
Antes de poner la primera marcha del coche, las acciones más habituales de los conductores son ajustar los retrovisores exteriores y el interior; adaptar la distancia entre el asiento y el volante a la complexión física del conductor; y, por último, conectar el GPS e introducir la dirección deseada, en caso de no saber exactamente dónde está el destino.
Cuando un conductor principiante se está sacando el carnet de conducir, se le enseña que, aunque los mapas por satélite se han convertido en un aliado durante la conducción, los usuarios de vehículos no deben seguir a rajatabla las instrucciones de estas aplicaciones móviles o aparatos tecnológicos, especialmente si hacerlo supone un peligro físico para los ocupantes del vehículo o si las indicaciones del GPS no son compatibles con la señalización de la vía. En este último supuesto, la información proporcionada por señales viales dispone de un mayor nivel de jerarquía sobre las indicaciones de aplicaciones de navegación asistida.
Condujo por un área protegida
Asimismo, es recomendable consultar la ruta deseada antes de arrancar el coche porque, durante la conducción, está terminantemente prohibido manipular el teléfono móvil, excepto en llamadas telefónicas mediante el sistema de manos libres. De esta manera, al mirar el itinerario con antelación, un conductor puede evitar que el GPS le lleve por carreteras desconocidas y acabar en un lugar diferente al previsto.
Esto es lo que le sucedió a un joven, cuyo objetivo era llegar a una de las terminales del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, donde tenía que recoger a su abuela, recién aterrizada en la capital española.
En un punto del trayecto, el chico se debió de confundir de camino y acabó situado detrás de un vehículo de mantenimiento, el cual accedió a un área restringida. Ambos vehículos entraron a un túnel por el que se accede a una de las pistas de aterrizaje de las instalaciones aeroportuarias, hasta que el personal de seguridad se dio cuenta de que el segundo coche era el de un particular, logrando detener su marcha.
Preocupación de la Guardia Civil
Cuando agentes de la Guardia Civil llegaron para interrogar al intruso, este les comentó que había llegado a la zona restringida sin intención de hacerlo, y que no se había encontrado con ningún control de seguridad que impidiese su paso. Además, el joven alegó que, a pesar de que estaba empleando un dispositivo GPS, se había confundido en el trayecto, lo que había propiciado que apareciese en dicha zona protegida.
Después de sus palabras, los miembros de la Benemérita dejaron marchar al conductor y reflexionaron sobre las facilidades de acceso hasta una zona crítica del aeropuerto madrileño. Si una persona con ninguna maldad aparente había logrado acceder hasta allí, otros individuos con peores intenciones también pueden entrar a la misma zona.
Los aeropuertos forman parte de la lista de infraestructuras críticas que las autoridades deben proteger perimetralmente y en su interior ante amenazas terroristas, irrupción de personas en zonas no autorizadas y peligrosas, o actividades de contrabando y robo, entre otros peligros.