Tensión entre los trabajadores y algunos sintecho de Barajas, mientras las autoridades no alcanzan una solución: “Hemos acabado a puñetazo limpio”

Personal de limpieza y seguridad explica los problemas que genera una parte del medio millar de personas que pernoctan en el aeropuerto

Guardar
Cerca de 500 personas sin
Cerca de 500 personas sin hogar hacen noche en el aeropuerto de Madrid Barajas. (Imagen: X)

La situación en Barajas no alcanza una solución. Cientos de personas siguen pernoctando en las terminales del aeropuerto, sin lugar a donde ir, porque no tienen un techo bajo el que dormir.

El Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y Aena, la empresa operadora del aeropuerto, discuten sobre las competencias y a quién corresponde encontrar una alternativa. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, ha tratado de apaciguar a las partes, asegurando que lo importante es encontrar un lugar para estas personas. Pero de momento no ha habido grandes cambios.

Hace unas semanas, el Sindicato Alternativa Sindical Aena/Enaire (ASAE) denunció, al ser preguntado por Infobae España, que se están produciendo problemas de seguridad y deterioro de las instalaciones. Los viajeros también destacan que es sorprendente la cantidad de personas que se encuentran habitando en el aeropuerto, lo que ha confirmado una visita de este medio a las instalaciones.

Incautadas 250.000 pastillas de droga con trazas de fentanilo en vuelos llegados al aeropuerto de Barajas desde Colombia

“La mayoría no generan problemas”

Dentro de los cientos de personas que viven en Barajas, la mayoría no son problemáticos. Sin embargo, existe una parte que está provocando grandes complicaciones, con robos, consumo de drogas o violencia. ASAE ya denunció algunos de estos delitos, y distintos trabajadores del aeropuerto lo corroboran a Infobae España.

Una mujer del equipo de limpieza, por ejemplo, relata el miedo que siente en ocasiones al acudir a trabajar. Reconoce que no suele estar en la zona donde se encuentran la mayoría de las personas que pernoctan allí y defiende que muchos de ellos no generan problemas, aunque cree que debería buscarse una solución, pues el aeropuerto “no es un lugar para vivir”.

Muchos de ellos solo buscan descansar, opina esta empleada, que prefiere no dar su nombre. Sin embargo, otros “están allí por más cosas”, afirma. No entra en detalle sobre los delitos que cometen, salvo cuando asegura que se producen habitualmente robos a los pasajeros.

Pasajeros recogen sus maletas en
Pasajeros recogen sus maletas en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. (Gustavo Valiente/Europa Press)

Por otro lado, los miembros de la seguridad del aeropuerto también cuentan algunas anécdotas. Aseguran que ha aumentado mucho el número de sintecho en los últimos meses. Según tres de estos trabajadores, situados en el momento de la entrevista cerca de la salida del metro, ”los puedes encontrar en la planta 2″, aunque llevan carros de maletas para “hacerse pasar por viajeros”. Aconsejan a los viajeros que “tengan cuidado en los baños”.

Otro empleado de una compañía de seguridad cuenta cómo varias personas sintecho acabaron “a puñetazo limpio” con los miembros de otra empresa de seguridad. “Les molesta que les despierten”, explica el joven trabajador justo antes de empezar su turno.

Un hombre que se encuentra en uno de los puestos de atención al cliente de Aena concuerda con los otros trabajadores. Lamenta que el personal de limpieza vea dificultadas sus labores porque algunas de estas personas sin hogar ensucien baños y pasillos. Además, reincide en que esto no solo ocurre en la T4, donde se han realizado la mayoría de reportajes de los medios en los últimos días, sino que se extiende a las otras terminales.

Personas pernoctando en Barajas.
Personas pernoctando en Barajas.

Cansados y sin soluciones

Muchos de los ‘inquilinos’ de Barajas no quieren hablar de su situación. En las últimas semanas, muchos medios de comunicación se han hecho eco de la presencia de centenares de personas durmiendo en las terminales. De momento, no han recibido alternativas, lo que les genera cierto agotamiento y decepción.

Algunos de ellos no quieren responder ninguna pregunta, asegurando que ya “han mandado muchas cámaras” pero no hay ninguna solución. Se sienten molestados y no quieren saber nada de periodistas, en su mayoría. “Lo mejor es que te vayas, te lo estamos diciendo por las buenas”, señala uno de ellos.

Daniel Fernando, un hombre argentino que pide ayuda para recuperar su pasaporte, asegura que lleva casi una década en los pasillos de Barajas y que la situación siempre ha sido igual. “Es culpa de los gobiernos, ni PP ni PSOE hacen nada”, afirma enfadado.

Tras 30 años en España, este hombre de 65 años nacido en Argentina asegura que perdió su documentación sin tener antecedentes penales y que tiene una orden de expulsión en su contra. Muchas de estas personas sintecho comparten esta condición. Llegan de sus países y no tienen otro sitio en el que quedarse mientras tratan de conseguir sus visados.

“Aquí todo el mundo me conoce, los secretas pasan y me saludan”, continúa Daniel, que asegura que ha sido confidente de la Policía y que ha dado nombre de personas que “mueven la droga” en el aeropuerto. También critica a la prensa, pues dice que buscan la noticia, pero no ofrecen su ayuda. “Aquí nadie hace nada”, lamenta el argentino, tremendamente frustrado. 

Personas durmiendo en el aeropuerto
Personas durmiendo en el aeropuerto de Madrid-Barajas. (Imagen: X)

El aeropuerto se ha convertido en su mejor opción. No hace frío, no se mojan cuando llueve, hay cuartos de baño y muchas cafeterías y restaurantes. Esto ha hecho que aumente el número de personas que optan por este lugar, pues pueden permanecer mucho tiempo allí sin ser expulsados.

Aena desmintió que se hubiese producido un desalojo forzoso de los indigentes. La empresa que gestiona los aeropuertos pretendía colaborar con las administraciones públicas, y Martínez-Almeida ofreció su ayuda públicamente, pero no se conoce ninguna decisión.

La trabajadora de limpieza pide “alguna solución” urgente. Defiende que no se puede echar a todos a la calle, pero que tampoco pueden sentirse en peligro en “su lugar de trabajo”.