
En el mundo de las criptomonedas, una de las historias más integrantes es la de James Howells, un ingeniero informático de 39 años de edad procedente de Gales que perdió un disco duro donde almacenaba las claves de acceso a 8.000 bitcoins, cuyo valor superaba los 742 millones de euros.
Howells adquirió estos bitcoins a principios de 2010, cuando la moneda digital apenas despertaba curiosidad en algunos círculos especializados. Sin embargo, en 2013, un error aparentemente inofensivo en una limpieza del hogar lo llevó a tirar el disco duro a la basura.
Este incidente marco el inicio de una odisea que se extendió por más de una década y que, en 2025, ha llegado a su fin, según ha comentado el medio francés Gre Magazine.
El vertedero de Newport, escenario de una búsqueda estéril
La vida de James Howells cambió por completo tras el accidente. Con el vertedero de Newport como escenario principal, el ingeniero centró sus esfuerzos en convencer a las autoridades locales de permitirle excavar en busca del tesoro.
Sin embargo, los retos surgieron tanto desde el punto de vista financiero como ecológico, además de que las autoridades se negaron en repetidas ocasiones. La operación propuesta por Howells implicaba la remoción de entre 10.00 y 15.000 toneladas de desechos, un proyecto que necesitaba una inversión millonaria.
Asimismo, las autoridades argumentaron que el impacto medioambiental de una excavación de tal magnitud era inaceptable. Según la Ley de Control de la Contaminación de 1974, el disco duro habría pasado a ser propiedad del ayuntamiento, lo que complicaba aún más las intenciones del ingeniero.
A pesar de los obstáculos, Howells no se rindió. Cada vez que el valor del bitcoin aumentaba, renovaba sus esfuerzos y presentaba nuevos planes para recuperar su fortuna perdida.
La sentencia que terminó con la historia
En 2025, un juez británico emitió un fallo definitivo que puso fin a las esperanzas del ingeniero. Según el texto, el juez tomó la decisión basándose en los factores clave, como las preocupaciones medioambientales, la propiedad del disco duro y el plazo para emprender acciones legales, que ya había expirado.
La sentencia también destacó la inviabilidad del proyecto. La escala de la operación, que habría requerido maquinaria especializada y un equipo muy numeroso, representaba un desafío logístico y financiero insuperable. Con esta decisión, los 8.000 bitcoins quedan destinados a permanecer enterrados para siempre bajo toneladas de basura.

Tres intentos y la posibilidad de compartir el botín
James Howells nunca se dio por vencido. En primer lugar, explicó lo sucedido a las autoridades, en segundo lugar intento recibir el permiso de excavación, permitiendo compartir el dinero una vez lo haya recuperado y por último, yendo a juicio con abogados que trabajan voluntariamente.
Sin embargo, el ayuntamiento de Newport ha anunciado que el vertedero cerrará pronto sus puertas, debido a que se ha otorgado un permiso para construir una granja solar en el sitio. Es por eso que el ingeniero se está replanteando muy seriamente comprar el vertedero en su estado actual, tras haber entablado conversaciones con varios inversores.