¿Debe un abogado penalista defender a un culpable?: un letrado lo aclara

“¿Usted defendería a una persona sabiendo que es culpable y que se lo ha confesado a usted?”

Guardar
Captura de TikTok
Captura de TikTok

En el ejercicio del derecho, una de las cuestiones más debatidas es si un abogado puede o debe defender a una persona culpable. Esta es la pregunta que se ha hecho el abogado Luis Romero en una publicación de su cuenta de TikTok. “¿Y usted defendería a una persona sabiendo que es culpable y que se lo ha confesado a usted? ¿Y si hay una persona que ha matado a otra y a usted le confiesa que ha sido él, usted seguiría llevando el caso o usted le diría que no?“.

La respuesta es clara y Romero explica que “siempre contesta lo mismo a los abogados”: “cuando somos penalistas, nos dedicamos también muchas veces a defender, no solamente al que está investigado o está encausado, es decir, acusados, sino a las víctimas”.

Añade que “nosotros tenemos que defender los derechos e intereses de aquel que pone en nuestras manos su caso, que en realidad pone en nuestras manos su libertad, su patrimonio, su honor, incluso la propia vida. Yo en muy pocos casos he podido rechazar por el caso de que se trata, me haya dicho que haya sido ese cliente o no, y nunca ha sido precisamente por esa confesión”.

El artículo 24 de la Constitución Española

Aunque la respuesta puede generar dilemas éticos, el sistema judicial establece que toda persona, sin importar su situación, tiene derecho a una defensa justa. Así viene escrito en el artículo 24 de la Constitución Española específica que “todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los Jueces y Tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”.

El derecho a la defensa no implica justificar actos ilícitos, sino garantizar que el proceso judicial se lleve a cabo con imparcialidad. La función del abogado defensor no es determinar si su cliente es culpable o inocente, sino asegurarse de que se respeten sus derechos, que se analicen todas las pruebas de manera objetiva y que se apliquen las leyes de forma justa. según relata el despacho de abogados Bombí y Ripoll en su blog.

Este principio es fundamental para evitar condenas basadas únicamente en la opinión pública o en juicios apresurados. En los sistemas jurídicos modernos, la presunción de inocencia es clave: nadie puede ser considerado culpable hasta que se demuestre lo contrario mediante pruebas contundentes y un proceso debido.

Comienza el juicio del caso mascarillas con relatos sobre cómo llegó Luis Medina al Ayuntamiento de Madrid.

Incluso en los casos donde las pruebas incriminan directamente a un acusado, el abogado sigue teniendo un papel esencial. Su labor no es ocultar información ni manipular la verdad, sino velar por que se respeten los procedimientos legales, garantizar que la sentencia sea proporcional al delito y, en caso de culpabilidad, explorar opciones como la reducción de pena o la aplicación de atenuantes.

En definitiva, la defensa legal es un pilar del Estado de derecho. No se trata de absolver a quien haya cometido un delito, sino de asegurar que el proceso judicial sea justo para todos, evitando abusos, errores o condenas arbitrarias.

El secreto profesional entre abogado y cliente

La confidencialidad es un pilar fundamental en la relación entre abogado y cliente. Toda la información que un cliente comparta con su abogado defensor está protegida por el principio del secreto profesional, independientemente de su culpabilidad o inocencia. Este privilegio garantiza que el abogado no pueda revelar datos confidenciales sin el consentimiento expreso de su cliente, salvo en circunstancias excepcionales, como la prevención de un daño inminente.

El deber de confidencialidad permite que los clientes se expresen con total sinceridad, lo que facilita una defensa efectiva dentro del marco legal. Además, el incumplimiento de este principio puede derivar en sanciones disciplinarias para el abogado y afectar su credibilidad profesional.

Guardar