Ante un evento traumático, puede ocurrir que no seamos capaces de expresarnos correctamente. Esto se debe a que se produce una disminución en el área de Broca, la región del cerebro encargada de expresar ideas y sentimientos. Al mismo tiempo que esta se ve mermada cuando sufrimos un área, otras áreas visuales concretas se activan.
A partir de este descubrimiento del cerebro, los psicólogos diseñaron una herramienta terapéutica basada precisamente en la comunicación del trauma a través del pensamiento en imágenes. Es lo que se conoce como técnica de la caja de arena, que resulta especialmente útil para la terapia con niños, quienes a menudo carecen de las habilidades necesarias para verbalizar sus emociones o experiencias.
En situaciones donde el problema tiene su origen en un trauma infantil, la necesidad de recordar y explicar puede convertirse en una fuente adicional de sufrimiento. La caja de arena ofrece una forma alternativa de abordar estas vivencias al proporcionar una distancia emocional que facilita la elaboración del trauma con menos dolor. Esta herramienta terapéutica, explicada por la clínica de psicoterapia y personalidad Persum permite al paciente explorar y procesar sus emociones a través de la manipulación de figuras y objetos dentro de la arena, generando un espacio seguro donde las experiencias traumáticas pueden representarse y reorganizarse sin la presión de usar palabras.
El lenguaje natural del niño es el juego, y en esta técnica se convierte en su medio de expresión y liberación. Al utilizar la caja de arena, el pequeño encuentra una narrativa que le permite dar forma a sus emociones, expresar sus pensamientos y simbolizar sus vivencias. Este proceso favorece el desarrollo de un sentimiento de control sobre lo que está sucediendo en su interior y en su entorno. Al mismo tiempo, promueve una sensación de seguridad y confianza, lo que es crucial para el proceso terapéutico.
El trauma, el apego y la resiliencia
El fundamento teórico de esta técnica se basa en los modelos de trauma, apego y resiliencia. En el contexto del trauma, la caja de arena facilita una expresión no verbal que reduce la intensidad emocional asociada al recuerdo de eventos traumáticos. En lugar de revivir directamente la experiencia dolorosa, el paciente puede externalizar sus sentimientos y pensamientos en un entorno simbólico y protegido. Esto no solo disminuye el nivel de angustia, sino que también ayuda a reorganizar y resignificar las experiencias desde una perspectiva más accesible al tratamiento, explican los profesionales de la Clínica Miralles.
En relación con el apego, la técnica fomenta la construcción de un vínculo terapéutico seguro. La posibilidad de representar emociones y situaciones de manera simbólica permite al niño establecer un puente entre su mundo interno y externo, facilitando la comunicación con el terapeuta. Este vínculo es fundamental para promover la confianza y el desarrollo emocional en el marco de una relación de apoyo.
Por otro lado, la resiliencia también encuentra un espacio en el uso de la caja de arena. A través de la representación simbólica y el juego, el niño puede desarrollar herramientas para enfrentar y superar adversidades. Este proceso fortalece su capacidad para adaptarse a situaciones difíciles, al tiempo que fomenta un sentimiento de autoeficacia y empoderamiento.