Se conoce como fotosíntesis al proceso químico en el que se transforma materia inorgánica en materia orgánica que realizan muchos seres vivos, sobre todo plantas y bacterias. A través de este, se utiliza la luz del sol para transformar el agua y el dióxido de carbono en glucosa y oxígeno, salvo en algunos casos en los que el gas liberado es el azufre.
De este modo, la fotosíntesis, y por extensión la luz solar, son elementos claves para la producción de oxígeno en el planeta. O, al menos, esto es lo que se creía hasta ahora, dado el hallazgo de una serie de rocas metálicas situadas en el fondo del océano Pacífico capaces de producir oxígeno en total y absoluta oscuridad.
Metales con carga eléctrica en las profundidades
La exploración, cuyos resultados se publicaron en 2024, se realizó en una zona llamada Clarion-Clipperton, ubicada entre México y Hawái, que lleva años despertando el interés de todo el mundo por sus nódulos polimetálicos, que lo convierten en una de las mayores reservas de minerales como el cobre, el níquel o el cobalto. Otro hecho llamativo de este lugar era su gran biodiversidad, sobre todo comparándola con la de otras zonas de gran profundidad.
La gran biodiversidad de la zona no se puede explicar sin la presencia de oxígeno, un misterio que podría resolverse después de que una investigación sugiera que este proviene de las cargas eléctricas que generan los nódulos de minerales. “Dados los altos potenciales de voltaje en las superficies de los nódulos, planteamos la hipótesis de que la electrólisis del agua de mar puede contribuir a esta producción del oxígeno oscuro”.
Así lo defiende, tras la publicación en la revista Nature Geoscience de los experimentos realizados por su equipo y él, un investigador de la Asociación Escocesa de Ciencias Marinas, el científico Andrew Sweetman: “Nuestro descubrimiento del oxígeno oscuro es un cambio de paradigma en nuestra comprensión de las profundidades marinas y potencialmente de la vida en la Tierra, pero plantea más preguntas que respuestas”, explica en un comunicado de la Asociación.
Un resultado difícil de creer que ahora espera más comprobaciones
Sweetman experimentó con los nódulos para ver si, agrupando varios para que produjeran un mayor voltaje, conseguía que se realizara la electrólisis del agua del océano (para lo que son necesarios 1,5 voltios, mientras que los nódulos sin agruparse producen 0,95, según sus mediciones). “Cuando obtuvimos los primeros datos, pensamos que los sensores estaban defectuosos, porque todos los estudios realizados en las profundidades marinas solo habían observado que el oxígeno se consumía en lugar de producirse”.
Tanto es así, que probaron con otro método alternativo que, no obstante, les mostró el mismo resultado, que pondría en entredicho cómo nuestro planeta acabó llenándose de oxígeno y como aparecieron los primeros seres que necesitaban ese gas para vivir. “Cuando obtuvimos los primeros datos, pensamos que los sensores estaban defectuosos, porque todos los estudios realizados en las profundidades marinas solo habían observado que el oxígeno se consumía en lugar de producirse”.
La posibilidad de una fuente alternativa hace repensar esa teoría. Y no solo eso: la posibilidad de que pueda surgir esa cantidad de vida sin luz solar amplía las posibilidades de encontrar seres en fondos oceánicos de otros planetas y satélites.
Con todo, Sweetman ha animado a la comunidad científica a que revisen sus investigaciones, algo que no han dudado en hacer, por ejemplo, desde las empresas mineras, que ven cómo la producción de oxígeno y su contribución al misterioso ecosistema del fondo submarino podría impedir la explotación de los nódulos. Empresas como The Metals Co. ya han presentado refutaciones al artículo, mientras otros científicos independientes han sido más cautos y han señalado la necesidad de replicar el experimento.