La influencer Natalia Jiménez, exconcursante de MasterChef Junior, ha anunciado a través de sus redes sociales que padece cáncer de sangre. En los últimos días, la creadora de contenido de 20 años ha mostrado su preocupación por no saber cuándo comienza el tratamiento, pues su médico se encuentra de baja y asegura que nadie le “coge el teléfono”.
Aunque de momento la tiktoker ha preferido no detallar cuál es el tipo de cáncer de sangre que padece, ha manifestado que “no es de los peores que se pueden tener" y que, pese a sentir miedo, tiene claro que va “a sacar fuerzas de donde sea”.
El cáncer de sangre es el quinto tipo de cáncer más frecuente en España y se espera que para 2025 se diagnostiquen más de 25.700 nuevos casos de cáncer hematológico, según la Red Española de Registros de Cáncer (Redecan). Por detrás de los tumores de mama, pulmón, próstata y colon, los sanguíneos “supondrán un 10% del total de nuevos diagnósticos” en este año.
El cáncer de sangre es el que afecta a las células sanguíneas, a la médula ósea y a los ganglios linfáticos y provoca que la sangre lleve a cabo sus funciones normales, como combatir infecciones o prevenir hemorragias graves. Los tipos de cáncer sanguíneo incluyen el linfoma (que supone el 85% de los casos), la leucemia (el más frecuente en niños y adolescentes) y el mieloma múltiple.
Síntomas del cáncer de sangre
Los síntomas del cáncer de sangre varían según su tipo, dado que afectan a estructuras diferentes. En el caso del mieloma múltiple, los síntomas más recurrentes son el dolor de espalda o cualquier dolor óseo persistente, cansancio, dificultad para respirar, infecciones inexplicables recurrentes, hinchazón en las extremidades o daño en el riñón.
Los síntomas del linfoma también dependen del tipo de este, pero pueden incluir fiebre, sudores nocturnos, dificultad para respirar, fatiga persistente, picazón en la piel, pérdida de peso sin causa aparente e hinchazón indolora de los ganglios linfáticos en el cuello, las axilas o la ingle.
Los síntomas propios de la leucemia más comunes son la hiperhidrosis nocturna, sangrado con facilidad, fiebre, infecciones recurrentes, inflamación de los ganglios linfáticos, pequeñas manchas rojas en la piel, agrandamiento del hígado o del bazo, dolor o sensibilidad en los huesos, pérdida de peso y fatiga persistente.
Cómo se trata el cáncer de sangre
El tratamiento del cáncer de sangre varía dependiendo del tipo específico de cáncer, su etapa y las características del paciente. Según la Sociedad Americana del Cáncer, existen varias opciones terapéuticas, cada una diseñada para atacar las células cancerosas de manera efectiva.
La quimioterapia es uno de los tratamientos más comunes y consiste en el uso de medicamentos que destruyen las células cancerosas o detienen su crecimiento. Estos medicamentos pueden administrarse por vía intravenosa, oral o mediante inyecciones, dependiendo del tipo de cáncer y la condición del paciente.
Otra opción es la terapia dirigida, que utiliza fármacos para atacar moléculas específicas en las células cancerosas, limitando el daño a las células sanas. Por ejemplo, los inhibidores de tirosina quinasa son especialmente efectivos en ciertos tipos de leucemia.
La inmunoterapia también juega un papel importante al fortalecer el sistema inmunológico para atacar las células malignas. Este enfoque incluye tratamientos innovadores como los anticuerpos monoclonales y las terapias con células CAR-T, que han mostrado grandes avances en la lucha contra ciertos tipos de cáncer de sangre.
La radioterapia se emplea en algunos casos para reducir tumores o preparar al cuerpo para un trasplante de médula ósea. Este último procedimiento, conocido como trasplante de médula ósea o de células madre, reemplaza la médula ósea dañada con células madre saludables, generalmente tras recibir quimioterapia intensiva.