Las enfermeras ya no se limitan al graduado universitario y así lo evidencia la encuesta del Ministerio de Sanidad a más de 55.000 profesionales: el 59,5% de las profesionales españolas ha realizado al menos un máster y un 22,3% tiene formación de especialista. En un número más reducido, pero al alza, un 1,9% de las enfermeras españolas ha alcanzado el grado de Doctora.
“Somos muy pocas, aunque cada vez más”, explica Laia Ventura, enfermera gestora de casos de Neurología Pediátrica en el hospital Vall d’Hebron que está camino de conseguir su doctorado. Como ella, cientos de profesionales aspiran al título de doctor en España. Tan solo en el programa de doctorado financiado por el Consejo General de Enfermería (CGE) han recibido más de 500 solicitudes, un 60% más que en 2023, lo que para la institución pone de manifiesto " el enorme potencial investigador que existe entre las enfermeras de España".
Las investigaciones de enfermería versan sobre todo tipo de campos, explica Ventura, pero “suelen centrarse más en el paciente y su entorno”, considera. “Ya no solo es centrarnos en el paciente, sino en todo su entorno y la parte más psicosocial, no solo la física”, valora la doctoranda. En concreto, sus estudios se centran en la implicación y la presencia de las familias en las unidades de pediatría, especialmente durante procedimientos invasivos, planteamiento que le valió en 2024 el Premio Jóvenes Promesas de la Investigación Enfermera, entregado por el CGE.
Conciliar el hospital y la investigación, tarea imposible
“En el equipo médico es muy frecuente hacer investigaciones y llegar a niveles de doctorado”, alto que “no se realiza en la práctica habitual” de las enfermeras, reconoce Ventura. Hay dos factores condicionantes. El primero, la educación que recibe este personal sanitario, que hasta el 2008 se limitaba a una diplomatura.
El paso a un grado universitario ha ampliado de tres a cuatro años la formación mínima para ejercer y, además, ha incluido la investigación en el itinerario.“Es una forma de que los alumnos entren al mundo de la enfermería sabiendo qué es la investigación y que nuestra práctica, en el fondo, está basada en la evidencia”, dice Ventura. Eso ha hecho que cada vez más jóvenes se inclinen por este camino.
“Si nuestro día a día está basado en la evidencia científica, es normal que nos preguntemos si lo estamos haciendo bien o no, o si podemos mejorar algo”, explica. El impulso a la investigación enfermera ha conseguido mejoras en la práctica y ha dado lugar a revisiones de protocolos de actuación, entre otros avances.
Pero no es sencillo compaginar la curiosidad científica con la atención sanitaria y eso Ventura lo sabe bien. La enfermera ha pasado 10 años en plantas de Pediatría, pese a no tener la especialidad, y sabe que las labores diarias no dejan tiempo para la investigación. “El volumen de trabajo es cada vez mayor, sobre todo porque cada vez hay más pacientes crónicos”, explica, lo que hace “cada vez más imposible gestionar la asistencia y la investigación” al mismo tiempo, lamenta.
“Tengo el corazón dividido. La parte asistencial me encanta, pero la investigación me pesa más en este momento”, dice. Por el momento, y gracias a los subsidios recibidos, Ventura se apartará un tiempo del trato directo con los pacientes, “que no quiere decir que no vuelva a la asistencia ni mucho menos”, asegura.
Por suerte, “poco a poco hay más apoyo institucional” a las investigaciones de enfermería, aunque los recursos todavía son escasos, asegura Ventura. Por ello, la sanitaria ve importante “visibilizarnos más en la sociedad”: “Si hay más revistas y artículos de enfermería, visualizamos y mejoramos nuestro rol”, concluye.