Un tiktoker explica por qué en Japón no hay chicles tirados en el suelo: “Sacas una página y lo envuelves con esto”

Un usuario de la plataforma muestra el sistema que emplean para evitar que estos residuos acaben incrustados en las calles

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Montaje a partir del video
Montaje a partir del video de @reptalive. (TikTok)

En Japón, un pequeño pero significante detalle en los envases de chicles podría ser la clave para mantener las calles libres de los residuos de esta goma de mascar. Según un video compartido por el usuario de TikTok @reptalive, que comparte a través de su perfil las curiosidades del país, los paquetes de chicles en Japón contienen, además del producto principal, una pequeña libreta de papel diseñada específicamente para desechar esta chuchería de manera higiénica y responsable.

Este papel permite envolver el chicle usado antes de desecharlo, evitando que los consumidores lo tiren directamente al suelo o lo guarden de forma incómoda en sus bolsillos.”Además de los propios chicles, lleva como una especie de libretita para que cuando tú quieres ya tirar el chicle, sacas una página y envuelves el chicle con esto. Y así ni ensucias el suelo, ni ensucias tu bolsillo. De hecho, esa marca en rojo indica que lleva un papel para guardar los chicles”, explica.

Gasto público y foco de infección

El chicle, un producto cotidiano que muchos consideran inofensivo, representa un desafío significativo tanto para el medio ambiente como para la limpieza de las ciudades, ya que está compuesto principalmente por materiales plásticos no biodegradables. En sus orígenes, los chicles se elaboraban a partir de la savia del árbol tropical Manilkara zapota, conocido como chiclero o chicozapote, de donde deriva su nombre. Sin embargo, en la actualidad, la mayoría de los están fabricados con una base de plástico neutro, como el acetato de polivinilo o la goma de xantano, que convierten al chicle en un residuo difícil de reciclar y altamente perjudicial para el medio ambiente porque puede tardar hasta cinco años en degradarse si no se gestiona adecuadamente

Los chicles pegados en las aceras no solo generan una mala imagen, sino que también representan un gasto considerable para los municipios, ya que su limpieza requiere maquinaria especializada, como hidrolimpiadoras, agua a presión y disolventes.

Además, este problema afecta directamente a los ciudadanos. Muchas personas han experimentado la molestia de pisar un chicle y enfrentarse a la dificultad de retirarlo de sus zapatos. Para quienes utilizan sillas de ruedas, el problema es aún mayor, ya que los chicles pueden adherirse a las ruedas y a los aros propulsores, generando situaciones insalubres y complicadas. También pueden convertirse en focos de infección. Niños que juegan en las calles, mascotas durante sus paseos e incluso animales callejeros como gatos y aves están expuestos a los riesgos que representan estos residuos.

Por todo ello, es fundamental depositarlos en una papelera o en el contenedor gris, mientras que sus envoltorios deben ir al contenedor amarillo. Este principio también se aplica a otros residuos, como las cáscaras de pipas, cuyos envoltorios deben ser reciclados en el contenedor amarillo, mientras que las cáscaras deben ir al contenedor marrón destinado a restos orgánicos.

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