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Los rumanos residentes en España siguen sin poder obtener la doble nacionalidad debido a la falta de acuerdo bilateral específico entre ambos países. Pero esta situación, que afecta a 620.463 personas, según el último censo anual de la población del INE (correspondiente a 2024), puede estar cerca de tener una salida política. Así lo deslizan fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores, dirigido por José Manuel Albares.
“Se han producido reuniones de trabajo al respecto con Rumanía y se han intercambiado borradores. Se trabaja en un texto definitivo”, afirman estas voces a Infobae España en el contexto de las negociaciones mantenidas para que los rumanos residentes en el país, que son la segunda población extranjera más numerosa, por detrás de los marroquíes (920.693), puedan adquirir la doble nacionalidad.
Estas declaraciones actualizan las afirmaciones realizadas por el Gobierno de Rumanía a mediados de 2024, cuando anunció que sus ciudadanos residentes en España podrían tener la doble nacionalidad antes de que terminara el año. “En las conversaciones de Bucarest con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, hemos armonizado las negociaciones sobre esta importante cuestión”, señaló en la red social Facebook el primer ministro de Rumanía, el socialdemócrata Marcel Ciolacu.
Pero esta promesa sigue sin ser una realidad. “No me ha supuesto un problema para ser legal en España porque Rumanía es un país miembro de la Unión Europea. No me ha hecho falta, pero si mi futuro está en España, más tarde o temprano, tendré que hacerlo”, dice Vlad Virgil Cocinschi, uno de los más de 600.000 ciudadanos rumanos que reside en España.
En declaraciones a este medio, este enfermero de profesión (llegó en 2002) justifica que no ha pedido la nacionalidad española porque esta acción implicaría perder la rumana. “Si la pido, tengo que sumar un apellido más, el de mi madre de soltera”, añade Vlad desde Vinaròs (Castellón).
Asimismo, este ciudadano cuenta la triquiñuela a la que recurren algunos compatriotas para seguir con la doble nacionalidad una vez solicitan la española, castigada con la retirada de esta última. “Cuando se jura de bandera, firmas un compromiso de renuncia de nacionalidad de origen, pero este trámite, aparte de que cuesta dinero, lleva tiempo, y nadie lo lleva a cabo. La mayor parte de personas no desisten, por lo que nunca dejas de tenerla, aunque a efectos legales, la consecuencia es que te retiran la nacionalidad española”, narra.
Implicaciones de la doble nacionalidad
Los países más próximos con los que España tiene un convenio de doble nacionalidad son Francia, Portugal y Andorra. Fuera de las fronteras europeas, tampoco es necesario que renuncien a su nacionalidad los naturales de países iberoamericanos (aquellos en los que el español o el portugués sean una de las lenguas oficiales), de Filipinas y Guinea Ecuatorial.
La consecuencia de la doble nacionalidad es la existencia de un doble vínculo jurídico. La persona con doble nacionalidad es, a un tiempo, nacional de dos países, gozando de la “plena condición jurídica de nacionales de ambos estados”. Sin embargo, “esto no quiere decir que estas personas puedan estar sometidas simultáneamente a las legislaciones de ambos países, sino que, por el contrario, se articulan medios para ‘dar preferencia a una de las nacionalidades’ a la persona con doble nacionalidad para, de esta manera, tener un punto de referencia en lo relativo a las relaciones Ciudadano-Estado”.
En esta línea, la mayor parte de los convenios de doble nacionalidad toma el domicilio como punto de referencia, de manera que estos ciudadanos “no estarán sometidos de forma constante a ambas legislaciones, sino solo a la del país en el que tengan fijado su domicilio”. Esto será aplicable para cuestiones como el otorgamiento de pasaporte, la protección diplomática, el ejercicio de los derechos civiles y políticos, los derechos de trabajo y de Seguridad Social y las obligaciones militares.