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La mirada internacional está puesta sobre la salud del papa Francisco, que permanece ingresado desde el pasado 14 de febrero. Jorge Mario Bergoglio, de 88 años, fue ingresado por una bronquitis que no logró vencer y que derivó en una neumonía bilateral.
Su estado de salud, comunicado el pasado martes 18, generó una fuerte preocupación en todo el mundo. Sin embargo, las últimas informaciones de la Santa Sede parecen alentadoras. Tal y como ha informado el Vaticano, el pontífice ha pasado una noche tranquila, " se ha levantado y ha tomado el desayuno en un sillón“. Sin embargo, el cuadro clínico es complejo, por lo que habrá que estar pendientes de su evolución durante los próximos días. Esta infección pulmonar ha obligado a suministrar al Papa un tratamiento adicional al que ya se le estaba suministrando por la “infección polimicrobiana” que obligó a ingresarlo en Roma.
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Qué es la neumonía bilateral
Tal y como explica el portal especializado en medicina, Mayo Clinic, la neumonía es una infección que inflama los sacos aéreos de los pulmones. En el caso del pontífice, al ser bilateral, están afectados los dos pulmones.
La neumonía puede manifestarse con diversos síntomas, entre ellos dolor en el pecho al respirar o toser, tos con flema y fatiga. También puede provocar fiebre, escalofríos y sudoración, aunque en personas mayores de 65 años o con un sistema inmunodeprimido la temperatura corporal puede ser más baja de lo normal. En algunos casos, se presentan náuseas, vómitos o diarrea. Además, la enfermedad puede causar dificultad para respirar y, en adultos mayores, desorientación o cambios en la percepción mental. La intensidad de los síntomas varía según la gravedad de la infección y el estado de salud del paciente.
Cuánto tarda en curarse la neumonía bilateral
El tiempo de recuperación de una neumonía bilateral varía según la gravedad de la infección, el estado de salud del paciente y el tratamiento recibido. En general, con antibióticos adecuados, los síntomas suelen mejorar en una o dos semanas, aunque la fatiga y la tos pueden persistir durante varias semanas más. En casos leves, la recuperación puede tomar entre 2 y 4 semanas, mientras que en cuadros más graves, puede prolongarse hasta varios meses.
Entre tanto, algunos pacientes pueden experimentar secuelas, especialmente en personas mayores o con enfermedades preexistentes. Entre las más comunes están la reducción de la capacidad pulmonar y la dificultad para respirar. En algunos casos, la inflamación severa puede generar fibrosis pulmonar, una cicatrización del tejido que afecta la función respiratoria de manera permanente. Otras posibles secuelas incluyen fatiga persistente, tos crónica y mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias.
Otros problemas asociados
A pesar del tratamiento, algunas personas con neumonía, especialmente aquellas en grupos de alto riesgo, pueden sufrir complicaciones. Una de ellas es la bacteriemia, una infección en el torrente sanguíneo que puede extenderse a otros órganos y provocar insuficiencia orgánica.
Otra posible complicación es la dificultad respiratoria, que se presenta en casos graves o en pacientes con enfermedades pulmonares previas. En estos casos, puede ser necesario el uso de un respirador artificial hasta la recuperación.
La neumonía también puede causar derrame pleural, acumulando líquido entre los pulmones y la cavidad torácica. Si se infecta, el fluido debe ser drenado con una sonda o extraído mediante cirugía.
Otra complicación es el absceso pulmonar, que se forma cuando se acumula pus en una cavidad del pulmón. El tratamiento habitual es con antibióticos, aunque en algunos casos se requiere drenaje mediante una aguja o cirugía. La gravedad de estas complicaciones depende del estado de salud del paciente.