Pocas obras humanas pueden compararse a la maravilla de la ingeniería que es la naturaleza. La anatomía de los seres vivos responde a una necesidad biológica diseñada por los cientos de miles de años de la evolución. Las palomas, por ejemplo, ven millones de tonalidades de color. Los cocodrilos y los camellos cuentan con un tercer párpado para proteger sus ojos del agua y la arena, respectivamente. Las mariposas pueden ver la luz ultravioleta para orientarse mejor y los mosquitos ven dentro del rango infrarrojo para guiarse en la oscuridad.
¿Qué ocurre con nuestros ojos? Los humanos solo contamos con un párpado inferior y otro superior, no tenemos visión infrarroja ni abarcamos un espacio visual de 360º como los camaleones. Sin embargo, tampoco necesitamos más. “Lo único que le importa al ojo es la cantidad de luz que aterriza sobre él”, explicaba Michael Landy, el profesor de psicología y neurociencia de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos). El encargado de controlar la cantidad de luz que entra en el ojo es el iris, que es esa estructura circular coloreada que facilita el enfoque de los objetos en la retina.
Pero en el caso del color de nuestros ojos, este no depende de alguna necesidad biológica. “El color de los ojos está determinado genéticamente y depende de la cantidad de pigmentación melanina que contenga el iris, a mayor pigmento más oscuro serán nuestros ojos”, matiza Jorge García-Borregón, oftalmólogo en el Complejo Hospitalario Universitario de Pontevedra, en una entrevista para Infobae España.
Sin embargo, las presiones estéticas y el imperio de la belleza han calado en la sociedad desde hace siglos, aunque su peso se ha multiplicado en nuestra era. Recientemente, una moda que está ganando cada vez más popularidad puede implicar numerosos riesgos para la salud: los tatuajes en los ojos para cambiarse el color.
Cómo es una operación para cambiarse el color de ojos
La técnica más utilizada para llevar a cabo esta operación del cambio de color de ojos es la queratopigmentación, que actúa sobre la córnea. García-Borregón aclara que este procedimiento “consiste en introducir un pigmento en la córnea”, donde previamente se ha practicado un “bolsillo” o microtúnel circular “con un láser (láser de femtosegundo) para conseguir la tonalidad deseada por el paciente”. De esta manera, se elimina de forma irreversible la pigmentación natural del iris, inyectando los micropigmentos en la capa superior de la córnea.
Las clínicas donde se practica esta operación se ubican en las principales ciudades de España y el precio oscila entre los 3.000 y los 8.000 euros, en función de la clínica, el tipo de láser utilizado y, sobre todo, el color elegido. Las operaciones más caras son aquellas con los colores más exóticos: desde un plata brillante al turquesa. Los tonos más corrientes también tienen cabida, pues se ofertan el marrón, el verde, el azul o el color miel.
La intervención se realiza con una anestesia local, administrada en gotas, y según aseguran las clínicas, es totalmente indolora. La operación en sí misma tiene una duración de entre 30 y 45 minutos y un tiempo de recuperación de 24 a 48 horas. Algunas clínicas incluyen en los honorarios de la cirugía las revisiones oftalmológicas, así como la medicación postoperatoria necesaria: colirios, paracetamol y dexketoprofeno (Enantyum).
Sin embargo, antes de aplicarse como un tratamiento estético, la queratopigmentación se realizaba en pacientes que habían sufrido algún tipo de patología que habían empeorado el aspecto de sus ojos. Por ejemplo, enfermedades que hubieran provocado irregularidades en la forma u opacidad de la córnea o una pérdida de la pigmentación causada por un leucoma.
Los riesgos de la queratopigmentación
Todas las clínicas consultadas por Infobae España aseguran que, en los años que llevan realizando la técnica de la queratopigmentación, ningún paciente ha sufrido ningún problema médico. Sostienen que, al no alterarse las estructuras oculares internas, la tasa de complicaciones es mínima.
Pero desde la Sociedad Española de Oftalmología (SEO) puntualizan que no existe suficiente evidencia científica que avale la seguridad y la eficacia de esta intervención. De hecho, alertan de que sí se han observado graves complicaciones a raíz de la queratopigmentación, como por ejemplo la pérdida de transparencia de la córnea por descompensación, abocando en algunos casos a un trasplante de córnea.
Además, se han reportado otras complicaciones como la pérdida periférica de campo visual, fotofobia o sensibilidad a la luz. En este sentido, puede poner en riesgo la práctica de una futura cirugía de cataratas o retina, pues aumenta el riesgo de complicaciones intraoperatorias.
El oftalmólogo añade a este medio que la operación para el cambio del color de ojos “tampoco induce resultados estéticamente naturales al carecer el color tintado de la suficiente profundidad dentro del ojo (ya que se actúa sobre la córnea y no sobre el iris), con lo que la sensación es similar a la que provocan las lentes de contacto de colores”.
Dado los riesgos y las consecuencias irreversibles para la visión, varios oftalmólogos coinciden en que no se recomienda su uso con fines exclusivamente estéticos. “Es un tema controvertido”, expresa García-Borregón. “Así como hay muchos oftalmólogos operados de cirugía refractiva con láser, estaría bien saber cuántos oftalmólogos estarían dispuestos a someterse a una queratopigmentación para cambiar su color de ojos”, concluye.