La sombra de la salud sexual en la generación que menos sexo practica: “Muchos jóvenes prefieren masturbarse antes que esforzarse por seducir a alguien”

La generación Z es la más sexualizada y la que menos sexo practica. Dos psicólogos analizan para ‘Infobae España’ las implicaciones de esta recesión sexual y el papel de las relaciones íntimas en la salud física y mental

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Un chico jugando a videojuegos
Un chico jugando a videojuegos en el ordenador. (AdobeStock)

En medio de la ola de viralización internacional de las imágenes de Montoya del programa La isla de las tentaciones, en las que este joven observaba en directo y sin censura cómo su novia le era infiel, puede resultar atrevido pensar que las generaciones más jóvenes han perdido interés por el sexo. Y, paradójicamente, es lo que está ocurriendo.

La generación Z está experimentando lo que muchos psicólogos ya han denominado una “recesión sexual”, en la que cada vez se practica menos sexo. Los datos son esclarecedores: en la actualidad, un chico de 23 años tiene menos actividad sexual que la que tenían sus abuelos a su edad. Según la Encuesta Nacional sobre el Crecimiento de las Familias realizada en Estados Unidos, el número de personas vírgenes entre los 22 y los 34 años se ha duplicado.

Esto implica que el 10% de los hombres y el 7% de las mujeres en ese rango de edad nunca han tenido una relación sexual. En España, la edad media a la que se tiene la primera relación sexual es de 19 años para las chicas y 18 años para los chicos, siguiendo los datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Nuestra sociedad occidental vive inmersa en un recordatorio constante del sexo. A pesar de la existencia de programas como La isla de las tentaciones (cuyo fenómeno estalla las audiencias), series como Élite, apps de citas como Tinder o Grindr o incluso pornográficas como OnlyFans, los jóvenes no parecen muy interesados en practicar sexo.

“Estamos ante una generación paradójica”, reconoce a Infobae España Rafael Ballester, catedrático de Psicología en la Universitat Jaume I de Castellón y director del grupo de investigación Salusex. Al mismo tiempo que los jóvenes están cada vez más tempranamente sexualizados “como consecuencia de la sexualización creciente de la sociedad y la gran accesibilidad y el consumo masivo de pornografía, es una de las generaciones que se siente más sola de las últimas décadas”.

En España, una de cada cinco personas sufre soledad no deseada y el 35% de los jóvenes entre 18 y 24 años aseguran sentirse solos. Son datos del Barómetro sobre la soledad no deseada en España 2024, elaborado por Fundación ONCE y Fundación AXA dentro del Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES), y que ponen de relieve la tendencia individualista de la sociedad occidental.

“Nuestra sociedad ha pasado en pocas décadas de la familia extensa a la familia nuclear y al individuo, que por más que esté hiperconectado a través de las redes, en realidad está y se siente más solo que nunca en una sociedad cada vez más individualista. Esto hace que nuestros adolescentes pueden iniciarse antes en el sexo y masturbarse más que antes, pero no por eso tienen más relaciones con los demás que antes”, aclara Ballester.

El devenir individualista que experimenta el conjunto de la población se traduce en una generación Z en la que “muchos jóvenes prefieren masturbarse mientras ven porno que hacer todo el ritual y el esfuerzo que supone la seducción y el cortejo”. Es más, no se trata únicamente de que los jóvenes opten por el contenido pornográfico, sino que “muchos no tienen ni idea de cómo iniciar o desarrollar una interacción de ligue porque cada vez más las relaciones se dan de una manera más rápida y directa”.

“El sexo se ha convertido en un producto de consumo. Lo quiero y me lo llevo de la manera más rápida posible, sin marearnos ni mezclarlo con otro tipo de sentimientos. Interesa alcanzar la meta, pero no se disfruta del proceso. No hay ni tiempo ni ganas de hacerlo. Gana la inmediatez y la satisfacción instantánea de nuestros deseos, sin necesidad de contar o estar pendiente de ningún otro”, sentencia el psicólogo.

Parte de la culpa de que cada vez tengamos menos relaciones sexuales recae en las nuevas formas de entretenimiento que hemos adoptado, asegura la sexóloga Silvia Sanz en una entrevista con Infobae España. “Las parejas dedican más tiempo a Instagram, a los memes de Twitter (ahora X) y a ver series que a tener momentos de intimidad”. Ballester concuerda con la sexóloga, pues considera que estos estímulos suponen una clara competencia con los encuentros más íntimos.

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El sexo en la salud física y mental

Ante este panorama de una juventud hipersexualizada pero con menos actividad sexual que nunca, Sanz matiza que los jóvenes creen estar bien informados sobre sexualidad, “pero no saben tanto como creen”. De nuevo, la pornografía merma la educación sexual: “El porno no es una buena educación sexual, son cosas irreales que generan una expectativa tan alta que acaba generando insatisfacción”.

Para comprender las verdaderas dimensiones de esta problemática, es importante tener en cuenta que la educación sexual se traduce en buena salud sexual, una faceta del bienestar general que no solo hace referencia a enfermedades o disfunciones. Para Sanz, la salud sexual también es tener la capacidad de conocer nuestro propio cuerpo, aceptarlo, respetarlo y disfrutarlo para así poder compartirlo con los demás.

El sexo es un modo de comunicación en el que los cuerpos crean y hablan un idioma propio, pero también es un aliado de la salud. A nivel físico, influye positivamente gracias a su capacidad para reforzar el sistema inmunológico, reducir el estrés, mejorar la calidad del sueño y fortalecer el sistema cardiovascular. Algunos estudios, como el publicado en la International Journal of Nursing Education and Research en 2021, apuntan que tener relaciones sexuales durante la menstruación puede ayudar a aliviar los dolores en las mujeres.

Las generaciones más jóvenes practican
Las generaciones más jóvenes practican menos sexo que las anteriores. (Christin Klose/dpa)

La autoestima, condición ‘sine qua non’ para una sexualidad sana

Los beneficios de una sexualidad sana para la salud mental tampoco son escasos, sostiene la sexóloga. “Yo entiendo la sexualidad como un modo de comunicarnos no solo con nosotros mismos, sino con nuestra pareja. Nos beneficia sentir esa buena autoestima hacia nosotros mismos porque nos ayuda a conocernos mejor, a aceptarnos, y eso es algo positivo siempre que se viva con consentimiento”, explica Sanz a Infobae España.

La autoestima se convierte así en una condición ‘sine qua non’ para disfrutar plenamente del sexo. Si entendemos aquella como un concepto que tenemos de nosotros mismos en todos los aspectos de nuestra vida, irremediablemente influirá en una relación sexual que mantengamos con otra persona.

Una autoimagen corporal positiva nos incita a disfrutar mucho más, pedir más y explorar más, claves para una vida sexual sana y placentera, según la sexóloga. “Una persona con buena autoestima, que se valore, que esté segura de sí misma, seguramente va a explorar más su sexualidad y disfrutar más del sexo porque va a poder expresar lo que quiere de forma saludable y estableciendo límites”, concluye Sanz.