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Con libertad y sin tapujos. Así es como la cantante Aitana Ocaña está hablando durante los últimos días sobre sus problemas de salud mental. Tal y como ha relatado la propia artista, para ella el 2024 fue un año complicado a nivel psicológico.
“Me fui una semana a Lanzarote y me costaba levantarme de la cama. Estaba mal y no sabía qué me pasaba", contaba este miércoles en el programa de La Revuelta. Al poco tiempo de esto le diagnosticaron depresión y comenzó un tratamiento psiquiátrico. Ahora, varios meses después, asegura que “está mucho mejor”.
Pero la depresión no es de lo único que ha hablado la catalana, también ha revelado que sufre hipocondría. "Soy hipocondríaca nivel extremo, lo estoy tratando ahora. He llegado a estar en una cena con mi familia y pensar: esta es la última cena con mi familia“, confiesa.
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Qué es la hipocondría
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) define la hipocondría, a veces denominada hipocondriasis, como un trastorno relacionado con la ansiedad cuyo síntoma principal es la preocupación y el miedo excesivo por padecer una enfermedad grave.
Este temor suele originarse en una interpretación errónea de señales físicas normales, como ruidos digestivos, latidos cardíacos percibidos conscientemente o sudoración. Los afectados experimentan una inquietud persistente a pesar de la ausencia de un diagnóstico médico que confirme sus sospechas. Este trastorno suele manifestarse en la adultez temprana y afecta por igual a hombres y mujeres.
Síntomas, diagnóstico y tratamiento de la hipocondría
El trastorno de ansiedad por enfermedad, más conocido como hipocondría, se caracteriza por una preocupación persistente por padecer una enfermedad grave o por la posibilidad de desarrollarla. Esta ansiedad interfiere en la vida cotidiana de quienes la sufren, afectando tanto a su desempeño laboral, como a sus relaciones sociales y su bienestar emocional.
Las personas con este trastorno pueden no presentar síntomas físicos, pero cuando los tienen, el miedo se centra más en las posibles implicaciones que en la molestia en sí. En este sentido, un malestar estomacal, por ejemplo, puede generar una gran angustia ante la posibilidad de que sea un indicio de cáncer.
Cada paciente puede tener un comportamiento diferente ante los pensamientos sobre la enfermedad: algunos se revisan constantemente en busca de signos que indiquen un problema de salud, se palpan ganglios o examinan su piel en busca de lesiones. Otros consultan con frecuencia a especialistas, solicitando pruebas médicas repetitivas, también hay quienes evitan acudir al médico por temor a recibir un diagnóstico grave.
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5-TR), el diagnóstico requiere que la preocupación por la salud persista por al menos seis meses y que no pueda explicarse por otro trastorno psiquiátrico. Si los síntomas físicos son predominantes, se considera un trastorno de síntomas somáticos.
El tratamiento puede incluir el seguimiento por parte de un médico de cabecera que ofrezca seguridad y evite la realización de pruebas innecesarias. Además, en los casos más severos, se recomienda la intervención de un especialista en salud mental.