
Ha costado más tiempo —y dinero— de lo previsto en un principio, pero España ya puede presumir de poseer uno de los sumergibles más modernos del mundo. “No ha sido fácil, pero ya estamos aquí. Con los timones a subir”. Así resume el comandante de la Flotilla de Submarinos, el capitán de navío Pedro Márquez de la Calleja, la travesía de algo más de 20 años que ha tenido que afrontar la Armada para disponer, finalmente, del S-81 Isaac Peral. Ahora, la fuerza naval se encuentra inmersa (nunca mejor dicho) en los preparativos y pruebas finales que permitirán la entrada en servicio de “alta disponibilidad”, situación que se alcanzará este verano. La espera ha valido la pena.
A lo largo de sus 81 metros de eslora, el primer submarino diseñado y construido íntegramente en España se divide en cinco secciones, que van de popa a proa y por las que recorren los cerca de 80 kilómetros de cable rutado y 10.000 tuberías que forman parte de su esqueleto. La quinta sección, ubicada en la parte delantera de la embarcación, está destinada a la habitabilidad y compuesta por nueve camarotes: siete con capacidad para seis personas, otro con tres camas, y la única habitación privada, la del comandante. Allí también se encuentran la cocina, los espacios comunes y las dos duchas y tres retretes que comparten los 53 miembros de la dotación. La tripulación duerme justo encima de la cámara de torpedos, que se halla en la misma sección pero en la planta inferior del sumergible.
“Aquí hablamos siempre de ‘una vida de mínimos y de máximos’: mínima comodidad, pero máximo compañerismo”, explica la sargento María Aguiar respecto a cómo es la vida a bordo del submarino, donde pueden pasarse hasta 30 días sumergidos sin contacto con el exterior. “Al final uno entra en una rutina, entre la vigilancia y los momentos en los que uno está franco, en los que desconecta, charla con los compañeros, vemos películas o jugamos a juegos de mesa”, detalla Aguiar, quien forma parte de la dotación del Isaac Peral desde marzo del año pasado.
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La sargento, que antes estuvo destinada en el BAC Cantabria, es una de las siete mujeres que navegan en el S-81: tres suboficiales y cuatro marineros. “Somos un miembro más de la dotación. Los camarotes no distinguen de sexos y nosotras estamos cómodas”, asegura.
La cámara de mando
La sección número cuatro alberga la sala de mando y control donde, a babor, se hallan todos los sistemas necesarios para gestionar la propulsión y la inmersión del buque. Según explica el segundo comandante de la embarcación, el teniente de navío Antonio Simón, esta parte de la cámara funciona mediante guardias rotatorias de cuatro horas durante el día y de tres por la noche (a partir de las 20 horas), en las que se turnan tres grupos de cinco personas, entre ellas el timonel. “Desde aquí un operador puede cambiar de cota, el rumbo y hacer maniobras de trimado. Controla toda la navegación”, precisa Simón.
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En cambio, a estribor de la cámara de mando se ubican las siete consolas multifunción desde donde otros cinco militares controlan el sistema de combate del submarino, también diseñado por la empresa Navantia, la constructora de la embarcación. “En esta parte controlamos tanto los sonares como el lanzamiento de torpedos, misiles o de minas, como también la cartografía”, señala el segundo comandante del Isaac Peral. Simón detalla que los sumergibles de la clase S-80 están equipados con diferentes tipos de sonares, entre los que destacan el cilíndrico integrado en la proa de la embarcación, los sonares de flanco, los de detección pasiva de distancia y los que detectan minas y otro tipo de objetos.
Como no podía ser de otra manera, la sala de control se encuentra justo debajo de la vela del S-81, aquella estructura que, vista desde el exterior, sobresale del resto del casco en todos los submarinos. En la misma se alojan diversos sensores y mástiles que se operan de manera remota. Sin embargo, el único sistema que sí atraviesa el casco del buque hasta la cámara de control es el periscopio, el cual, al momento de emplearse para observar la superficie, se eleva alrededor de cuatro metros por encima de la vela.
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“Funciona igual que en las películas: se iza, se bajan los brazos y se mete la cara justo en el ocular”, relata el teniente de navío. Pese a utilizarse del mismo modo que cualquier otro periscopio, el del Isaac Peral presenta una serie de innovaciones y equipos que lo diferencian del resto. “Antiguamente, solo tenían una óptica con la que, mediante unos sistemas de espejos, podíamos ver el exterior, pero este periscopio también está equipado con una cámara intensificadora de luz, una cámara visible y otra cámara infrarroja para poder utilizarla tanto de día como de noche”, destaca Simón.
En el centro de la sala de control, gestionando tanto los sistemas de navegación como de combate, se sienta el comandante del S-81. El capitán de corbeta Manuel Corral Iranzo fue designado al frente de la embarcación cuatro años atrás, incluso antes de que el buque fuera puesto a flote. Actualmente, Corral prepara a su dotación para cruzar el estrecho de Gibraltar y realizar la primera navegación por el océano Atlántico del sumergible. Pese a este importante hito, el comandante tiene la mirada puesta mucho más lejos: “Estoy seguro de que el Isaac Peral será el primer submarino español que cruce el Atlántico en inmersión”.