La historia del Papa luna, el último pontífice español: acusado de hereje, envenenado y refugiado en un pequeño pueblo de Castellón

Benedicto XIII llegó a ocupar el cargo de santo padre junto a otros dos sumos pontífices, en una de las mayores guerras internas de la Iglesia por el control de la fe en Europa

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Pintura del papa Benedicto XIII.
Pintura del papa Benedicto XIII.

El número de católicos ha descendido notablemente en los últimos años en España. De contar con más de un 90% de creyentes en 1978, actualmente son algo más de un 55% del total las personas que profesan la fe en el catolicismo. Un porcentaje aún alto, razón por la cual España sigue siendo uno de los países con mayor comunidad de católicos en Europa, junto con otros países como Italia y Polonia.

Sin embargo, a pesar de la relevancia de España para la Iglesia católica, esto no se ha traducido en un mayor número de papas a nivel histórico. El último de ellos fue, de hecho, hace más de 600 años, cuando Pedro Martínez de Luna, un hombre natural de Illueca (Zaragoza) cuyo nombre de sumo pontífice fue Benedicto XIII.

Por desgracia, la reputación de este religioso no es nada buena en el seno de la Iglesia, y es que es conocido como el “antipapa”. El origen de este título se remonta al final del siglo XIV, cuando dio comienzo lo que se conoce como Gran Cisma de Occidente. Con este nombre, se hace referencia a la profunda división que experimentó la Iglesia católica en esa época, hasta el punto de que tres obispos diferentes se empezaron a pelear por lo mismo.

Estatua del papa Benedicto XIII
Estatua del papa Benedicto XIII en Peñíscola (Comunidad Valenciana). (Castellón Virtual)

El papa Luna fue, concretamente, el papa que se designó en la sede de Aviñón (Francia) en diciembre de 1394. Sin embargo, Francia no vio con buenos ojos esta decisión: Benedicto XIII era súbdito de la Corona de Aragón, algo que provocaba temor en los franceses porque le debía lealtad a otra monarquía que no era la suya. Por este motivo, decidieron, en 1398, cercar militarmente el palacio papal del que el santo padre español escapó por poco.

Con todo, la presión de los franceses no cesó y cada vez fueron menos los apoyos con los que el papa Luna fue contando. Si en el cónclave que lo nombró sucesor de Clemente VII contó con la confianza de 20 de los 21 cardenales que participaron, en 1403 solo le quedaban cinco, dado que Portugal y Navarra decidieron tampoco apoyar la convocatoria. A su lado, Benedicto solo contaba con Castilla, Aragón y Escocia.

Finalmente, el concilio de Constanza en 1415 acabaría dictando sentencia contra este último papa español, nombrándolo no solo hereje sino antipapa. Luna fue excomulgado del seno de la iglesia, por una orden del papa recién nombrado, Martin V. Por el contrario, Benedicto nunca renunció a su cargo.

El posible origen de “mantenerte en tus trece”

Con el triunfo de la facción romana, el antipapa Luna buscó refugio en Peñíscola, localidad situada en la Comunidad Valenciana. Fue allí donde, apenas tres años más tarde, lo envenenaron con una combinación de arsénico y azufre por orden de su sucesor, que lo seguía viendo como a una amenaza... Y no fue el único atentado contra su vida al que tuvo que enfrentarse.

A pesar de tales tentativas, Benedicto XIII gozó de protectores en los reinos de Castilla y Aragón, lo que le permitió disponer de una larga vida (murió a los 94 años de edad). Desde entonces, ningún español ha vuelto a mandar en el Vaticano. A pesar de esto, la influencia de Pedro Martínez de Luna se mantuvo durante mucho tiempo dada su importancia en el mundo de la cultura.

Para terminar, como curiosidad se puede añadir que detrás del antipapa puede esconderse la razón por la que, cuando queremos describir a alguien que se niega a torcer su punto de vista, decimos que “se mantiene en sus trece”. Así, Benedicto nunca rechazó a su cargo hasta el día de su muerte, pese a los menguantes apoyos con los que contó. A este ejemplo de tozudez, unido a que en su retiro en Peñíscola no paraba de repetir “Papa sum et XIII” -Papa soy y el decimotercero-, podría deberse a la expresión.

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