El cable de alta tensión de 400 kilómetros y 3.000 millones que unirá a España y Francia: vecinos y activistas se oponen

Ambos países buscan incrementar sus interconexiones eléctricas. París quiere aprovechar el exceso de energía solar que produce España

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(Foto: Twitter @paololuca)
(Foto: Twitter @paololuca)

La colaboración entre Red de Transmisión Eléctrica de Francia (RTE) y Red Eléctrica de España ha dado lugar al inicio de las obras para construir una línea eléctrica de muy alta tensión que conectará las subestaciones de Cubnezais, cerca de Burdeos, y Gatika, próxima a Bilbao. Este ambicioso proyecto, que supone una inversión aproximada de 3.000 millones de euros, comprende más de 400 kilómetros de cableado, gran parte del cual se instalará en el fondo del océano Atlántico.

El trazado no solo será submarino, ya que una porción significativa deberá pasar por tierra firme. En el lado francés, el cableado parte de Cubnezais hacia el océano por El Porge, mientras que en la región de Las Landas deberá bordear el golfo de Capbreton, una zona geológicamente compleja con un cañón submarino de 300 kilómetros que alcanza profundidades de hasta 4.500 metros.

La principal razón detrás de esta iniciativa es aumentar las interconexiones eléctricas entre Francia y España, un objetivo estratégico en el marco de la Unión Europea para mejorar la cooperación energética transfronteriza. Jérôme Rieu, delegado de RTE para el suroeste francés, destaca que la transición energética es el eje central del proyecto. Según sus declaraciones a 20 Minutes, los cables permitirán una mayor “solidaridad entre las energías renovables producidas en cada territorio”.

El sistema está diseñado para gestionar excedentes y déficits de energía entre ambos países, dependiendo de las condiciones climáticas y la generación renovable. Por ejemplo, Francia podría beneficiarse del exceso de energía solar de España en días de alta insolación, mientras que el país ibérico podría importar energía generada por el viento en las costas del Mar del Norte o el Canal de la Mancha.

Además, este proyecto busca resolver un problema de saturación en las actuales interconexiones entre ambos países, que no permiten transferir mayores volúmenes de electricidad. La nueva línea casi duplicará esta capacidad, llevándola a 5.000 MW, equivalente a la producción de cinco reactores nucleares.

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Desafíos técnicos y medioambientales

La construcción de esta línea eléctrica enfrenta retos significativos, tanto técnicos como medioambientales, dado que la instalación de los cables es particularmente compleja al tener que ser enterrados o cubiertos en el lecho marino, dependiendo de la dureza del terreno. Por otro lado, la incursión en tierra firme plantea desafíos adicionales. En Las Landas, el recorrido propuesto atraviesa zonas protegidas, incluyendo dunas, playas y áreas boscosas. Este tramo también se encuentra próximo a viviendas, carriles bici y zonas recreativas, lo que ha generado preocupaciones sobre el impacto en la calidad de vida de los residentes.

La organización France Hydrodiversité ha advertido sobre los posibles efectos del proyecto en la hidrodinámica y la biodiversidad marina. Según su representante, Erwan Simon, la construcción bajo playas y dunas podría alterar la dinámica de las olas, esenciales para oxigenar los océanos y moldear los paisajes costeros. “El océano es uno de los últimos territorios salvajes y lo estamos transformando en una gran zona industrial”, afirmó Simon a 20 Minutes, en referencia a la proliferación de proyectos energéticos como este y los parques eólicos marinos.

La resistencia al proyecto ha sido especialmente intensa en los municipios de Seignosse, Capbreton, Soorts-Hossegor y zonas aledañas, donde la línea deberá adentrarse 27 kilómetros hacia el interior para evitar el cañón de Capbreton. El colectivo Stop THT 40, formado por vecinos y activistas, se opone al trazado propuesto, argumentando que pasa a menos de 100 metros de viviendas, campings y áreas recreativas.

Una de las principales demandas del colectivo es considerar un trazado alternativo a lo largo de la autopista A63 hasta la frontera española. Sin embargo, Rieu descartó esta opción debido a las dificultades técnicas que implicaría atravesar puentes y otras estructuras, especialmente en el lado español. Además, Rieu sostuvo que un recorrido subterráneo de 400 kilómetros, incluso si se siguiera la autopista, no tendría necesariamente menos impacto ambiental.

La oposición también incluye acciones directas por parte de activistas, quienes han instalado plataformas de madera en árboles del bosque de pinos por donde debe pasar el trazado, con el objetivo de bloquear las obras. Este grupo, al que se ha denominado “las ardillas”, busca llamar la atención sobre los perjuicios que perciben en el proyecto y exigir alternativas.

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