Así es GJ 3998 d, el planeta descubierto desde Canarias orbitando en la zona habitable de una enana roja cercana al Sol

Se trata de una supertierra que podría albergar agua líquida, uno de los principales ingredientes para la vida tal y como se conoce

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Recreación artística de GJ 3998
Recreación artística de GJ 3998 d, una supertierra en la zona habitable de su estrella (Gabriel Pérez Díaz, SMM, IAC)

El 22 de enero de 1992, los astrónomos Alexander Wolszcan y David Frail detectaron, desde el observatorio de Arecibo (Puerto Rico), a Poltergeist, el primer exoplaneta (un planeta que orbita alrededor de una estrella distinta al Sol) descubierto. La detección de este cuerpo celeste marcó un antes y un después en el campo de la astronomía: aunque los investigadores tenían la certeza de que el Universo debía estar plagado de planetas, esta fue la confirmación.

Treinta años después, la tecnología - que cada vez se desarrolla más deprisa - ha permitido la detección de 5.849 exoplanetas confirmados (es decir, que se ha podido detectar su masa y no solo su tamaño) y repartidos en 4.367 sistemas planetarios en todo el universo observable. De todos ellos, solo unos pocos se encuentran en la zona habitable de sus respectivos sistemas; aunque los expertos estiman que, solo en la Vía Láctea, debe haber unos 60 mil millones de planetas con el potencial de albergar vida, según datos recogidos por el telescopio espacial Kepler. El primero en ser descubierto fue el llamado Kepler-22b y, aunque se localizó en el año 2011, continúa siendo considerado como uno de los que más probabilidades tiene de albergar algún tipo de vida, aunque por supuesto no hay forma de confirmar nada de esto por el momento.

La “zona habitable” de un sistema planetario, también conocida como la zona Ricitos de Oro, es aquella que se encuentra a la distancia perfecta de una estrella para que puedan darse las condiciones necesarias para el desarrollo de la vida tal y como se conoce. Lo más importante: que puedan albergar agua líquida, que disuelve y transporta químicos, permitiendo reacciones metabólicas esenciales.

Pero para que un planeta pueda albergar vida - o al menos del tipo que existe en la Tierra - también es necesaria alguna fuente de energía que permita la creación y supervivencia de la vida, sea en forma de luz (procedente de la estrella alrededor de la que orbite el planeta y conservada gracias a la presencia de una atmósfera) o energía química. También son importantes la propia composición química de la atmósfera y los sistemas geoquímicos del planeta: debe haber algún nivel de riqueza en nutrientes, que suelen ser reabastecidos y transportados mediante los ciclos de agua, los movimientos atmosféricos y la actividad volcánica.

Recreación del planeta GJ 3998
Recreación del planeta GJ 3998 d y su órbita (Gabriel Pérez Díaz, SMM, IAC)

Un nuevo planeta potencialmente habitable

De acuerdo con lo publicado en el medio especializado en divulgación científica Sinc, esta misma semana, un equipo internacional de astrónomos liderado por Atanas Stefanov, un investigador predoctoral del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha detectado una supertierra orbitando en la zona habitable de GJ 3998, una enana roja que es, además, de las más “cercanas” al Sol: el planeta, denominado GJ 3998 d, es el tercero detectado en este sistema, a 59 años luz de distancia, es decir, la distancia que se recorre en 59 años viajando a la velocidad de la luz, que sería, aproximadamente, de unos 558 billones de kilómetros, o lo que es lo mismo, 558 seguido de 12 ceros.

“GJ 3998 d es una incorporación bienvenida al censo planetario de nuestro vecindario cósmico”, afirma Atanas Stefanoc, estudiante de doctorado financiado por Fundación “La Caixa” en el Instituto de Astrofísica de Canarias y la Universidad de la Laguna; y autor principal del estudio publicado en Astronomy & Astrophysics.

Este nuevo “vecino cósmico” tiene una masa aproximadamente seis veces mayor que la de la Tierra, pero tarda únicamente 41,8 días en completar su órbita alrededor de su estrella. Esto quiere decir que está significativamente más cerca de GJ 3889 que la Tierra del Sol, pero esta menor distancia se compensa por el tamaño de la estrella, que al ser una enana roja (el tipo de estrella más común y más pequeño de todas las conocidas, desde un 8% a un 60% del tamaño del Sol) su zona habitable se encuentra más cerca que en sistemas con estrellas mayores y más energéticas. “GJ 3998 es significativamente más pequeña y más fría que el Sol, lo que desplaza la zona habitable más cerca de la estrella”, explica Alejandro Suárez Mascareño, investigador del IAC y coautor del estudio.

Se estima que este planeta recibe un 20% más de radiación estelar que la Tierra, lo que, siempre que tenga una composición rocosa, podría permitir la presencia de agua en estado líquido: “Aunque ciertamente es diferente a la Tierra, si el planeta es rocoso, podría ser capaz de albergar agua líquida en su superficie, uno de los requisitos principales para la vida”, ha concretado Jonay I. González Hernández, investigador del IAC y también coautor.

“Esto nos da una razón más para seguir buscando planetas habitables a nuestro alrededor”, ha apuntado Stefanov. Una particularidad de este planeta es su cercanía, lo que podría permitir la caracterización de su atmósfera: “Debería ser posible comprobar la presencia de una atmósfera y buscar oxígeno utilizando el futuro espectrógrafo ANDES en el Telescopio Extremadamente Grande (ELT) de ESO. GJ 3998 d también sería un buen objetivo para el futuro telescopio Exo Life Finder (ELF) de 50 metros, liderado por el IAC, que buscará biomarcadores en las atmósferas de exoplanetas”, comenta Rafael Rebolo, investigador del IAC y coautor del estudio.

El descubrimiento forma parte del programa HADES, un esfuerzo internacional para explorar sistemas planetarios alrededor de enanas rojas mediante el Telescopio Nazionale Galileo (TNG) en el Observatorio del Roque de los Muchachos, en La Palma.