“Algo pasa en Vox”. La salida de Juan García-Gallardo anunciada este lunes es un nuevo síntoma que muestra que la formación no atraviesa su mejor momento interno, paradójicamente en el mejor momento electoral de la formación (es el partido que más crece en las encuestas). La salida de los ‘pesos pesados’ de la formación que preside Santiago Abascal reflejó en un primer lugar la fractura entre el ala liberal, liderada por Espinosa de los Monteros, y el sector ultraconservador, encabezado por Jorge Buxadé.
Pero ahora las grietas se abren entre las Cortes Regionales y la Dirección Nacional, un malestar que surgió a raíz de la salida de Vox de los gobiernos autonómicos. Los disidentes alegan lo mismo: Bambú quiere controlarlo todo. Tras anunciar que abandonaba todos sus cargos (pero seguirá afiliado a la formación), el exvicepresidente de la Junta de Castilla y León y hasta ahora líder de Vox en el territorio, justificó su decisión refiriéndose a “motivos personales”, que más tarde dio a entender que existían diferentes “discrepancias” con la Dirección Nacional que preside Abascal. Este miércoles, García-Gallardo ha hablado de “problemas estructurales” que vienen desde hace tiempo.
El exlíder territorial llegó a la Junta de Castilla y León tras negociar un gobierno con el Partido Popular. “Estuvimos erre que erre negociando con el PP los presupuestos, y eso se tradujo en dos de las medidas, la reducción de los privilegios de los sindicatos y el pacto político por el derecho a la vida”, ha recordado. Pero el divorcio entre PP y Vox ordenado por Abascal comenzó a tensar las relaciones.
“El partido, que luego ha ido a a guerra con el PP, decidió apartarme de las negociaciones directas de mi gobierno. No tenía sentido que las personas que no fuesen elegidas participasen en las interlocuciones con Mañueco [el presidente de la Junta]”, ha señalado en una entrevista para la cadena COPE.
“Vox no cuida el factor humano”
García Gallardo ha denunciado también manipulaciones desde la sede de Madrid respecto a su oposición a la ruptura de gobiernos con los populares: “Tras la celebración de la Dirección Nacional de Vox yo dejé entrever que iba a dimitir [...] Estas ideas que se sacan de la manga de que soy un traidor no tienen ningún sentido”.
García-Gallardo ha defendido que su decisión no tiene nada que ver con la salida de dos procuradores de Vox en las Cortes de Castilla y León, que reclamaban una mayor democratización de la formación. “Mi dimisión y oposición son solo la guinda del pastel”, ha asegurado, aunque admite que sí hubieron presiones para que firmara la salida de estas dos personas. “Yo no actúo bajo chantaje”, ha criticado.
Preguntado por si hay un patrón común en las dimisiones en Vox, Gallardo ha explicado que su salida es independiente pero, por otro lado, “he tenido que vivir situaciones dantescas”. Y ahí ha apuntado, sin mencionar, al presidente Abascal.
“Algo pasa en Vox cuando no se cuida los recursos humanos. Cuando tenemos los parlamentos divididos y hay un goteo de dimisiones. Hay alguien ahí que no sabe estar a la altura. Le animo a que analice. No vamos a conseguir ganar en el territorio si se hacen zancadillas”, ha sentenciado.
Figaredo: “En Vox no hay barones autonómicos”
Momento después de estas palabras, en otra intervención para RNE, el portavoz de Vox en el congreso José María Figaredo ha restado importancia a las acusaciones del exlíder castellanoleonés. “Vox es un partido nacional. No creemos en el reparto autonómico del Estado y por eso no tiene una estructura autonómica, sino provincial. No se reconoce un régimen autonómico”, ha apostillado Figaredo, que remarca que en Vox “se vota a la dirección nacional y esta marca una línea”.
“Entiendo que hay gente que tiene opiniones diferentes, que en el fondo él quería ser un barón autonómico de Vox, pero se ha dado cuenta de que eso no tiene cabida en la formación”, ha sentenciado.