La infanta Margarita ha sido una pieza clave en el exitoso reinado de Juan Carlos I. Ensombrecido por sus infidelidades y los problemas legales en los que se ha visto envuelto en sus 38 años como jefe de Estado, tras él se esconde un pasado familiar que sigue presente a día de hoy. Aunque las grandes protagonistas son sus hijas y hermanas de Felipe VI, las infantas Pilar y Margarita jugaron un papel muy importante durante su monarquía.
El pasado 8 de enero se cumplieron cinco años del fallecimiento de la mayor de los cuatro hermanos; sin embargo, la infanta Margarita permanece a sus 85 años muy pendiente del rey emérito, aunque los separen 6.000 kilómetros de distancia. La tercera hija de Juan de Borbón reside en una mansión de 2.000 metros cuadrados que, a pesar de que según la revista Semana explica que fue un regalo de Mansour bin Zayed Al Nahaya, cuesta la friolera de once millones de euros.
La estrecha relación con el monarca, sobre todo tras la muerte de la infanta Pilar, fue también un gran soporte para su matrimonio con la reina Sofía. Y es que, la hermana de Juan Carlos I solía acudir al Palacio de la Zarzuela junto a su marido Carlos Zurita durante sus primeros años de reinado. De esta manera, ambos se ganaron el cariño de toda la familia y, conocida en su círculo cercano como Margot, es también muy unida al rey Felipe y la reina Letizia.
No obstante, la mayoría de su tiempo lo pasa junto a su nieto, el hijo de María Zurita, en su palacete en el centro de Madrid. Este se encuentra en pleno Barrio de Salamanca, en la calle Jorge Juan. Un lugar perfecto para el ocio y que actualmente se conoce como la Nueva Milla de Oro, ya que allí se encuentran propiedades con un valor medio de más de un millón de euros.
El hogar no solo recoge en su interior a los duques de Soria, sino también a sus hijos, puesto que se consta de unas dimensiones privilegiadas. Por ello, es el lugar perfecto para reuniones de amigos o fiestas, como la organizada por el cumpleaños de la infanta, donde acudieron personajes como Simoneta Gómez-Acebo, la infanta Elena o la reina Sofía.
Un palacete muy distinto al que tenía en propiedad su hermana, quien vivía en un chalet en el barrio madrileño de Puerta de Hierro. Un lugar que, tras su muerte, tardó varios meses en conseguir comprador; pero que contaba con grandes comodidades en sus 2.400 metros cuadrados de parcela y 1.000 de superficie. No obstante, los costes de su mantenimiento eran demasiado altos y finalmente un amigo de Felipe VI fue el encargado de retirarlo del mercado por un valor desconocido, aunque como apunta Semana fue puesto a la venta por tres millones de euros.
El nuevo hogar de la infanta Cristina
La hija menor de los Borbón, quien permanece residiendo en Ginebra, visitó la pasada semana su nuevo proyecto más especial: la reforma integral de su nuevo hogar en Barcelona, un lugar que marca su regreso simbólico a un lugar lleno de recuerdos. Según reveló Semana, el piso, situado en la exclusiva avenida de Pedralbes, fue adquirido nuevamente por Cristina en 2024 por unos dos millones de euros.
Este inmueble tiene un valor sentimental muy significativo para la hija de Juan Carlos I, ya que fue su residencia de soltera y durante sus primeros años de matrimonio con Iñaki Urdangarin. Allí nacieron tres de sus hijos: Juan, Pablo y Miguel. Y, aunque su vivienda principal seguirá siendo Suiza, la propiedad en Barcelona permitirá a la infanta mantener un vínculo cercano con España.
Durante las obras, Cristina ha estado directamente involucrada en las decisiones, pese a un incidente reciente que la dejó con el brazo izquierdo inmovilizado. Según la revista, fue vista supervisando los trabajos con un cabestrillo, tras haber acudido al médico acompañada por dos de sus hijos, Juan e Irene Urdangarin, quienes más tarde regresaron a Londres.
La reforma del apartamento busca modernizar el espacio, adaptándolo a nuevas necesidades. Originalmente contaba con cuatro habitaciones, tres baños, un trastero y dos plazas de garaje. Y se espera que los trabajos, iniciados en enero, finalicen en primavera. Además, se especula que su hijo Pablo, jugador de balonmano en el BM Granollers, sería quien más use la vivienda, ya que actualmente es el único residente en la ciudad condal.