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A lo largo de los siglos, el ser humano ha modificado los métodos empleados para evitar embarazos indeseados, dejando en la historia de la anticoncepción técnicas sorprendentes e incluso inverosímiles: desde los espermicidas naturales a base de excrementos de cocodrilo que utilizaban los egipcios hasta esponjas vaginales empapadas en vinagre o limón que comenzaron a usarse en la Edad Media, pasando por amuletos o rituales que en algunas culturas se creía que podían evitar que la mujer quedase encinta. No será hasta la década de 1920 cuando se invente el preservativo de látex, aunque algunas telas o tripas de animales podían cumplir una función similar. Además, entre los siglos XVII y XIX se popularizaron las duchas vaginales, que podían ser altamente perjudiciales para la salud de la mujer si la solución utilizada contenía mercurio.
Gracias a la ciencia, el siglo XX vivió una auténtica revolución anticonceptiva: comenzaron a popularizarse los dispositivos intrauterinos (DIU), los anticonceptivos hormonales, los inyectables, los anillos vaginales, los parches y las ligaduras de trompas; todos ellos más efectivos que los antiguos. En la actualidad, según detalla un estudio de 2024 publicado por el portal Statista, el método anticonceptivo más utilizado por las mujeres en España continúa siendo el preservativo, seguido por la píldora. Pese a ello, comienzan a ganar terreno, aunque aún lentamente, los anticonceptivos reversibles de larga duración (LARC), como los implantes subdérmicos o subcutáneos.
Implante subdérmico: funcionamiento y efectividad
Este método anticonceptivo, aún poco conocido para muchos españoles pese a que se encuentra disponible en el país desde 2002, es una varilla de plástico flexible que tiene un tamaño de cuatro centímetros de longitud y dos milímetros de diámetro. Es un implante hormonal que se inserta en la parte interna del brazo, debajo de la piel, y “va liberando diariamente progestágeno, una progesterona sintética que impide el embarazo porque inhibe la ovulación, imposibilita que se produzca nuestro ciclo menstrual y espesa el moco cervical para que no pasen los espermatozoides”, explica la matrona Sofía Secades a Infobae España.
La varilla debe ser introducida por un profesional preparado y se administra anestesia local para prevenir el dolor. Durante los días posteriores, es frecuente que las pacientes experimenten alguna molestia en la zona o tengan alguna herida o hematoma. Su financiación depende de la comunidad autónoma, por lo que en España existe una desigualdad en el acceso a estos anticonceptivos: mientras que en algunas regiones como Galicia, La Comunidad Valenciana o Canarias es gratuito, en otras como Castilla-La Mancha o el País Vasco el único LARC financiado es el DIU.
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Una de las razones que lleva cada vez a más mujeres a utilizar el implante anticonceptivo subcutáneo es que, según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), es uno de los métodos más efectivos, puesto que cuenta con una tasa de eficacia superior al 99%. Tiene una duración de tres a cinco años (pasado este tiempo, un especialista debe extraerlo o intercambiarlo por otro nuevo), durante los que no se requiere un manejo por parte de la usuaria, aportando una mayor comodidad y seguridad en comparación a otros métodos. “Elegí ponerme el implante porque llevaba unos tres-cuatro años con las pastillas anticonceptivas y hubo una época en la que se me estaba olvidando demasiado tomarlas a la hora”, explica Bea, de 23 años, a Infobae España. En esto coincide también Sheila, de 27 años: “No me gustaba tener que estar pensando diariamente en tomarme la pastilla a la misma hora, quería algo de lo que no tuviese que depender”.
Sangrados irregulares o amenorrea
Pese a que en los últimos años se ha extendido el conocimiento sobre el implante subdérmico (especialmente a través de las redes sociales, donde cientos de mujeres comparten sus experiencias y contribuyen a expandir la educación sexual y reproductiva también entre los más jóvenes), todavía es una técnica de contraconcepción poco conocida por el conjunto general de la población española.
Son muchas las mujeres que, por ejemplo, desconocen los efectos secundarios de este u otros métodos anticonceptivos actualmente disponibles. Bea recuerda que su ginecóloga incidió especialmente en el sangrado irregular: “Te podía venir a mitad de mes, en un mes tener dos sangrados o estar un mes entero con la regla”. Una situación que Ana (20 años), otra de las chicas que ha contado su experiencia a Infobae España, comprobó en sus primeros meses con el implante subdérmico: “La matrona me dijo que podía ser normal tener un manchado irregular. Al principio fue lo que pasó, pero unas semanas después empecé a tener sangrados dos veces al mes, por ejemplo. Eso se fue agravando y llegué a estar dos meses continuos con un sangrado. De hecho, yo desarrollé anemia”.
Aunque no es habitual y únicamente ocurre en raras ocasiones, estos periodos más prolongados y frecuentes pueden provocar una disminución de los niveles de hierro y, como en el caso de Ana, anemia si hay una pérdida significativa de sangre.
Por el contrario, durante los dos años en los que Bea utilizó el implante subdérmico, no tuvo la menstruación: “Ese fue uno de los motivos por los que me lo quise quitar. Es una cosa que me preocupó. Si tienes relaciones sexuales y no tienes la regla, no sabes si estás embarazada”. La amenorrea (ausencia de flujo menstrual) es otro de los posibles efectos secundarios de este método anticonceptivo. El periodo en las mujeres en edad fértil es un signo de salud, de que todo funciona correctamente en su cuerpo, por lo que son muchas las que desean continuar teniéndola mientras utilizan técnicas de contraconcepción, especialmente para comprobar que son efectivas y no se produce un embarazo indeseado.
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Sin embargo, es precisamente esta ausencia de menstruación uno de los motivos por los que Sheila se encuentra muy satisfecha con el implante subdérmico: “Diría que mi vida ha cambiado a mejor porque ahora ya prácticamente no me preocupo por la regla, me baja a lo mejor cada dos o tres meses y, cuando la tengo, es un manchado muy leve. En ese sentido, yo estoy supercontenta. Llevo utilizándolo cuatro años, a día de hoy llevo el segundo que me he puesto y yo creo que sí lo seguiré usando”. Esto demuestra la importancia de consultar a un especialista para elegir el método anticonceptivo, puesto que no todas las mujeres tienen las mismas necesidades ni experimentan idénticos efectos, como explica la experta: “Hasta que no te lo colocas, no sabes cómo va a reaccionar en tu cuerpo. Eso es un misterio”.
“Me generó un problema de autoestima muy grande”
El sangrado irregular no es la única reacción adversa que puede provocar el implante subdérmico. La matrona Sofía destaca, por ejemplo, “aumento de la retención de líquidos, aumento de peso, disminución de la libido o sensación de tensión mamaria”. En el Manual de Planificación Familiar elaborado por el Departamento de Salud Reproductiva e Investigación de la OMS, se mencionan cefaleas, dolor abdominal, acné, mareos o malestar estomacal, mayor riesgo de quistes ováricos no cancerosos, sequedad o dolor vaginal…
Al igual que otros métodos anticonceptivos como la píldora, el implante subcutáneo provoca una variación hormonal que puede desencadenar cambios en el humor y el estado de ánimo: “A nivel emocional lo he notado un montón, yo creo que esa ha sido la alteración que más he experimentado, sobre todo al principio”, destaca Ana.
Además, este desajuste hormonal también puede advertirse en la piel: “Durante la adolescencia tuve mucho acné, sobre todo en la espalda, pero con las pastillas lo había controlado”, explica Bea. “Cuando me puse el implante, noté que el acné de mi espalda volvía a salir de nuevo, ahora de una manera muy severa: unos granos muy grandes, muy dolorosos”. Este efecto secundario, que también ha experimentado Ana, le supuso a Bea un problema “de autoestima bastante grande”: “fue duro de repente tener la espalda llena de granos y marcas”. Por este motivo, decidió quitárselo tras dos años utilizándolo.
La fecha en la que termina la vida útil del implante de Ana es 2026. Pese a los efectos adversos que experimentó al ponérselo (asegura que a día de hoy han disminuido), decidió no quitárselo, en gran parte por miedo al efecto rebote que le pueda provocar dejar de utilizarlo: “No hay mucha información sobre eso y a mí en ningún momento se me explicó. Cuando llegue la fecha para extraérmelo, quiero ver cómo reacciona mi cuerpo. No tengo la idea de ponerme otro más. La verdad que no está entre mis planes”.
Aunque son muchas las mujeres que se encuentran satisfechas con el implante subdérmico, también una gran cantidad de las que lo han utilizado han tomado la decisión de extraerlo antes de la fecha prevista, especialmente por el sangrado irregular u otros efectos adversos de los que ni siquiera tenían conocimiento. “No creo que exista nada de información, pero ni sobre este método ni sobre ninguno. Muy pocas pacientes saben cómo funcionan, cómo es su ciclo, cuáles son los efectos y qué opciones tienen”, afirma Sofía. Un claro ejemplo de la necesidad de continuar potenciando la educación reproductiva e invirtiendo en que, con el paso del tiempo, la anticoncepción sea menos invasiva e intensa, más cómoda y no una cuestión de salud únicamente femenina.