Una analítica de sangre puede detectar el riesgo de las madres de tener un parto prematuro

Los autores del estudio sostienen que esta sencilla prueba podría implementarse a nivel universal en un plazo de tres a cinco años

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Una mujer embarazada acude a
Una mujer embarazada acude a revisión (Shutterstock España)

Un equipo de investigadores de Sinai Health y la Universidad de Toronto de Canadá ha desarrollado un método para identificar qué madres tienen mayor riesgo de dar a luz de forma prematura. Este hallazgo podría facilitar la implementación de una estrategia de detección universal para prevenir complicaciones en el embarazo.

El estudio acaba de ser publicado en la JAMA Network Open y revela que niveles bajos del factor de crecimiento placentario (PlGF), una proteína que indica el desarrollo de la placenta, están asociados con un mayor riesgo de parto prematuro, definido como un nacimiento antes de las 34 semanas de gestación. Los investigadores sugieren que un simple análisis de sangre para medir el PlGF en mujeres embarazadas podría ayudar a los médicos a anticipar complicaciones y ajustar el seguimiento prenatal de manera más efectiva.

El PlGF es una proteína liberada por la placenta en la sangre materna y desempeña un papel crucial en la relajación de los vasos sanguíneos, lo que ayuda a estabilizar la presión arterial materna ante el aumento del volumen sanguíneo y del gasto cardíaco durante la gestación. Además, esta proteína protege a la madre de una pérdida excesiva de sangre en el momento del parto.

Las investigaciones realizadas en el Hospital Mount Sinai y otros centros han demostrado que niveles bajos de PlGF pueden contribuir al desarrollo de preeclampsia, una forma de hipertensión peligrosa que suele derivar en partos prematuros inducidos por razones médicas en aproximadamente dos tercios de las mujeres con niveles reducidos de PlGF. Otra complicación asociada es la restricción del crecimiento fetal, que representa una de las principales causas de nacimientos prematuros por indicación médica.

La doctora Rachel Gladstone, residente de cuarto año en obstetricia y ginecología y líder del estudio junto con el doctor John Kingdom, científico clínico del Instituto de Investigación Lunenfeld-Tanenbaum en Sinai Health y profesor en la Universidad de Toronto, enfatiza que conocer el riesgo de parto prematuro con anticipación permite mejorar los resultados del embarazo. Gladstone señala que controlar la presión arterial y, si es necesario, administrar medicamentos antihipertensivos pueden ayudar a reducir complicaciones. También destaca que las mujeres con alto riesgo pueden optar por dar a luz en centros médicos especializados en lugar de hospitales comunitarios o ubicaciones remotas, evitando así la necesidad de traslados de emergencia en caso de complicaciones inesperadas.

El estudio muestra que los niveles de PlGF aumentan a medida que la placenta se desarrolla, alcanzando su punto máximo alrededor de la semana 28 del embarazo. Los investigadores descubrieron que si el nivel de PlGF es inferior a 100 picogramos por mililitro entre las semanas 24 y 28 de gestación, el riesgo de parto antes de las 34 semanas es hasta 50 veces mayor. Dado que solo el 1,5% de la población embarazada presenta estos niveles bajos de PlGF, la prueba es altamente específica y tiene un bajo margen de falsos positivos.

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Una sencilla prueba de detección

El doctor Kingdom resalta que la simplicidad de esta prueba es una de sus principales ventajas, ya que su interpretación es válida independientemente de factores como la estatura, el color de piel o antecedentes obstétricos previos. Actualmente, muchos hospitales en Canadá ya cuentan con la infraestructura de laboratorio necesaria para realizar esta prueba, pues el PlGF se incluye en la evaluación del riesgo de síndrome de Down en etapas tempranas del embarazo.

En términos de viabilidad, Kingdom considera que la implementación de pruebas de detección a gran escala podría generar un ahorro significativo en los costos del sistema de salud. Su optimismo lo lleva a estimar que esta estrategia de detección universal podría adoptarse en un plazo de tres a cinco años, beneficiando a miles de futuras madres y reduciendo el riesgo de complicaciones en el parto.

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