Shoji Morimoto simply exist as a companion. REUTERS/Kim Kyung-Hoon “Disculpe -comenzaba el mensaje en Twitter- quizás tenga relaciones sexuales hoy, ¿podría enviarme un mensaje a las 12 para decirme que me corte las uñas?”. La pregunta no iba dirigida a un amante, sino a Shoji Morimoto, un japonés que, desde 2018, ofrece su mera compañía “en alquiler”.
Sus servicios implican estar con los clientes: acompañarlos, comer con ellos y, sobre todo, escucharlos en lugar de hablarles. Se hace llamar “persona de alquiler que no hace nada”. Cobra entre 10.000 y 30.000 yenes por sesión (aproximadamente entre 61,41 y 184,23 euros), y a sus 41 años ha atendido más de 4.000 solicitudes y cuenta con una clientela que no deja de crecer.
En las diversas entrevistas que ha ofrecido a medios de comunicación japoneses, explica que su trabajo no solo le ha generado ingresos considerables, sino también una reflexión sobre las necesidades emocionales y sociales en la era moderna.
“Pensé que quizás hacer algo no se me daba bien”, confesó Morimoto en una entrevista con Japan Times. Luego de perder su empleo en una oficina, donde fue criticado por “no tomar la iniciativa”, decidió convertir su supuesta debilidad en una fortaleza. Ahora, su “falta de individualidad” se ha transformado en su producto estrella.
Morimoto era tutor de primaria y está licenciado en Física por la Universidad de Osaka, pero como le costó adaptarse a un trabajo tradicional, decidió empezar a ofrecerse a los demás sin hacer nada en concreto. Algo para lo que en 2020, cuando empezó, no cobraba nada, pero poco a poco empezó a ver la posibilidad de negocio.
Para comprender el éxito del emprendimiento personal del hombre hay que tener en cuenta la cultura individualista característica de Japón. Hay un gran respeto por el espacio privado y una completa aversión a molestar a los demás.
Incluso existen agencias de actores que se hacen pasar por amigos, familiares o compañeros de trabajo en diversas situaciones sociales, desde bodas a reuniones de negocios.
Conceptos como honne (actuar con naturalidad, reservado a la esfera íntima) y tatemae (la cara social, actuar como esperan los demás) caracterizan la pretensión de los japoneses de querer mantener su espacio privado y su intimidad alejadas.
Shoji Morimoto at a cafe in Tokyo, Japan August 31, 2022. REUTERS/Kim Kyung-HoonLa historia de Morimoto ha servido para poner sobre la mesa el tema de la volatilidad actual de las relaciones interpersonales. No habla mucho de su vida privada, pero según su libro, es el menor de tres hermanos, pero su hermana mayor se suicidó. Además, tiene un hijo y está casado.
Para el japonés, la verdadera gratificación de su trabajo radica en los efectos positivos que tiene sobre sus clientes. “Me sorprende que tanta gente encuentre satisfacción en alquilar a alguien que no hace nada”, comentó a BBC Mundo. Muchos clientes reportan sentirse aliviados después de compartir momentos con él, ya que pueden expresar pensamientos o emociones sin miedo al juicio.
Shoji Morimoto in Tokyo, Japan August 31, 2022. REUTERS/Kim Kyung-HoonSu libro Rental Person Who Does Nothing, salió al mercado en enero de 2024 e incluye las reflexiones que extrae de años de acompañar a personas en sus actividades diarias.
El medio por el que promociona sus “ofertas” de compañía es X, y a día de hoy publica regularmente las “citas” que tiene con sus clientes, aunque sin compartir sus datos personales, así como “discusiones” con personas que le escriben sin entender su oficio. Ha recibido críticas de personas que opinan que su trabajo “no es nada”, a la par que personas que rebaten ese pensamiento argumentando que “escuchar sin sentirte juzgado sí es algo”.
Morimoto cree que las personas deberían poder vivir sus vidas tal como quieran, sin la influencia de la sociedad o el dinero. Lo compara con ser como un bebé: “Los bebés hacen lo que quieren. Escupen la comida que no la quieren. Lloran cuando están tristes y duermen cuando están cansados. Pero luego los bebés crecen”, dijo a BBC Mundo, “y se ven obligados a aceptar los valores del mundo adulto y luego su ternura se desvanece”.