
En la Escuela de Submarinos de la Armada, ubicada en el Arsenal Militar de Cartagena (Murcia), se han formado todos los militares que han navegado a bordo de los numerosos sumergibles de los que ha dispuesto el Arma Submarina a lo largo de sus 110 años de historia. Si bien el adiestramiento siempre ha sido un componente fundamental para los submarinistas españoles, ahora, con la llegada de los nuevos buques de la clase S-80, repletos de tecnología innovadora, este se ha vuelto aún más imprescindible si cabe. “La formación es el pilar de todo lo demás”, afirma el comandante de la Flotilla de Submarinos, capitán de navío Pedro Márquez de la Calleja. “Si no somos capaces de formar bien a los submarinistas, el resto no va a funcionar”.
Márquez sostiene que uno de los valores más importante que debe tener cualquier marinero, suboficial u oficial a la hora de adentrarse en un sumergible es la humildad, para reconocer las carencias propias y ser capaz de pedir ayuda. “Levantar la mano y decir ‘hasta aquí llego’. El compañerismo y la responsabilidad adquieren un valor añadido en un submarino porque las vidas de unos está en las manos de los demás. Si no eres capaz de asumir tus cometidos puedes poner en riesgo a la plataforma y, por tanto, al resto de la gente”, asegura el comandante.
Para entrenar a las dotaciones de los dos submarinos con los que cuenta actualmente España, el S-71 Galerna y el S-81 Isaac Peral, como también de los tres que serán incorporados de aquí a 2030, la Escuela de Submarinos dispone de distintos simuladores en los que recrear distintas situaciones a las que deben enfrentarse los militares en un sumergible, tanto en el día a día como en momentos excepcionales. “Les ponemos en situaciones que son muy comprometidas y que afectan la seguridad de la embarcación: blackouts, incendios, pérdida de timones, vías de agua, etc.”, detalla el teniente de navío Francisco Barrios. La tripulación asiste a estos entrenamiento una o dos veces por semana, “como mínimo”, cuando su buque se encuentra atracado en puerto.
Justamente, la correcta preparación y la pericia fue lo que permitió, en 2008, a la dotación del S-74 Tramontana salir a la superficie, desde 300 metros de profundidad, en menos de un minuto y medio cuando comenzó a entrar agua en la cámara de mando del submarino. “El agua entró evaporizada, la gente no escuchaba nada. ¿Cómo se quedó en una anécdota de café? Gracias a que la gente estaba adiestrada y los mejores estaban en su puesto", señala Barrios. “Debajo del agua no hay segundas oportunidades, o lo sabes hacer o no lo sabes”.
La importancia de los sonaristas
“El submarino en inmersión es una oreja gigante”, describe el teniente de navío Héctor Buffa. “Por más avanzado que sea el submarino, una vez sumergido tú no ves nada, solo oyes”. De ahí la importancia que adquieren los sonaristas, los miembros de la tripulación entrenados específicamente para oír todo lo que sucede alrededor de la embarcación, tanto en la superficie como en las profundidades, y determinar con precisión la ubicación de otros buques. Algo fundamental para, por ejemplo, lanzar un torpedo.
“Muchas veces que el sonido sea muy fuerte no significa que la embarcación esté muy cerca, sino que el sonido, por las condiciones del agua de ese día, llega más lejos”, sostiene Buffa. “Aquí se practican las maniobras que tiene que hacer el barco para intentar acotar la distancia con el blanco para luego lanzar y que el torpedo llegue al blanco”.
La Escuela de Submarinos tiene entre sus profesores a experimentados sonaristas, como Don Raimundo, un subteniente con el que Barrios realizó una de sus primeras navegaciones. “Estábamos haciendo unas maniobras con una fragata F-100 y él de pronto dice que es la F-103 Blas de Lezo“, relata el teniente de navío. ”Y al preguntarle cómo lo sabía me dice ‘porque la F-103 tiene un problema en el eje..." y no se qué. Y al final sí era", recuerda Barrios. “Igual que una madre puede detectar por el llanto de su niño si tiene hambre, cuento o le duele algo... Por su nivel de adiestramiento, esta gente puede hacer exactamente eso, pero debajo del agua”.