una personas con esta patología inicia una relación amorosa, si no se encuentra una solución médica puede tornarse en algo peligroso para la otra persona. Esto es lo que ha ocurrido a una pareja de jubilados en Francia, donde la supuesta adicción del marido tornó en un claro caso de acoso, físico y psicológico.
Condenado por acoso
Un hombre de 64 años ha sido condenado a dos años de prisión por acoso en Estraburgo, Francia. Según Actu Strasbourg , la víctima presentó una denuncia en 2021 alegando una “vida cotidiana insoportable”. Durante meses, su marido convirtió su relación en una presión constante, que terminó con la mujer acudiendo a comisaría.
Durante la interposición de la denuncia y la investigación, la mujer afirmó que “la seguía “a todas partes, incluso a la ducha”. ”Soy su cosa, su esclava, cuando silba tengo que estar ahí para él“, relató la jubilada. Estas acusaciones son habituales en los casos de violencia machista. Sin embargo, esta actitud comenzó tras mucho tiempo de relación y de una forma enfermiza.
Tan evidente era la situación de acoso, que los hijos que tenían en común se dieron cuenta y comenzaron a intervenir. Acompañaban a su madre al baño para que su padre no entrara. Ellos mismos definieron a su progenitor como un “adicto al sexo”. Al observar este repentino comportamiento de su padre hacia su madre, tuvieron que posicionarse para frenarlo.
En un periodo de meses, el jubilado llegó a realizar más de 300 llamadas telefónicas y a enviar 1.000 mensajes de texto. El hombre era incapaz de permanecer separado de su mujer, entrando en momentos de ansiedad y una obsesión inevitable.
El nivel de obsesión llegó al punto de que, cuando su mujer se negó rotundamente a mantener relaciones sexuales, este le pidió que le diera “sus bragas” o su “vello púbico”. La situación llegó al límite cuando el hombre amenazó a su mujer con suicidarse, si esta no cambiaba de opinión y acababa por aceptar acostarse con él.
“Era como una droga”
El marido ha reconocido la veracidad de esta historia. “Lo lamento, debería haber buscado tratamiento”, dijo ante el tribunal. En todo momento, trató de explicar que no estaba tomando esas decisiones de forma voluntaria, sino empujado por una enfermedad. “Era como una droga”, concluyó para hacer entender sus impulsos y que no un trastorno lo empujaba a actuar de esta manera.
Los sucesos relatados y los intentos de suicidio han hecho que, en estos momentos, sea tratado por un psicólogo. Cuando se concluyen enfermedades mentales como factor diferencial o motivo principal de un delito, se tiene en cuenta en la condena. Podría ser enviado a un centro especializado y recibir el tratamiento necesario. No obstante, para ello, deberá demostrarse este supuesto trastorno.