
Entre un 20% y 25% de las personas en países desarrollados tienen al menos un tatuaje, siendo mucho más común entre las generaciones jóvenes. Este aumento no solo ha generado una mayor demanda, sino también una preocupación sobre la seguridad de las tintas empleadas para estos procedimientos.
Una investigación reciente realizada en Dinamarca y publicada en enero de 2025 en la revista científica BMC Public Health, sugiere una relación entre la tinta utilizada en tatuajes y un aumento del riesgo de cáncer de piel y linfoma.
Este estudio, basado en datos del Danish Twin Tattoo Cohort, encontró que las personas tatuadas enfrentan un mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer comparado con quienes no tienen tatuajes. Los hallazgos, según los autores, tienen implicaciones importantes para la salud pública, dado que el tatuaje se ha vuelto cada vez más común en las generaciones jóvenes.
El estudio se propuso examinar si la exposición a la tinta de tatuajes está asociada con el desarrollo de tumores como el linfoma o cánceres de piel. En investigaciones previas observaron que las partículas de tinta son capaces de migrar desde la piel hacia los ganglios linfáticos y el torrente sanguíneo, acumulándose en otras partes del cuerpo.
Además, ciertas sustancias químicas en las tintas, como componentes de pigmentos negros y compuestos azo, han sido identificados como posibles carcinógenos por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés).
El estudio, basado en gemelos
El equipo implementó dos tipos de análisis: una cohorte con 2.367 gemelos seleccionados al azar nacidos entre 1960 y 1996. Se recopilaron datos sobre el tamaño, los colores y la incidencia de cánceres, mientras que los diagnósticos se extrajeron del Registro Danés de Cáncer. También se controlaron otros factores como el tabaquismo, la edad y el nivel educativo.
En su análisis, se tomaron en cuenta los efectos de los tatuajes a lo largo del tiempo, evaluando cómo la exposición influía antes y después de que se detectaran casos de cáncer en los participantes.
El principal hallazgo fue un aumento significativo en los riesgos asociados con las tintas de tatuaje en comparación con personas no tatuadas. El estudio indicó lo siguiente:
- En el análisis individual, las probabilidades de desarrollar cáncer de piel (excluyendo carcinoma de células basales) fueron 1,62 veces mayores entre personas tatuadas.
- Para los tatuajes que cubren áreas más grandes que el tamaño de una palma de la mano, el riesgo de cáncer de piel aumentó a 2,37 veces y el de linfoma a 2,73 veces.
- En una cohorte más amplia, los riesgos de cáncer de piel y carcinoma basocelular en las personas con tatuajes fueron 3,91 veces y 2,83 veces más altos, respectivamente.
“Esto sugiere que cuanto más grande es el tatuaje y cuanto más tiempo lleva allí”, señala Signe Bedsted Clemmensen, una de las autoras del estudio, “más tinta se acumula en los ganglios linfáticos”.
El linfoma maligno es un cáncer del sistema linfático, la parte del cuerpo que ayuda a combatir los gérmenes y las enfermedades.

¿Por qué ocurre esto?
Los investigadores señalan que el riesgo probablemente está relacionado con dos factores. Primero, las tintas actúan como agentes externos que pueden inducir inflamación crónica en el lugar de la piel donde se hace el tatuaje, un elemento que está vinculado con la formación de tumores.
Segundo, las sustancias químicas potencialmente carcinógenas presentes en las tintas, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs por sus siglas en inglés) o las aminas aromáticas liberadas por ciertos pigmentos, pueden amplificar este riesgo con el tiempo.
Aunque se observó un impacto en los casos de cáncer de piel y linfoma, el estudio no encontró suficiente evidencia para evaluar si estas tatuajes también promueven otros cánceres, como los de vejiga o vías urinarias.
¿Por qué estos hallazgos son importantes?
Una de las principales preocupaciones de los autores es la falta de investigaciones previas que permitan verificar y entender mejor los riesgos derivados de la exposición prolongada a las tintas de tatuaje.
Aunque las políticas europeas recientes han restringido algunas sustancias en este tipo de pigmentos, el estudio sugiere que la toxicidad de las tintas no se limita a unos pocos compuestos químicos bien identificados.
Este no es el primer estudio que trata de relacionar a los tatuajes con el cáncer linfático, sino que otros como uno sueco de 2024, llegó a la misma conclusión. En ese estudio, de la Universidad de Lund y publicado en la revista eClinicalMedicine, participaron casi 12.000 personas de Suecia. A partir de registros de población, los investigadores identificaron a todos los diagnosticados con linfoma maligno entre 2007 y 2017 –casi 3.000 personas– y los emparejaron con un grupo de la misma mezcla de edad y sexo que no tenía cáncer.
Incluso después de tener en cuenta factores que se sabe que afectan al riesgo de cáncer, como el tabaquismo y la edad, los investigadores descubrieron que el riesgo de linfoma maligno era un 21% mayor entre quienes tenían al menos un tatuaje, un porcentaje mucho mayor que el de los daneses.