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El lince ibérico dejó de estar en peligro de extinción el pasado mes de junio, cuando la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza rebajó el grado de amenaza del felino a “vulnerable” al crecer la población, pasando de los 94 ejemplares en 2001 a más de 2.000 actuales. Y ahora las organizaciones dedicadas a la defensa del medio ambiente celebran un nuevo hito en los esfuerzos de conservación de esta especie: la introducción de dos nuevas poblaciones en Cuenca y Palencia, que se suman a las recientemente creadas en Murcia y Granada, contribuyendo así al objetivo de alcanzar las 750 hembras y entre 3.000 y 3.500 ejemplares para considerar al lince de forma definitiva una especie fuera de peligro.
Las introducciones de esas nuevas poblaciones en Palencia y en Cuenca “son un hito histórico, haciendo que el lince conquiste territorios en el norte peninsular”, indica a Infobae España Ramón Pérez de Ayala, experto en linces de WWF, organización que trabaja junto a otras entidades por la recuperación de esta especie. En el caso de la provincia de Palencia, además, “tiene un valor especial”, ya que el lince ibérico se extinguió en Castilla y León en la década de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado, coincidiendo con un importante declive en las poblaciones de conejos tras la aparición de una enfermedad viral altamente contagiosa que atacó a las poblaciones de estos animales, tanto en España como a nivel mundial, llegando en muchos casos a su práctica desaparición, según informa el Gobierno autonómico.
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De acuerdo a los datos de la Junta, las últimas poblaciones de lince en Castilla y León se han documentado en el Sistema Central occidental (Salamanca) y en el entorno de Gredos y Alto Alberche (Ávila), existiendo también citas de la especie de esta época en la provincia de Zamora. “Es una buena noticia que una nueva comunidad autónoma apueste por el lince ibérico”, señala el experto de WWF, pues “es un hecho especialmente necesario para su conservación”.
Por otro lado, la población de Cuenca ya es la quinta en Castilla-La Mancha. “Ambas poblaciones están fuera del área de distribución histórica reciente de la especie y hace que las poblaciones sean importantes para el escenario de cambio climático que estamos viviendo, teniendo temperaturas más frescas que en el sur peninsular”, añade Pérez de Ayala.
Son precisamente los efectos de la crisis climática los que han generado la búsqueda de zonas alternativas donde poder expandir el territorio del lince ibérico, lo que ahora implica garantizar hábitats que permitan la supervivencia y crecimiento de estas nuevas poblaciones, apuntan desde WWF. “Lograr este objetivo refleja el éxito de las estrategias implementadas y la colaboración entre administraciones y entidades, además de la importancia del compromiso de las nuevas comunidades autónomas que se han sumado a nuestros esfuerzos para la recuperación de la especie”, sostiene el experto.
Para crear estas nuevas poblaciones se introducirán un total de diez ejemplares repartidos entre los espacios naturales de La Veguilla y Sierra Jarameña (Cuenca) y el Cerrato Palentino. Estas poblaciones, además, se sumarán a las creadas recientemente en 2023 de Tierras Altas de Lorca (Murcia) y Sierra Arana (Granada), donde también se liberarán linces este año.
Los atropellos son la mayor amenaza para el lince
Sin embargo, a pesar de los avances logrados en los últimos años, el lince ibérico sigue amenazado por los atropellos, la caza ilegal y el fuerte descenso en los últimos años de la población del conejo de monte, su principal alimento. Según datos del último informe anual del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en 2023 se registraron un total de 189 muertes de ejemplares de lince ibérico en la Península, de las cuales un 76% (144 linces) fueron causadas por atropellos en pistas y carreteras, mientras que un 5% de las muertes se produjeron por enfermedades o patologías como la leucemia felina o parvovirus felino, y un 18,5% por otras causas.

“Por todo ello, no podemos parar el trabajo que llevamos realizando durante más de 20 años. Los esfuerzos de conservación deben continuar hasta llegar a las 750 hembras reproductoras que, calculamos, corresponden con 3.000-3.500 ejemplares de lince ibérico, alcanzando así un tamaño demográfico adecuado que asegure la conservación de esta especie y su estatus de conservación favorable”, concluye el portavoz de WWF.
Un trabajo que comenzó en 2002
La apuesta por la recuperación del lince ibérico se remonta a 2002, tras un censo desalentador de apenas 100 ejemplares en los núcleos del Parque Nacional de Doñana y los parques naturales de Cardeña Montoro y Sierra de Andújar, en Jaén. Fue a partir de ahí cuando las administraciones, grupos conservacionistas, cazadores, propietarios e investigadores, que con representantes de la Unión Internacional de la Naturaleza (UICN) y el Consejo de Europa, acordaron iniciar el primer programa de conservación, informa la agencia Efe. Así decidieron desbloquear la cría en cautividad y crear poblaciones, primero en Andalucía y después fuera de esta comunidad.
Desde entonces se han destinado 88 millones de euros para cuatro proyectos LIFE, además de otros recursos de los territorios que han querido trabajar para salvar al lince.
Los dos primeros proyectos LIFE Lince se ejecutaron en Andalucía. El primero (2002-2006) tenía como objetivo detener la amenaza a la especie y afianzar las dos poblaciones existentes, mientras que el segundo programa (2006-2011) se centró en las áreas de reintroducción en Sierra Morena.
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El tercer proyecto de conservación del lince ibérico (2011-2017) se extendió fuera de Andalucía con la creación de cuatro nuevas áreas de reintroducción: una en el sur Portugal, una en Extremadura y dos en Castilla-La Mancha.
El último programa, denominado Lynx Connect y actualmente en vigor, se puso en marcha para crear tres poblaciones nuevas, una en Andalucía, otra en Murcia y otra más en Cáceres. Las últimas introducciones de linces en Palencia y Cuenca no forman parte de este programa, pero igualmente comparten un mismo objetivo: crear nuevas poblaciones y reducir los problemas de endogamia a los que se enfrenta esta especie de pocos ejemplares.