
“No habrá paz duradera sin Ucrania y sin la UE”. Los líderes europeos muestran su enfado ante la marginación constante a la que le somete Estados Unidos. Trump quiere poner todos los esfuerzos de su política exterior en el indo-pacífico y una guerra en Europa que ya se prolonga cuatro años solo supone una molestia.
Esto pudo comprobarse en el plan de paz express que el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, dio a conocer en Múnich y que Trump transmitió en una llamada telefónica a Vladímir Putin. En su discurso previo a la Conferencia de Seguridad, el jefe del Pentágono afirmó que el regreso a las fronteras de 2014 ―previa a la anexión rusa de Crimea― “no es realista”, aseguró que Ucrania no formará parte de la OTAN y atribuyó las garantías de seguridad únicamente a los europeos. En definitiva, el mensaje se resume en que las negociaciones dependen solo de Trump y no de Europa, y que la solución al conflicto pasa por conceder a Putin todo lo que había pedido desde el principio de la guerra, posiblemente para evitar así el fracaso de una de sus grandes promesas políticas.
“Que se puedan convalidar antes de empezar la negociación todas estas cosas es un desastre sin paliativos para la Unión Europea”, considera José Ignacio Torreblanca, director de la Oficina de Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, en una conversación con Infobae España. Trump supedita la continuidad de la OTAN a un incremento imposible del 5% del PIB en Defensa (España está en un 1,3%), una condición que EEUU ni siquiera cumple y a la que en Europa solo se acerca Polonia, con el 4,1%. “Es una cifra que claramente está planteada como una provocación a los europeos”, subraya Torreblanca.
Europa, entre la espada y la pared
El escenario es incómodo para los europeos, que trataron de despegarse de la dependencia energética de Rusia en favor de Estados Unidos y que ahora ven cómo Washington opta por el proteccionismo e incluso la confrontación y aislamiento de la UE. Pol Bargués, investigador senior de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) hace una lectura similar: “Europa ha quedado fuera en la parte de Defensa de Ucrania porque era Estados Unidos el mayor contribuidor, y ahora además en la parte de una posible negociación de paz”.
Pero el planteamiento de Trump es, a su juicio, la pescadilla que se muerde la cola. Es decir, aumentar el gasto en Defensa, pero dar la ventaja negociadora a Putin sobre Ucrania. El jefe de Estado francés, Emmanuel Macron, es quizá el líder que más ha elevado el tono por esta situación, y por ello presiona para avanzar en una autonomía estratégica militar. Pero de momento está solo. El Elíseo estimó que, para que los europeos puedan garantizar un alto al fuego a largo plazo, era necesario el despliegue de 40.000 soldados en la línea del frente en Ucrania bajo con un contingente dirigido por Polonia. El presidente ucraniano Volodímir Zelenski pide a los europeos ir más lejos y aboga por la creación de unas Fuerzas Armadas de Europa, un proyecto que por ahora está descartado en Bruselas.

En todo caso, afirma Torreblanca, la situación deja a Europa en una inseguridad frente a la que no hay respuesta rápida. ¿Quién va a disuadir a Rusia de que dentro de dos o cinco años no se ponga a “testar” ese despliegue europeo?, se pregunta.
El gasto en Defensa no será una medida popular, ya que implicará realizar ajustes en los presupuestos, ampliar impuestos o, de lo contrario, aumentar la deuda. Además, tener desplegada esa fuerza en Ucrania corre el riesgo de ser dañino políticamente y, como afirma Bargués, no es sostenible electoralmente en un escenario de gobiernos frágiles.
La idea de Trump llega porque la alternativa europea no ha sido suficiente
Durante cuatro años, la Unión ha tratado de ahogar a Rusia con una larga batalla económica. Desde que se produjo la anexión de Crimea en 2014, la UE mantiene 210.000 millones de euros en activos rusos congelados, un dinero que, tras muchas discusiones, se pretende usar para financiar la ayuda a Kiev. Asimismo, la UE ha tratado de mermar la economía de Moscú reduciendo la dependencia de sus gaseoductos, una decisión que tuvo también un coste económico, sobre todo en Alemania, que vio catapultados los precios de la energía y la electricidad.
Tanto Bargués como Torreblanca concuerdan en que las medidas han causado daños muy significativos en la economía rusa, pero el Kremlin sigue teniendo la capacidad de financiar la invasión con una economía de guerra y esto ha agotado la paciencia de Washington, que ahora quiere optar por lo que considera la vía “de la estabilidad” en Europa.
“No se ha conseguido ahogar a Rusia, ni se ha conseguido el objetivo de frenarla totalmente en el terreno militar. Las críticas a Trump se deben hacer y son correctas, las formas no son las adecuadas”, aclara Bargués, que añade que la Unión Europea siempre ha apostado por multilateralismo, por el que Ucrania debe de decidir su futuro. “Pero no hay que olvidar que esta apuesta por negociaciones de paz llega porque todo lo demás no ha funcionado”, sentencia el investigador.