Los tres fantasmas de las elecciones alemanas: enfrentar la recesión, consolidar una coalición política y hacer que la UE levante cabeza

El partido que se alce con el poder tendrá tres retos por delante, encabezados por la difícil situación económica

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Los principales candidatos en las
Los principales candidatos en las elecciones de Alemania. (Montaje Infobae España)

A medianoche de este domingo conoceremos el resultado de unas elecciones muy marcadas por su fantasma del presente: la grave recesión que la supuesta “primera economía de Europa” lleva a sus espaldas por tercer año consecutivo.

El hasta hoy canciller de Alemania, Olaf Scholz, recibió el cargo el 8 de diciembre de 2021. Este año tocaban elecciones en el país germano, pero no tan pronto. La razón de que se adelanten siete meses es la falta de unidad dentro de la coalición que se juntó para formar Gobierno.

La oposición, encabezada por el Partido Cristiano-Demócrata (CDU) y la Alternativa para Alemania (AfD), propuso una cuestión de confianza sobre el mandato de Scholz, que perdió. Posteriormente, se reunió con el presidente de la República, Frank-Walter Steinmeier, para pedirle la disolución parlamentaria y dar así comienzo al calendario electoral.

Por todo ello, hay más de 50 millones de alemanes convocados para que acudan este domingo a las urnas a ejercer su derecho de voto y decidir la composición del Bundestag, el Parlamento alemán, que definirá quién se hará cargo del Ejecutivo.

Todos los sondeos hasta ahora señalan a los opositores democristianos conservadores —la formación de la excanciller Angela Merkel, que presidió el país durante 16 años— liderados ahora por Friedrich Merz, como la fuerza mayoritaria y con más posibilidades para dirigir el país.

Coalición inevitable, formación en duda

Sin embargo, como no parece que ningún partido se vaya a alzar con la mayoría absoluta, una coalición va a ser inevitable. Ahora mismo, la coalición gobernante está compuesta por el Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y el Partido Liberal Democrático (FDP).

El canciller alemán, Olaf Scholz,
El canciller alemán, Olaf Scholz, y sus sus socios de coalición. (Axel Schmidt/Reuters)

Sin embargo, el Partido Socialdemócrata, que vuelve a estar personalizado en Scholz, está en su peor momento. Los sondeos han vaticinado su peor resultado desde 1887. En esas elecciones al Reichstag de finales del siglo XIX, durante la era imperial, el partido obtuvo solo el 10,1% de los votos. Ahora, cuando en las elecciones de los últimos 50 años no bajaba del 20%, este año sitúan su porcentaje de voto entre el 14% y el 16%.

Por tanto, la coalición de socialdemócratas, verdes y liberales, que gobernó Alemania hasta noviembre, no sería la ecuación ganadora, según todos los sondeos. La combinación que parece mostrar más futuro para formar Gobierno sin incluir a la ultraderecha de AfD pasa por un pacto de gobierno entre CDU y SDP. En España, sería el equivalente a una alianza entre PP y PSOE para evitar que Vox llegara al poder.

Con la nueva ley electoral que impulsó el Gobierno de Scholz, uno de los principales cambios es la reducción del número de escaños de 736 a 630, fijando la mayoría necesaria en 316 diputados.

El sistema electoral es complejo incluso para los propios alemanes. Otorga a cada ciudadano dos votos que se emiten en una única papeleta doblada por la mitad. El primer voto, denominado Erstestimme, se utiliza para elegir a un candidato que representará a uno de los 299 distritos electorales en los que está dividido el país. Este mecanismo cubre la mitad de los escaños parlamentarios.

Por otro lado, el segundo voto, llamado Zweitestimme, es el que realmente define la composición del Parlamento. En este caso, los ciudadanos eligen a un partido político a través de listas cerradas. Este voto es crucial, ya que determina la proporción de escaños que cada partido ocupará en el Bundestag. Este sistema busca equilibrar la representación directa de los distritos con la proporcionalidad de los partidos a nivel nacional.

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El reto de levantar la cabeza de la UE

Alemania atraviesa una etapa de gran incertidumbre económica. Sus indicadores muestran debilidad. La principal economía de la zona euro está amenazada, y sus problemas podrían tener repercusiones para los países circundantes.

El país ya no ostenta el título de Exportweltmeister, o “campeón mundial de las exportaciones”, como en el pasado, cuando alcanzó su mayor auge durante la era de la hiperglobalización.

En ese entonces, Alemania fue el mayor exportador global gracias al gas ruso, que proveía de energía barata a sus industrias, y a China, que era un socio comercial clave. Sectores como la automoción, la química y la ingeniería prosperaron.

En 2021, Alemania importó de Rusia el 55% de su gas total, es decir, 53.000 millones de metros cúbicos. Cuando esta vulnerabilidad quedó al descubierto, la coalición del canciller Olaf Scholz y sus socialdemócratas (SPD), los Verdes y los proempresariales Demócratas Libres (FDP), se vio obligada a encontrar nuevos suministros.

Otros factores como el Brexit, los aranceles impuestos por Trump, la invasión rusa de Ucrania y el ascenso de China como competidor en lugar de simple comprador han afectado profundamente su modelo industrial.

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