
La coalición Unión Democristiana/Unión Social Cristiana (CDU/CSU) lidera las encuestas para las elecciones federales en Alemania, previstas para el próximo domingo, pero le sigue muy de cerca la derecha soberanista de Alternativa para Alemania (AfD), que se autodefine como la única opción capaz de generar un cambio real en el país, con un 22%.
Para gobernar, pues no parece que vaya a haber un ganador por mayoría, se necesitará una coalición. El canciller alemán y candidato a la reelección, Olaf Scholz, y el aspirante de la Unión Democristiana (CDU), Friedrich Merz, descartaron el pasado domingo que vayan a formar parte de un mismo gobierno (independientemente de los resultados).
Asimismo, ambos expresaron, en un debate ocurrido ayer por televisión (el último antes del ‘día D’), que no pactarían con Alternativa para Alemania (AfD). Así, a pesar de estar en segunda posición en los sondeos, no parece que vaya a poder alcanzar los apoyos suficientes para gobernar.
Protestas en Berlín en contra del partido
Varias decenas de miles de personas se manifestaron el domingo pasado, a una semana de las elecciones, en Berlín a favor de la democracia y en rechazo a la posibilidad de que la ultraderecha llegue al poder. Sucedió poco después de que el vicepresidente de Estados Unidos hiciera un controvertido llamado a los partidos alemanes para que dejen de aislar a Alternativa para Alemania (AfD).
Con una participación estimada de 30.000 personas según la policía y 38.000 según los organizadores, la movilización contra la AfD, muestra una disminución respecto a otras protestas recientes. En Múnich, el 8 de febrero, una manifestación similar reunió a 250.000 personas, y otra en Berlín el 2 de febrero congregó entre 160.000 y 250.000 participantes, según apunta el medio alemán DW.
La consigna de la protesta de este domingo en Berlín fue “Mano con mano, somos los cortafuegos”, haciendo referencia al “cordón sanitario” que los partidos tradicionales han mantenido desde la Segunda Guerra Mundial para rechazar cualquier colaboración con la ultraderecha.
El quiebre de este tabú por parte de los conservadores, al iniciar un acercamiento con la AfD en el Parlamento (en las que Merz aceptó votos de la AfD para aprobar medidas de migración), desató las primeras protestas.
Pero, ¿Qué proponen?
El partido está formado por elementos que añoran el nacionalsocialismo y creen que la dictadura nazi fue “una caca de pájaro en los mil años de gloriosa historia de Alemania”.
El programa de Alternativa para Alemania (AfD) se titula “Tiempo para Alemania” y pone el énfasis principal, como su competencia, en la migración. Su agenda incluye propuestas como el cierre de lo que denominan el “paraíso del asilo en Alemania” y otorgan una gran relevancia al concepto de “remigración”, refiriéndose a la “repatriación obligatoria de extranjeros que deben abandonar el país”.
Abogan por revertir la “inmigración masiva” y endurecer los requisitos para la naturalización, lo que implicaría mayores barreras para la obtención de la ciudadanía.
En cuanto a la política exterior, la AfD rechaza la actual política de asilo de la Unión Europea (UE) y propone transformar la UE en una “comunidad económica y de intereses”, abandonando los enfoques que, según el partido, favorecen la integración y la solidaridad entre los Estados miembros.
Además, la AfD se posiciona a favor de la salida del euro y el retorno a la moneda alemana (D-Mark) como moneda nacional, y defiende la eliminación de las sanciones económicas impuestas a Rusia, argumentando que estas medidas no benefician a Alemania.
Y es que la AfD es una ‘rara avis’ en las cuestiones que tienen que ver con el tablero global. La formación de Weidel ha llegado a plantear la posibilidad de un “Dexit”, es decir, la salida de Alemania de la Unión y asegura que el país debería acercarse a Rusia y China, unirse a sus estructuras políticas y económicas de cooperación y abandonar la UE y la OTAN.
El programa de AfD se caracteriza por su énfasis en valores tradicionales: ensalza la familia y la identidad alemana, rechaza el aborto, el cambio climático, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la inmigración, a la que califican de “masiva”. También abogan por un servicio militar obligatorio para hombres y proponen rebajar la edad de responsabilidad penal a los 12 años.
Aunque AfD define la familia como la unión entre un hombre y una mujer, algunos de sus miembros, como Weibel, desafían esa visión. Weibel, que está unida a una mujer y ha formado una familia, declaró: “No estoy aquí a pesar de mi homosexualidad, sino por mi homosexualidad”.
Weidel, la favorita de los trumpistas
La candidata de la que nadie puede dejar de hablar se llama Alice Weidel, la líder de Alternativa para Alemania desde 2022.
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Alice nació en Gütersloh, Renania del Norte-Westfalia, el 6 de febrero de 1979. Recientemente se reveló que su abuelo fue miembro de las SS, el servicio secreto alemán durante el nazismo. Creció en Harsewinkel y, en el instituto, era considerada “arrogante”, “dominante” y “ambiciosa”. Estudió Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Bayreuth, donde se graduó con una beca en la Facultad de Derecho y Economía.
En 2013, Weidel se afilió a AfD. “Desde entonces, ha sido una defensora de las políticas que ponen los intereses de los ciudadanos en el centro, lejos de las limitaciones ideológicas y los intereses de la élite política”, se lee en su página web.
Recientemente rechazó su relación con el nazismo en una cadena de televisión alemana, en la que dijo que “Adolf Hitler era de izquierdas”. Alice es el rostro de la extrema derecha alemana y ya ha sido aplaudida por líderes internacionales como Elon Musk.
Alternativa para Alemania (AfD) fue fundada en 2013 por dos expolíticos de la CDU, un profesor de Economía y un experiodista del Frankfurter Allgemeine Zeitung. Inicialmente, el partido se presentó como una alternativa liberal, distanciándose de la extrema derecha. Sin embargo, con el paso de los años, sus dirigentes abandonaron esa postura para reubicarse como una formación nacionalista, conservadora y euroescéptica.
Así, en 2017, el partido dio un giro hacia la ultraderecha, centrando su discurso en la inmigración. Esta estrategia les permitió obtener 94 escaños en el Bundestag, lo que les facilitó el acercamiento y la colaboración con grupos de extrema derecha.