¿Cuántas veces hemos visto a un niño llorar por tener que ir al colegio? Esta es una de las estampas más comunes. Sin embargo, para los padres que tienen que sobrellevar esta situación puede ser una situación agotadora.
Algunos progenitores optan por amenazar a los niños con castigos si lloran, otros prefieren incentivar a sus hijos con juguetes. Cada familia sigue un método diferente, sin embargo, los expertos ya se han posicionado respecto al tema.
Lo primero que tenemos que tener claro es que los niños no odian la escuela. Pese a la creencia generalizada que tenemos de que los pequeños tienen un gran rechazo, los estudios de un grupo de investigadores australianos ha demostrado lo contrario.
Y es que aprender cosas nuevas y estar con sus compañeros es una de las actividades favoritas de los niños. El estímulo que les produce esta sensación, junto a descubrir cosas nuevas, es algo que le gusta mucho a los niños.
Cuando no quieren ir al colegio, lo primero que deben de hacer los padres es preguntarle las causas que le generan el malestar. Muchas veces se trata de una fase temporal que lleva al niño a una situación de ansiedad. Sin embargo, hay otras veces que los motivos pueden ser más profundos, necesitando una mayor delicadeza para abordar la problemática.
¿Qué dicen los expertos?
Según ha publicado The Conversation en un artículo, un equipo de investigadores australianos especializados en pedagogía y ciencias de la educación, dice que es importante distinguir dos tipos de fenómenos.
Por una parte, puede existir cierta desgana escolar. Esto se produce cuando un niño no rechaza de manera rotunda ir al centro escolar, pero se encuentra con ciertas situaciones que le empujan a no querer ir. Hay en ciertos casos en los que esa apatía se puede presentar mediante síntomas físicos.
Ante esta situación, lo idóneo es mostrarse comprensivo y animarle a superar la adversidad. Mostrar alegría cuando el niño afronta algunas situaciones estresantes y felicitarle tras volver del colegio son dos conductas que le van a motivar.
Sin embargo, hay otro fenómeno que es mucho más grave, según apuntan los expertos. El proceso de negativa escolar es mucho más profundo. Cuando el niño insiste mucho en no ir y le produce ansiedad todo lo relacionado con el colegio, los padres deben plantearse que quizás el problema es más serio.
Con esta negativa, la incapacidad por afrontar temas relacionados con el entorno escolar es mucho más grave. Síntomas como dolores de barriga o de cabeza frecuentes, llorar al imaginarse a un profesor o que le cueste vestirse a la hora de ir a clase, pueden indicar que el niño puede estar pasando un episodio depresivo.
No debemos de ignorar estas señales, pues, si se prolongan en el tiempo, pueden tener efectos irreversibles en su desarrollo.
Para superar este episodio, hay que asegurar que el niño se encuentre en un entorno seguro para comunicar sus problemas sin sentirse juzgado. Por esta razón, usar un castigo como amenaza puede empeorar las cosas. Es importante contar con el apoyo psicológico de un profesional.