El medicamento de moda, Ozempic, podría ayudar a las personas a reducir su consumo de alcohol. Wegovy, otro fármaco que comparte el principio activo de la semaglutida con Ozempic, también podría tener este efecto, según una reciente investigación llevada a cabo por la Universidad del Sur de California (USC) en Estados Unidos.
El descubrimiento ha sido publicado en JAMA Psychiatry y muestra que las personas que tomaron una medicación semanal con semaglutida experimentaron un menor deseo de beber alcohol, la cantidad ingerida y la frecuencia. El estudio pone sobre la mesa las observaciones acumuladas por cientos de médicos y pacientes.
“Los dos fármacos aprobados actualmente para reducir el consumo de alcohol no se utilizan ampliamente. La popularidad de Ozempic y otros agonistas del receptor GLP-1 aumenta las posibilidades de una amplia adopción de estos tratamientos para el trastorno por consumo de alcohol”, destaca Christian Hendershot, autor del estudio y Director de Investigación Clínica del Instituto de Investigación de Adicciones de la USC. “La reducción del consumo de alcohol se asocia con mejores resultados de salud. Estos resultados justifican estudios más amplios de los agonistas del receptor GLP-1 para el trastorno por consumo de alcohol”.
A partir del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), una hormona intestinal que estimula la secreción de insulina por parte del páncreas, científicos de Toronto y Copenhague desarrollaron la semaglutida, que acabaría convirtiéndose en el principio activo de Ozempic o Wegovy.
En una entrevista con Infobae España, el padre del revolucionario fármaco, el doctor Daniel Drucker, explicó que la labor esencial de este medicamento es decirle al cerebro que ya no tiene hambre. “Para el control de la glucosa o la diabetes, le dice al páncreas que produzca más insulina y menos glucagón, además de reducir la velocidad a la que los alimentos pasan por el intestino. Todas esas acciones juntas le comunican al cerebro que ya no tiene hambre”, explica. El estudio de la Universidad de California parece indicar que Ozempic también puede comunicarle al cerebro que no tiene deseo de beber alcohol.
Semaglutida y alcohol: así fue el experimento
Para el ensayo, los investigadores reclutaron a 48 adultos con trastorno por consumo de alcohol que no buscaban activamente tratamiento. El trastorno por consumo de alcohol se define por una serie de posibles síntomas, incluida la incapacidad de dejar de beber o controlarlo a pesar de las consecuencias negativas. Los participantes tenían un historial de consumo de alcohol en el último mes de más de siete (para mujeres) o más de 14 (para hombres) bebidas estándar en una semana, así como dos o más episodios de consumo excesivo de alcohol (4 o más bebidas para mujeres y 5 o más para hombres).
Una semana antes de la primera inyección, los investigadores invitaron a los participantes a beber sus bebidas alcohólicas preferidas durante un período de dos horas en un ambiente de laboratorio cómodo, con instrucciones de demorar el consumo si así lo deseaban. Los investigadores documentaron los retrasos y las bebidas consumidas.
Los participantes fueron asignados aleatoriamente a recibir inyecciones semanales de dosis bajas de Ozempic o un placebo durante nueve semanas, durante las cuales también se midieron sus patrones de consumo de alcohol semanales. Después, los participantes y los investigadores regresaron al laboratorio de consumo de alcohol para repetir el proceso y ver qué cambiaba.
Los resultados, medidos en gramos de alcohol consumido y concentración de alcohol en el aliento, indicaron que las inyecciones de semaglutida redujeron el deseo de beber semanalmente, redujeron el consumo promedio de bebidas en los días de consumo excesivo y dieron lugar a mayores reducciones en los días de consumo excesivo de alcohol, en relación con el placebo. Un hallazgo clave fue que la magnitud de los efectos de la semaglutida en varios resultados de consumo de alcohol fue relativamente mayor de lo que se observa a menudo con los medicamentos existentes para reducir el deseo de beber alcohol, a pesar de que la semaglutida solo se administró en las dosis clínicas más bajas.
En el último mes de tratamiento, los participantes del grupo de semaglutida redujeron significativamente el número de días en los que bebieron mucho. Además, casi el 40% de las personas del grupo de semaglutida no informaron haber bebido mucho durante el último mes de tratamiento, en comparación con el 20% del grupo de placebo.
“Estos datos sugieren que la semaglutida y otros fármacos similares tienen potencial para cubrir una necesidad no satisfecha en el tratamiento del trastorno por consumo de alcohol”, afirma la autora principal, Klara Klein, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte. “Se necesitan estudios más amplios y más prolongados en poblaciones más amplias para comprender plenamente la seguridad y eficacia en personas con trastorno por consumo de alcohol, pero estos hallazgos iniciales son prometedores”, añade.
*Con información de Europa Press